Despojarnos de las cáscaras, del maquillaje, de lo impuesto, de las posturas, de todo aquello que se estandariza como correcto, como bello. Tanto en la vida cotidiana como en el arte. En el supermercado y en el escenario. Desprenderse, desvestirse, para encontrar un camino más sincero. Estableciendo menos peajes entre el deseo y la acción. Encontrando un canal más directo entre lo más intrínseco de la fantasía y lo que no nos animamos a materializar por ocuparnos del maquillaje. Y siempre encontramos un tango para ilustrar… con este tango arrojaría todo maquillaje a la hoguera. “Tú, que tímida y fatal te arreglas el dolor después de sollozar (…) Mentiras... ¡te maquillaste el corazón! ¡Mentiras sin piedad!” (Maquillaje de V. Expósito/H. Expósito).