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La lencería de diseño tiene un nuevo protagonismo en Buenos Aires de la mano de pequeñas firmas y autoras que le han dedicado desde ediciones limitadas hasta locales exclusivos para estas prendas. Es otra manera de afirmar que lo importante es “lo de adentro”.
› Por Victoria Lescano
El estilo lingerie petardo tuvo sus orígenes en la reinterpretación de los visos y corsés de Sofía Loren, Anna Magnani y otras mujeres fatales del cine italiano que a fines de los ochenta elaboraron los diseñadores Domenico Dolce y Stefano Gabbana (en 1993 y para la gira Girlie Show, Madonna les encargó 15.000 conjuntos) y en versión dos mil fue renovado con la incorporación de colores, texturas y tendencias de la ropa externa que desde una tienda de Londres y su modernísimo sitio en Internet dicta la firma Agent Provocateur. Sus fundadores, Serena Rees y Joseph Corré -se impone mencionar que él es uno de los hijos de la diseñadora fetichista Vivienne Westwood y el músico Malcolm McLaren– suelen declarar ante la prensa que muchos de sus diseños surgieron a modo de contribución como consecuencia de numerosas decepciones tras encontrarse con espantosas prendas íntimas en aventuras amorosas. Así como Victoria’s Secret supo contratar a Ray Charles y otros eximios músicos para animar las pasadas de supermodelos, ellos arriesgaron incluyendo cortos softcore que en ocasiones fueron protagonizados por celebridades como la cantante Kylie Minogue. Buenos Aires se sumó al furor de la lencería con diseño. Existen numerosas pequeñas firmas que crecieron junto con el movimiento de autor y hacen piezas en ediciones limitadas, mezclando materiales modernos con otros antiquísimos. Y sus autoras coinciden en que al diseñar consideran que el foco de seducción –que en otras temporadas pasó por corpiños push ups o breteles sofisticados– ahora impone innovar en texturas y combinaciones para bombachas.
Amor latino (Gorriti 4925)
Es una firma pergeñada hace tres años por María Sol y Anabela Mirabel, quienes antes de dedicarse a los cursos de corsetería trabajaron respectivamente en psicología y en docencia. A fines de 2003 abrieron una tienda con interiores en rojo, en la que los probadores mezclan cortinados de canvas y lúrex y en la fachada, bajo el toldo a rayas rojas y blancas en sintonía con el espíritu de la colección, hay proclamas de corsetería en grafittis imitando los movimientos callejeros que intervienen en las fachadas de la ciudad. Las prendas fetiche son corpiños rojos con rayas en variaciones deportivas o jersey fantasía doble, en tonos de celeste y dorado. Camisones de invierno con manguita globo, rosa, celeste pastel o verde agua y bombachas coloridas y con brillos. Dicen sobre la intención de sus diseños: “Hay variedad de estilos, pensamos en que un día puedas estar impecable y al siguiente más trash, las telas de base son el microtul de nylon y el algodón y las combinamos con cintas de lúrex o encajes antiguos. Pensamos la marca de ropa interior como si fuera una de ropa externa, aunque no nos limitamos a dos colecciones por año, diseñamos todo el tiempo. Al principio hicimos sólo bombachas y camisetas, luego agregamos corpiños usando piezas de encaje antiguo que tenía nuestraabuela o puntillas de valencienne rescatadas de San Telmo pero contrastadas con materiales contemporáneos. Nos gusta resignificar la tela y ensalzar materiales que solían estar escondidos, como en el posmodernismo, las mezclas adquieren otro valor”.
Las diseñadoras de Amor Latino deslizan también una lectura de tendencias: “Se lleva mostrar los elásticos de la bombacha con absoluta normalidad y a través del pantalón, que cae más bajo; hay una ingenuidad perversa y el caso que mejor lo representa es el de un grupo de chicas que en diciembre vinieron buscando conjuntos de camiseta y culotte en distintos colores porque querían ir así vestidas a su fiesta de egresadas”.
