CULTURA
La lucha de las mujeres argentinas por conseguir el derecho al voto es el tema de una muestra que rescata desde material de prensa hasta fragmentos de diarios de alguna de las protagonistas, y se exhiben, no casualmente, en el Museo Evita. La oportunidad para revisitar una confrontación central en la vida política de las mujeres que se cristalizó en la figura de Eva Perón, pero que tiene una larga historia previa.
Las luchas sufragistas y el voto femenino, la muestra de fotografías y material de archivo, como recortes de diarios en el cuaderno personal de Alicia Moreau de Justo, revistas femeninas y hasta la primera urna para el voto de la mujer, que se puede visitar en el Museo Evita, exhibe, entre otras cosas, el derrotero de una interesante confrontación. Por un lado, podría pensarse que es el lugar indicado por la importancia que el peronismo y en especial la figura de Eva Perón tuvieron en este asunto. En la masiva integración social y política que promovió el proyecto peronista, el tema de la incorporación de las mujeres fue central y, en 1944, Perón creó la División de Trabajo y Asistencia a la Mujer. Por su parte, en 1947 se pueden fechar dos hechos contundentes: el mensaje radial de Eva Duarte convocando a las mujeres a luchar por los derechos cívicos, y el 23 de septiembre del mismo año la promulgación de la famosa Ley 13.010 que obliga a las personas de sexo femenino a votar y les da derecho a que sean votadas. A esto se suma el posterior empadronamiento para que en las elecciones del 11 de noviembre de 1951 de los 3.816.654 sufragios, un porcentaje fuera realizado por esas mujeres que, como en un rito de iniciación, pusieron su voto en las urnas. Hasta aquí la historia es impecable y no presenta fisuras.
La otra historia
A su vez, el antecedente de este presente que nos viene desde 1951 puede presentarse
como otro bloque de luchas y de ideas que arranca contemporáneamente
a los tiempos en que se pensaba que se debía dar “Una Nación
para el desierto argentino”, según el magnífico título
de Tulio Halperín Donghi. La Primera Ola del Feminismo que llegó
a estas pampas inició su petit histoire en 1883, cuando en Pampa del
Chañar (San Juan) se confeccionó el primer padrón femenino.
Otro de los adelantados fue el Partido Socialista, que en su creación
–en 1896– y en su plataforma política consideraba la igualdad
política y laboral de las mujeres. Tiempos, todos éstos, en que
las mujeres sólo podían votar en el orden municipal, no podían
ser elegidas y el voto era calificado, aunque para todos por igual. A principios
del siglo XX se organizó el Centro Socialista Feminista con Fenia Chertkoff
y, en 1905, la Liga Femenina Nacional, vinculada con organizaciones internacionales
sufragistas. En 1910, muchos son los festejos que rodean el Centenario de la
Independencia y uno de ellos es la celebración en Buenos Aires del primer
Congreso Femenino Internacional. En 1916, con la aplicación de la Ley
Sáenz Peña, el feminismo entiende el punto de inflexión
y se intensificaron las acciones públicas: Alicia Moreau de Justo lidera
desde 1918 la Unión Feminista Internacional y Carolina Muzzilli fue la
primera mujer socialista que participa en los sindicatos. El panorama es vigoroso
y variado, y los nombres de mujeres comienzan a formar parte de la historia
política argentina sin que puedan figurar en letras de molde de las boletas
electorales. Julieta Lanteri se presentó a votar a cuanta elección
pudo y con este gesto marcó la presencia femenina en las mesas electorales
para denunciar la falta de derechos. Carmela Horne de Burmeister fundó
en 1932 la Asociación Argentina del Sufragio y en esa misma década
llegó a tener 80 mil afiliadas. Aunque para el voto femenino hubo que
esperar mucho y la Argentina no está entre los primeros países
del continente, en 1934, ya que se podía votar en el ámbito municipal
y provincial, Ema Acosta, del Partido Demócrata de la provincia de San
Juan, es la primera legisladora argentina y de América latina. A fines
de la Década Infame, en 1938, la Unión Argentina de Mujeres y
la Asociación Argentina del Sufragio Femenino, con Victoria Ocampo y
María Rosa Oliver, presentaron un proyecto de ley en la Cámara
de Diputados.
