SOCIEDAD
A diez años del atentado a la AMIA y cuando la única causa que llegó a juicio oral –por el armado de la camioneta que se usó como coche bomba– está a punto de terminar, no hay culpables ni razones ciertas sobre la masacre. Laura Ginsberg y Diana Malamud, las mujeres que encarnaron en la sociedad la lucha contra la impunidad, hacen cada una su balance.
Laura Ginsberg
“Fue un acto de terrorismo de Estado”
por m. D. y a. m.
Desde aquella vez que clavó los ojos en los de los ministros del gobierno
de Carlos Menem su discurso no varió, apenas fue profundizándose
a medida que los hechos dejaban en claro que no se había equivocado.
Durante años intentó correr a su hijo mayor del lugar del hombre
de la casa; le costó volver a formar pareja después de aquel 18
de julio. Pero ella no le da un peso especial a esa ausencia repentina: “A
cualquiera, a mi edad, le cuesta”.
–¿Cómo evalúa el final inminente del juicio oral
por el ataque a la AMIA?
–El veredicto va a ser un escándalo en sí mismo. Habida
cuenta de todo lo que vinieron declarando entre los alegatos de las partes,
los testimonios de los espías de la SIDE, hasta incluso la separación
de los fiscales, todo da como para que uno pueda prever que los policías
bonaerenses van a quedar afuera y que incluso la prisión de (Carlos)
Telleldín en sí misma puede estar tambaleando.
–¿Cómo explicarle a un belga que acaba de llegar al país
el tema AMIA?
–Hace 10 años se cometió un acto que nosotros caracterizamos
como terrorismo de Estado, poniendo la bomba en la AMIA. Hubo una investigación
delictiva llevada adelante por un juez articulador del encubrimiento, que se
llevó a juicio finalmente. Y el juicio vino a ser la etapa final de cierre
de esta instrucción totalmente delictiva e irregular. El resultado de
alguna manera corrobora los 10 años de impunidad, esto es: un grupo reducido
de individuos vinculados a las fuerzas de seguridad del Estado y a los servicios
de inteligencia fueron los que están acusados y como consecuencia de
las maniobras y del encubrimiento mismo del Estado van a quedar en libertad.
De manera tal que después de 10 años llegamos a que el caso sigue
impune.
–¿Pagará sólo el reducidor de autos que armó
la camioneta?
–Sí, y la entregó a los policías bonaerenses que
están involucrados en el tema, pero que justamente por cómo se
fue construyendo el encubrimiento alrededor de esta causa, para preservarse
el Estado mismo en la figura de sus fuerzas de seguridad y de inteligencia,
esta gente va a quedar en libertad.
–¿Esto ocurre porque los espías de la SIDE declararon que
al reducidor Telleldín le pagaron para que acusara a los policías
bonaerenses?
–El pago a Telleldín ya estaba acreditado en otra causa desde hacía
mucho tiempo antes. En todo caso se hizo público a través del
juicio, pero no es que no fuese público. Esta era una causa pública
que llevaba otro juez en donde estaba acreditado, constatado y demostrado que
Telleldín había recibido plata por su testimonio, para inculpar
a la policía. Y producto de los acuerdos que Telleldín desde hace
10 años viene tejiendo con el Estado argentino: dinero de la SIDE que
entrega el juez de la causa y un salario para su familia, esto fue parte del
acuerdo.
–¿El hecho de que el principal testimonio haya sido comprado no
es el punto de inflexión que hace caer todo el juicio?
–No, no yo creo que el juicio se cae producto del encubrimiento mismo
y de la tarea deliberada de ocultamiento de la verdad, en donde ahí estáninvolucrados
todos, desde los imputados que están acusados por el hecho material del
ataque mismo, pasando por los jueces, los fiscales, los secretarios de los jueces,
la policía de la provincia de Buenos Aires, la Federal, la SIDE, un crimen
de Estado en donde todos estos elementos intervienen y trabajan en el mismo
sentido.
–¿A partir de cuándo caracteriza el atentado como terrorismo
de Estado?
