COSAS VEREDES
Una adolescente india imaginó a distintas diosas y personajes míticos religiosos como muchachas contemporáneas, ciento por ciento feministas. Y las dibujó como tales, posando en evidente actitud empoderada, en una serie que se ha vuelto celebrado fenómeno viral.
› Por Guadalupe Treibel
“Priyanka Paul: la artista visual de 17 años que todo el mundo debiera conocer”, coinciden medios del globo al presentar -y viralizar- la obra de esta teen de Mumbai, India, que ha revolucionado las redes de su país natal con su más reciente serie. Serie donde la muchacha imagina cómo serían icónicas deidades femeninas de trasladarlas a la actualidad, concluyendo que –por supuesto– se presentarían como orgullosas y aguerridas jóvenes feministas. Alejando a las liberales diosas de sus habituales detalles ornamentados, Paul procedió entonces a darles renovado y actualizado look, sumando petite biografía que juguetea con datos legendarios de personajes como Hera, Eva (sin Adán), Isis… “Estudiar acerca del movimiento feminista me afectó profundamente; comprendí la injusticia y cosificación con la que lidiamos las mujeres a diario, y con la que hemos tenido que lidiar a través de la historia. Comencé a usar el dibujo para encauzar mi bronca, mi angustia”, anota la adolescente sobre la chispa iniciática que la llevó a expresarse en este proyecto (y previos, y venideros).
Así, a la deidad hindú Kali –diosa madre y fuerza destructora, asociada al caos, el cambio y el empoderamiento–, la concibió como una muchacha que lleva remeras con mensaje positivo, se emperifolla con mononos piercings, y da pelea contra la misoginia y el sexismo (aniquilándolo en cada oportunidad posible). A la suprema Amaterasu Ô-Mikami, antepasada de la Familia Imperial de Japón, diosa del Sol según el sintoísmo, la acreditó como ferviente representante del movimiento Free The Nipple (en criollo, liberar al pezón), fanática de bandas J-Pop, del helado Sakura, del sushi. Para Eva, primera mujer en poblar la faz de la tierra según la doctrina judeocristiana, reservó algo más que una costilla: de carácter naturalmente rebelde, la delineó como brillante estudiante de medicina que aspira a convertirse en cirujana ortopédica (para romper, se presume, molestos deditos acusadores), que además dedica sus buenas horas a detonar la endemoniada brecha salarial. Agregando, cual dato adicional, ciertas aficiones: amor irrestricto por el pastel de manzana, devoción por cuidar jardines (¿del Edén?)…
“El objetivo principal de esta serie era retratar a mujeres que se elevan por encima de distintos niveles y regiones de opresión, a través de distintas culturas, abrazando su propia feminidad sin permitir que ésta sea cosificada, mercantilizada, fetichizada o constantemente manipulada”, ofreció Paul (que ya planea una serie sobre el tabú de la menstruación en India) al Huffington Post. Continuando allí el sacro recuento de otras modernizadas divinidades… A la griega Hera, reina de los dioses, patrona de la mujer, el nacimiento y el patrimonio, por ejemplo, le dio actualizada agenda: un lugar destacado en el equipo de debate de su universidad y un activismo pleno vía plataformas sociales, donde reivindica fervientemente los derechos de las mujeres. Para la querida Isis, de la mitología egipcia –“la Gran Maga”, deidad de la salud y la sabiduría–, encomendó vida fashionista y actividad blogger, cuya principal misión es combatir el body shaming, poniendo a raya a quienes hacen sentir mal a las personas por su aspecto físico.
“Las ilustraciones, en definitiva, hablan sobre la reivindicación de los cuerpos femeninos, sus sexualidades y voces en las más diversas sociedades y culturas. El hecho de que sean diosas no hace sino demostrar que muchas mujeres contemporáneas tienen características similares a estas míticas figuras: son fuertes, corajudas, el epitoma de la divinidad femenina”, explica la adolescente, largamente celebrada por tamaña inspiración divina. Por cierto, el logro –nobleza obliga– ha sido compartido. Finalmente, como Priyanka se ha encargado de aclarar en diversas interviús, la fuerza motora que disparó la génesis de su serie fue una compañera de estudios del St. Xavier’s College. O, en honor a la exactitud, un poema de la susodicha intitulado Panteón, donde la mentada compa –Harnidh Kaur– piensa a ciertas diosas como modernísimas feministas, duchas en militancia y redes, capaces de, por caso, ingresar desnudas a templos mientras registran sus contoneos por Snapchat.
“Y las diosas se mantienen en alto, riendo sin vergüenza frente a los rostros sorprendidos, aterrorizados de sus discípulos, mientras ellas reclaman, reclaman, reclaman, RECLAMAN…”, cierra la poesía de Kaur, que se ha mostrado más que satisfecha con las imágenes pergeñadas por Paul (y el hype que han generado), con quien evidentemente comparte conceptos iluminados. Después de todo, explica Harnidh que, al ser relatos, historias, las religiones demandan nuevas interpretaciones; que la suya en particular busca humanizar a las diosas. “Ellas no son infalibles. Al igual que tampoco lo son el resto de las mujeres. Los pedestales que las sostienen son, en realidad, jaulas, y necesitan ser simbólicamente derribadas”, esgrime la potente damisela india, que aunque criada en las creencias del sijismo, se declara vehemente agnóstica.~
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