Mujeres alteradas
Pero lo interesante de la muestra, dijimos, es no sólo la lucha anterior
a esta consumación de los derechos civiles –porque se sabe que
no todo se inventó en la primera presidencia de Perón, tal como
a veces ciertos sectores de la historia han dado a conocer– sino la imposibilidad
de una lectura inocente y sin tensiones del pasado argentino. En gran medida
y para empezar por algunos de puntos de inflexión, las mujeres que participaron
en los distintos movimientos sufragistas desde fines del siglo XIX hasta entrado
el siglo XX no sintieron la ley del voto femenino como una conquista. Un dato
lo muestra: en la famosa elección de 1951, el Partido Radical no presenta
candidatas, las representantes del Partido Socialista sólo fueron tres
y el Partido Comunista postuló a Alcira de la Peña como candidata
a vicepresidenta y también a una senadora. Se pueden esbozar varias hipótesis,
que son todas verdaderas, pero no totalizadoras. La primera que se advierte
al ver las fotos que están colgadas en la sala de exposiciones temporarias
del museo es que el corte ideológico de las primeras sufragistas es muy
amplio y variado: de izquierda a derecha, y no en sentido de las agujas del
reloj sino en el arco político, tal como lo marca una foto de mujeres
comunistas como una de la Liga Patriótica Argentina. Liberales de la
primera mitad del siglo XX en los nombres de Victoria Ocampo y María
Rosa Oliver, aunque esta última era comunista, completan el abanico de
posibilidades. Todas ellas, cuando el peronismo, coincidieron en ver que las
ideas de su proyecto no comulgaban con el modo en el que Perón quería
hacer mover a las masas y fueron, en líneas generales, lo que en esa
época se consideraba unas verdaderas antiperonistas. Pero hasta aquí
la explicación es insuficiente, si no se tiene en cuenta el origen del
movimiento sufragista argentino fuertemente inspirado en las luchas europeas.
La línea internacional seguida por las distintas agrupaciones de mujeres
no se llevó de maravillas ni mucho menos con la impronta nacional y popular
con la que el primer peronismo planteó el tema.
Haya paz
El Museo Evita fue Hogar de Tránsito Nº 2 de la Fundación
Ayuda Eva Perón que, en los buenos momentos del estado de bienestar,
albergó a madres solteras con sus niños, a mujeres del interior
que buscaban trabajo o venían a Buenos Aires por motivos de salud, trámites
u otras necesidades. La tarea se interrumpió, como tantas otras cosas,
con el golpe de 1955 y el hogar fue saqueado. Para que el 26 de julio de 2002,
al cumplirse 50 años de su muerte, pueda abrir sus puertas como museo,
se realizaron intensas obras de restauración y reciclado que superponen
dos instancias de rescates: por un lado, las instalaciones del Hogar de Tránsito
tal como fueron con su cocina, inmenso comedor y dormitorios. Por el otro, o
al mismo tiempo, un guión museográfico que se sobreimprime sobre
la vida pública y privada –a partir de cierto momento casi inseparables–
de Eva Perón. Mucha agua, y mucha sangre sobre todo, corrió bajo
el puente para que esta figura pueda ser vista sin los prejuicios ni los velos
del fanatismo, y el museo apunta a una salida dialéctica entre las posiciones
antagónicas que recorrieron el mito. No exento de un alto grado de emotividad,
como la sala en la que se proyecta el imponente entierro, ni aplanando el conflicto,
como cuando aparecen las placas que rastrean el periplo del cadáver,
la exhibición permanente narra a partir de una suerte de tabula rasa,
en lo que discurso proselitista se trate. Evita, Eva Duarte, Eva Perón,
la Señora, Santa Evita, la abanderada de los humildes y tantas denominaciones
más, se suman y no dividen las opiniones. Tan es así que la foto
de ella misma en su cama y, muy enferma, votando por primera vez, puede ser
leída a la luz de la muestra inicial como la culminación de una
historia de alianzas. De muchas mujeres que querían lo mismo, aunque
en ese momento no se dieron cuenta. £
La muestra Las luchas sufragistas y el voto femenino se puede visitar hasta
el 30 de junio en el Museo Evita, de martes a domingos y feriados de 14 a 19.30
en Lafinur 2988 esq. Gutiérrez. Informes: 4807-0306 o 4809-3168.
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