–Nos llevó varios años llegar a esa conclusión, y
mucho aislamiento. Lo decimos porque no es el primero que se comete en la Argentina,
porque el Estado sabía que iba a ocurrir, tenía información
de inteligencia de varios servicios que sabían que el crimen iba a ocurrir,
porque puso su propia fuerza de seguridad al servicio de la comisión
del crimen mismo. En el juicio mismo los testimonios hablan de que la SIDE venía
siguiendo la camioneta y se les escapó de las manos, esto no es creíble
porque si realmente la SIDE hubiera estado siguiendo a esta gente y la camioneta
se les hubiera escapado de las manos, en menos de veinticuatro horas después
de que voló la AMIA, la propia SIDE va a buscar a esta gente y la trae
y los inculpa.
–¿Esta caracterización como terrorismo de Estado es la que
divide de alguna manera a los afectados, a los querellantes?
–Yo diría que sí, porque nosotros somos los únicos
que hacemos una acusación al Estado, decimos que el Estado es el responsable
de este ataque terrorista, así como lo es de la voladura de la fábrica
militar de Río Tercero, así como lo es de la masacre del Puente
Pueyrredón, así como lo es de la represión del 19 y 20
de diciembre. Estos son actos de terror, que imponen terror.
–Pero, ¿era posible pensar en un tribunal que acusara al Estado?
–No. Con este tribunal oral no sólo es impensable esta posibilidad
sino que además trabajó desde los inicios en negociar con (Eduardo)
Duhalde en qué condiciones los agentes de la SIDE iban a declarar en
el juicio. Y por eso hubo esa catarata de decretos, los de Duhalde, los de (Néstor)
Kirchner. Todos tienen un denominador común: nuestros servicios secretos
tienen prohibido hablar del papel que jugaron los servicios secretos extranjeros
al momento del atentado y después.
–Sin embargo, la declaración de los espías fue valorada
como un logro político.
–Sí, como en otros órdenes de la vida nacional.
–¿Por ejemplo?
–Respecto del tema AMIA, que abrimos los archivos secretos pero no están
abiertos, están cerrados.
–Aun con ese expediente viciado, ¿ustedes siguen sosteniendo que
se puede acusar a los policías?
–Creo que si hay algo que sobra en esta causa son evidencias. Lo que pasa
es que después de todos estos años, si de algo puede servir toda
esa evidencia, es para hacer una acusación contra el Estado.
–¿Con esas mismas pruebas truchas u obtenidas ilegalmente?
–Con esa misma investigación viciada yo no tengo dudas de la participación
de Telleldín, pero no porque yo avale esa investigación viciada,
porque hay elementos de sobra que demuestran que hay un involucramiento de este
individuo. Con la Bonaerense pasa otro tanto, más todo aquello que deliberadamente
no se investigó. En un sentido estamos igual que el 18 de julio del ‘94,
con lo que ya sabíamos entonces empezábamos a construir una hipótesis
y una acusación, lo que no imaginábamos es que se trataba de una
responsabilidad criminal del Estado mismo.
–¿Cómo sigue el tema AMIA después del juicio?
–La causa termina con el juicio. Lo que queda fue a parar a manos del
juez Rodolfo Canicoba Corral, que ya anunció que no va hacer nada más
de lo que le traigan, y que va a ser pura y exclusivamente sobre la conexióninternacional.
En ese sentido las cosas están mas claras; la Argentina está sumada
y alineada a la política del Departamento de Estado de los Estados Unidos
en ir en una lucha contra el terrorismo internacional, va a trabajar en ese
sentido. Tiene el apoyo del Congreso Judío Mundial, un compromiso formal
con el gobierno de Bush. A principio de año hicieron un borrador de proyecto
de ley antiterrorista para incluir a las Fuerzas Armadas en una Unidad Antiterrorista
especial, que nosotros denunciamos por escrito y le contestamos al ministro
de Justicia en ese sentido. Aquí hay un compromiso muy fuerte para terminar
este tema; la conexión local llegará hasta acá; tal vez
lo que ocurra es que Telleldín tendrá unos años más
de cárcel y después quedará en libertad, los policías
irán presos por otro tipo de cuentas pendientes que tienen, pero no por
el ataque a la AMIA. Y ahora hay que subirse al carro de la acusación
contra el terrorismo internacional con un aditamento que estoy empezando a vislumbrar:
el tema del antisemitismo que ha vuelto a resurgir en estos últimos tiempos,
en reuniones que Kirchner ha tenido con la dirección de la comunidad
judía. De alguna manera se trasluce que pretenden reducir y minimizar
en un sentido el tema del ataque a la AMIA como una cuestión de antisemitismo,
con estos dos aspectos cerramos el tema. Son acusaciones genéricas, no
hay responsables materiales ni intelectuales con nombre y apellido, es como
el eje del mal, pero en el ínterin decimos que abrimos los archivos,
cuando los mantienen secretos, porque ahí está oculta la responsabilidad
del Estado argentino.
