Vie 11.06.2004
las12

SALUD

Practicantes

Son seis las provincias que consideran legal la ligadura de trompas o la vasectomía como una opción más de salud reproductiva aunque en la práctica las intervenciones son pocas, sea por prejuicio o falta de voluntad política. La semana pasada, en el Senado, se analizó la experiencia de Río Negro, pionera en este tema.

Por Sandra Chaher

Una persona muy machista no se hace una vasectomía. Pero lo que a mí me interesa es ser feliz con mi pareja, y tampoco puedo mantener más hijos que los dos que tengo. Y además, alguna vez tenemos que poner el pellejo nosotros, ¿no? Lo que pasa es que la sociedad no te entiende. Muchos amigos me preguntaron ‘¿Y si te divorciás?’ Yo ni pienso en eso.” Jorge Ramírez es joven, tiene 41 años, pero decidió hacerse una vasectomía porque, por problemas de salud de su mujer, no tienen la posibilidad de cuidarse con otro método. Acaba de llegar de Villa Regina, Río Negro, donde lo operó el ginecólogo Mario Más, reconocido en todo el país por haber impulsado desde el Hospital de Villa Regina tanto las vasectomías como las ligaduras de trompas. Más hoy ya no forma parte del staff del hospital, pero sigue operando a través de la Asociación Patagónica de Acción Social (Aspas).
Ramírez fue uno de los asistentes al encuentro “Los límites de la ley: ligadura de trompas y vasectomía en Argentina. Experiencia y legislación en la provincia de Río Negro”, que se hizo el 3 de junio en la Cámara de Senadores coordinado por la senadora nacional por Río Negro Amanda Isidori (UCR). El debate formó parte del ciclo Género, Política y Liderazgo, que organiza el bloque de senadores de la Unión Cívica Radical, pero también respondió a la intención, a corto plazo, de la senadora Isidori, de presentar un proyecto de ley nacional para la ligadura de trompas y vasectomía. Isidori fue una de las impulsoras, como legisladora provincial, de las dos leyes que en su provincia habilitan estas intervenciones en los hospitales públicos. Y más allá de que Río Negro se haya tomado como caso por la pertenencia de la senadora, de las seis provincias que tienen algún tipo de normativa al respecto, es la que más trascendió debido a la lucha que llevaron adelante las mujeres de la provincia –usuarias, efectoras de salud, políticas, funcionarias– con el apoyo de Mario Más. La práctica, sin embargo, está lejos de la ley y, tal como explicó otra panelista, la legisladora provincial Marta Milesi, “a dos años de sancionada la ley, se hicieron algo más de 200 ligaduras de trompas y menos de 10 vasectomías en los hospitales públicos de toda la provincia. Hay algunos, como el de Roca, donde los médicos se siguen negando aduciendo la posibilidad de ser enjuiciados por mala praxis. Si bien se trata de un tema cultural, se esgrimen argumentos tanto religiosos como técnicos para no cumplir con la ley”.
El panel estuvo integrado –además de Isidori, Milesi y Más– por la legisladora provincial María Inés García y la médica Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para el Estudio e Igualdad de la Mujer (FEIM). Las ideas que estuvieron presentes en todas las exposiciones fueron: la concepción de la ligadura y la vasectomía como un derecho inalienable de las personas a decidir sobre su salud sexual y reproductiva, avalado por convenciones y tratados internacionales que la Argentina suscribió y por tanto debería hacer cumplir; que ambos métodos contraceptivos deben ser considerados parte de la oferta de anticoncepción brindada por el Estado, en función de su alto grado de reversibilidad (“Si todo se recanaliza, incluso las arterias del corazón, es obvio que esto también”, dijo Mabel Bianco); y la falta de voluntad política a nivel nacional y provincial para hacer cumplir la legislación, donde existe, y fomentar su promulgación donde aún no está vigente.
Dos médicos presentes del Hospital Eva Perón, de la localidad bonaerense de San Martín, cuestionaron la reversibilidad en función de la experiencia cotidiana en una institución pública. “Nosotros atendemos casos de buena parte del conurbano y en el hospital se hacen ligaduras, pero de la forma en que son realizadas, desde el punto de vista quirúrgico, la reversibilidad es dificilísima.” Si bien la respuesta de Mario Más fue que “en manos entrenadas, la reversibilidad es de un 60 por ciento o 70 por ciento”, el debate que quedó abierto es el de las dificultades para concretar una práctica delicada en el contexto actual de desprotección sanitaria.
Jorge Ramírez fue uno de los tres hombres presentes que fueron o serán pacientes de Mario Más. Antes de llegar al médico de Villa Regina, Ramírez se informó con parientes españoles que se habían hecho la operación, investigó en Internet, y estaba decidido a viajar a España cuando escuchó en un programa radial a una legisladora de Río Negro que hablaba del tema. Se contactó con Más y el 30 de abril viajó a hacerse la intervención.
Rolando Ludwig, terapeuta colónico, de 58 años, asistió a la charla para conocer personalmente a Más, pero ya tiene la decisión tomada. “A los 54 años tuve mi primer hijo, a los 56 el segundo, y a los 58 el tercero. Por mi edad, no quiero tener otros. Además los últimos dos no fueron buscados, mi mujer tenía puesto un DIU e igual quedó embarazada. Con lo cual, si el DIU no va, las pastillas traen cambios hormonales y los profilácticos no los tengo incorporados por razones de edad, y además no tengo derecho a pedirle a ella, que tiene 35 años, que se haga una ligadura de trompas, la opción que nos queda es ésta. Y a mi edad la decisión no cuesta demasiado.” Antes de llegar a Más, Ludwig consultó con su obra social y con urólogos de la ciudad de Buenos Aires, pero todos se negaron a hacerle la intervención. “Hay algunas fantasías, como que sentís menos el orgasmo, pero aún no estoy totalmente informado sobre el tema. En cuanto a mi virilidad, no creo que se vea afectada: yo creo que Dios es femenino, es decir que la creación es un acto femenino, por tanto no me afecta desde lo reproductivo. Lo que yo quiero es vivir libremente mi sexualidad y que no esté comprometida mi salud mental, porque tres hijos ya es suficiente.”
Otro hombre, de traje, Rolando Maffioly, un abogado de 45 años de Zárate, también asistió para conocer personalmente a Más y viajar próximamente a Villa Regina. Tiene 7 hijos: “Por un lado me afecta la crianza: les quiero dar educación y contención psicológica, emocional y económica, y ya con siete es muy difícil. Por otro lado, quiero tener una sexualidad libre. Me informé bastante y los estudios que leí dicen que se puede perder un 1 por ciento de la potencia sexual, pero no me importa, aunque fuera el 10 por ciento me lo haría. En cuanto a mi círculo de amigos, me dicen que me voy a hacer maricón, me cargan. Hay mucha ignorancia”.

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