Vie 07.05.2004
las12

MEDIOS

Violentamente chistoso

Que Alejandra Pradón haya sobrevivido tras caer desde un séptimo piso después de una discusión con su actual ex pareja habilita versiones y chascarrillos que si algo ponen de manifiesto es la naturalización de la misoginia y la violencia de género.

› Por Luciana Peker

Yo lo miro y le creo. Recién en el corte le dije: ‘¿No le diste un empujoncito?’ –se ríe– ‘¿aunque sea un soplido?’”, se ríe más Mirtha Legrand. Por suerte, quedaron atrás los almuerzos fuertes de la semana pasada donde Juan Carlos Blumberg no quería comer y pedía leyes más duras y los familiares de víctimas de la inseguridad se preguntaban “¿qué hacer con los asesinos?”. Uf. El lunes 3 de mayo la diva volvió a reír. “Vos no te reís”, se asombró Mirtha ante Fabrizio Lallana, actualmente en libertad gracias a la falta de mérito dictada por la Sala IV de la Cámara del Crimen, en el proceso –del cual todavía no está totalmente desvinculado— por el presunto intento de homicidio de su ex pareja.
¿Qué otra cosa más que reír podría hacerse con la caída de Alejandra Pradón? Luis Majul se había quejado antes en La Cornisa: “Me molesta el sensacionalismo con el que los medios tratan el caso de Alejandra”. Pero la cara de crudeza no le duró mucho. La misma Mirtha –en otra emisión– lo levantó en gracia: “No parabas de mirarle las lolas durante la entrevista que le hiciste en la clínica”. Risas, risas y más risas. “Ni una vez la miraste a los ojos”, redobló la apuesta del verdadero interés del caso Pradón.
Durante el almuerzo, Fabrizio no tenía ni tiempo de reírse (daba la sensación de que no salía del asombro por el respaldo mediático a su versión de los hechos). Acumulaba mensajes de televidentes –para un diccionario del machismo femenino ilustrado–. Mensaje número 1: “Fabrizio: la culpa es de Alejandra. No te fijes en ella. Hay muchas chicas”. (Por las dudas, Mirtha lo aconsejaba: “Toma, guardalo, es lindo”.) Mensaje número dos: “Fabrizio, te creo a vos” (ya lo había dicho Mirtha). Mensaje número tres: “Fabrizio tiene un rostro muy apacible y sereno”. El final del programa fue –chivo obliga– con Fresita. La conductora –repentina garantista de la presunción de inocencia de un imputado– brindó: “Por tu libertad y que seas feliz”. Chin chin. Y una sola recriminación, claro, entre risas: “¡Trabajá!” (porque Alejandra contó que ella lo mantenía).
Pero Alejandra también contó otras cosas. “Siempre supe que al lado de Fabrizio estaba en peligro. Muchas veces le dije: ‘Vas a arruinarme mi vida y mi trabajo’. Por amor soporté demasiado. No me interesa si Fabrizio recupera o no la libertad. No me caí del balcón por mis propios méritos —enfatizó frente a la periodista de Caras Fernanda Guillot–, él sabe muy bien lo que pasó. Estábamos en un contexto de discusión y él ya me había zamarreado.”
Claro que puede ser –ojalá los medios se acordaran siempre que la inocencia siempre puede ser– que Fabrizio sea inocente. Que él no le haya ni pegado, ni empujado y que Alejandra Pradón se haya caído por puro accidente. Pero hay algunas cosas en las que el tratamiento informativo del caso de Alejandra Pradón no dejan dudas: Mensaje número 1: Una mujer con siliconas y plataformas, si se cae, “por algo será”. Mensaje número 2: La inseguridad de algunos es peligrosa para todos, la violencia contra unamujer es peligrosa sólo para la víctima. Mensaje número 3: Que a una vedette la tiren (o se caiga) de un balcón es, definitivamente, un chiste. Perdón, un chiste no, varios.