Percanta (Ayacucho 2137)
Laura Valenzuela es una experta diseñadora de alta costura que incorporó los recursos de lencería sublime –un portaligas sobre la cintura de un vestido de crepe o estampas con prosa hot– a varias de sus colecciones; Percanta fue el título de su participación en el Buenos Aires Fashion Week durante el verano 2003 y en el que las modelos emergieron de un ojo de cerradura y se proyectó un corto voyeur, pero desde hace algunas semanas Percanta es también el nombre de su nuevo local. Dice Valenzuela sobre los diversos factores que considera al diseñar ropa interior: “El tema inspirador es la seducción, enfatizar detalles que generen fantasías en el otro y en la búsqueda de identidad de mi marca rescaté lo que aprendí haciendo ropa a medida y escuchando los pedidos de tantas mujeres que giran alrededor de algo tan simple como sentirse y lucir sexy. Es imposible pensar en fusionar los usos porque responden a usos y significados distintos. Sucede que el diseño simplemente juega mezclando esos significados, creando prendas que deslizan un poco lo externo o lo interno, por ejemplo interacciones de breteles de sostén en un top, aros de alambre de corpiño en vestido, recortes de corsé en un saquito o una braga con cierre delantero de pantalón”.
Entre los referentes de los atavíos que hoy cuelgan en un local con un subsuelo con paredes de satén rosa y luces de tocador para divas enumera: “Libros de fotografía erótica y la fotografía antigua en general, las décadas previas a los ‘50, piezas originales de lencería del pasado, puntillas y botones de nácar en miniatura”.
Valenzuela adjudica al corpiño ser la prenda cuya perfección más la desvela: “Un descuido de un milímetro en la moldería o el corte puede modificar y arruinar el calce”.
Finalmente confiesa que además de consumir compulsivamente ejemplares de lencería en tul con botones y botas de charol que tienen los percheros de Percanta, una clienta le encargó la realización de antifaz y latiguito de cuero.
Piel (Gorriti 4721)
Es otra tienda de Palermo, cercana en geografía a Amor Latino pero con conceptos de diseño más elaborados. Su autora, Laura Kolsky, se especializa desde hace una década en el diseño de ropa interior y de trajes de baño. Ambientó el local con un espejo biselado en rosa y una vitrina similar rescatados de un mercado en la que exhibe antiguos modelos de corsetería de satén en tonos blanco y arena.
Los maniquíes y los percheros tienen bodies con reminiscencias de trusas pero con cortes y materiales de 2000 (tul con lycra, microfibras o tactel, satén de corsetería), conjuntos de corpiño triangulares o con aro en tonos de marrón, rosa Dior, uva y negro. Las bikinis y culottes tienen bordados muy elaborados, cintas italianas y estampas de zapatitos de chica pin up con aditivos de strass o plumas en miniatura. Dice Kolsky sobre la nueva lencería: “Hay un cambio de tipologías y funciones, así como hace algunos años el foco pasaba por exhibir el corpiño o el escote ahora los pantalones se usan de manera tal que dejen ver la bombacha. Yo pienso en el diseño integral, contemplo tanto la calidad y la caída de la tela como la nobleza de los elásticos y las hebillas para sujetar el sostén”.
Laura pertenece a una familia con tradición corsetera, su padre tuvo en los ‘70 la firma Van Dyke y luego los bañadores Le Coll y cuenta que a pesar de que en un comienzo ella prefirió poner énfasis en el desarrollo de colecciones enteras de indumentaria y colgó ropa interior como complementos, comprobó que mientras las prendas externas permanecían en los percheros, las íntimas desaparecían rápidamente.
A ella recurren diseñadores como Jazmín Chebar o María Martha Facchinelli y también la cadena Zara para que les diseñe y desarrolle las colecciones de ropa interior. Dice Kolsky sobre las premisas de sus interiores: “Los diseños, tanto como estar al tono con las tendencias son importantes pero también se impone el cuidado en el uso de las texturas, la silueta los llevará muy bien y la piel estará agradecida”.