“El Facha Martel dijo que Pradón es adicta al sexo. Por eso, en la clínica tiene luces rojas y un colchón de agua”, se río Claudio Morgado. “Fabrizio no la tiró, lo que pasa es que Alejandra estaba apurada y no andaba el ascensor”, se río Fabián Gianola. “Si él la tiró y no la quería matar, ¿qué quería? ¿practicar aladeltismo?”, se río Hugo Arana, invitado a reírse en Televisión Registrada. “A nadie se le ocurre tomar a la ligera un hecho así cuando la víctima es un hombre con prestigio”, apunta Jorge Corsi, psicólogo y director de la carrera de violencia familiar de la UBA. Sin querer caer en un puritanismo políticamente correcto, la verdad es que estos chistes, más que gracia, dan aviso. “¿Usted ya se mudó a planta baja, Estelita?”, le preguntó Gianola a la locutora en off.
En la cobertura del caso de Alejandra Pradón se reproducen tres fenómenos típicos de la violencia contra las mujeres: “El golpeador no es golpeador porque no parece ser golpeador”, “Ella se lo buscó” y “Ella fabula”. Vamos por partes.
Estereotipo número uno: “El tiene esa carita de bueno...” Mirtha dijo que lo miraba a los ojos y le creía. Augusto Tartufoli en Contalo Contalo aseveró: “A todos les resultó muy creíble el testimonio de Fabrizio”. Corsi advierte: “Los hombres golpeadores pueden ser bonitos y mirar a los ojos. Todos los que han cometido actos de violencia contra las mujeres tienen un discurso racional y coherente porque no sienten culpa. Nunca hay que fijarse en las apariencias”. Cecilia Lipszyc, socióloga y vicepresidenta de la Asociación de Especialistas Universitarias en Estudios de la Mujer, apunta: “El hombre golpeador siempre niega todo. Además, si este muchacho está procesado no va a decir ‘sí, yo la tiré’. El tema es que es lindo y rubio (aunque sea teñido), por eso los medios le dan difusión. Si fuera un morocho pobre seguramente lo culparían. Por eso, en su legitimación hay una cuestión de machismo, pero también de clases sociales”.
Estereotipo número dos: “Una mujer fácil tiene lo que se merece”. La filosofía mediática vincula al sexo y la violencia con la relación de la causa y el efecto. “¿Tenían una relación sexualmente muy activa?”, le preguntó, a fondo, la periodista-modelo Ginette Reynal a Fabrizio. “Con el respeto que me merecés –le aclaró Carlos Monti–, ¿tenían mucho sexo?.” Ahhhhh. ¿Y eso qué explica? “Hay una especie de legitimación colectiva de la violencia de los varones con las mujeres que tienen una imagen de ser accesibles sexualmente o estar cercanas a la prostitución –destaca Irene Meler, coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires–. Hay hostilidad y desprecio ante una mujer con la cual un hombre podría concretar deseos eróticos no refinados. Por eso es considerada válida la agresión contra ellas.”
Estereotipo número tres: “Ella es una loca e inventa”. “Ahora van a investigar si ella es una fabuladora”, arremetió Tartufoli y le preguntó al hombre-víctima: “¿Alejandra Pradón tuvo mala leche?” “Ella es una mujer de moral dudosa y le está pasando lo mismo que a las mujeres violadas –relaciona Lipszyc– que tienen que demostrar que no provocaron al violador, no llevaban minifalda y no les gustó.” “Cuando no le creen a una mujer que está siendo maltratada buscan elementos para sospechar de ella y todo apunta a presuponer su descalificación. Además, con la justicia misógina que tenemos, en una causa donde un hombre y una mujer se contradicen, en general, le dan la razón a un hombre”, avisa Corsi. Por si quedan dudas, en este caso la teoría de los dos diablos tiene dos lolas y una sola respuesta: la burla.

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