–¿Qué es lo que abrió?
–Lo que abrió es documentación que es pública en
un 80 por ciento porque pasaron por juzgados federales, en ese sentido son públicos
porque acreditan o avalan lo que se escribió en el expediente. No hay
ningún documento secreto.
–Sin embargo desde la SIDE dicen que hay una habitación enorme
con documentación, que los familiares no querían ver.
–Estuve en dos oportunidades en la SIDE y una vez en Policía Federal
donde no hay nada que pueda considerarse un archivo secreto. Lo que muestran
en la SIDE es peor, porque fuerzan donde uno tiene que buscar o leer, o preguntar,
al punto tal que ni siquiera las notas que yo tomé me las pude llevar,
me las entregaron dos días después porque hicimos una denuncia
ante el Ministerio de Justicia.
–Usted se separó de Memoria Activa en 2001.
–Fui expulsada. El gobierno y la dirección judía decidieron
satisfacer la demanda de justicia a través de la construcción
de un juicio, totalmente fraudulento, pero era la instancia que la Justicia
o el Poder Judicial nos iban a ofrecer. El debate al interior de Memoria Activa
era que yo tenía que era ir a un juicio para convalidar lo actuado o
para hacer una intervención distinta, para acusar al Estado de conexión
local. La ilusión que se planteaba en términos muy elementales
era: tal vez alguien hable y diga algo, y el argumento que yo sostenía
era que ya tenemos alguien que habló: Claudio Lifschitz, un hombre del
riñón de Galeano (n. de r.: ex secretario letrado). En ese debate
y sumadas otras diferencias, sobrevino mi expulsión a raíz de
la integración del abogado de Memoria Activa (n. de r.: Alberto Zuppi)
al gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, que yo denuncio públicamente.
–¿Su posición radicalizada no te impide escuchar otras cosas?
–No, hay situaciones que son indiscutibles. Nosotros somos los únicos
que inscribimos el ataque a la AMIA como parte de todos los crímenes
impunes que hay en la Argentina. Nosotros somos quienes hemos denunciado que,
producto de esta”ghetización” que se ha hecho del tema AMIA,
pudieron transcurrir 10 años sin ninguna respuesta de esclarecer lo que
pasó, esto también fue un hecho deliberado: ghetizar el tema AMIA,
presentarlo como un problema judío y como la consecuencia de la importación
de un conflicto lejano en Medio Oriente llevó a que esto haya sido aislado
de la sociedad como un crimen más, con características particulares,
desde ya, pero no es un problema de los judíos. Si algún esfuerzo
nosotros hicimos y seguimos haciendo es en el sentido de ponerlo en el lugar
que ocupa, no aislarlo sino incluirlo.
El acto de Apemia es el mismo 18, en la Plaza de Mayo. Allí estará Laura Ginsberg junto a varias organizaciones sociales y de derechos humanos. Ya no es la misma persona que era hace diez, nadie sobrevive al tiempo, aunque no puede explicar los matices de su transformación: no tiene con qué compararlos. Es quien es aunque no haya elegido su lugar ni la militancia que ahora la anima. Y está orgullosa de eso.
Diana Malamud
“Lo que quedó del juicio es la confirmación del
encubrimiento”
por m. D. y a. m.
Tiene la voz grave y el gesto firme. Apenas si pudo hacer el duelo por la muerte
de su marido. Sola y con dos hijas a cargo, no tuvo tiempo de quebrarse, aunque
durante mucho tiempo esperó que un día no pudiera levantarse de
la cama. Siempre lo hizo, como lo sigue haciendo aun cuando cree que la verdad
quedó sepultada bajo el peso de diez años en los que sólo
pudieron salir a la luz las maniobras de encubrimiento que tienen al propio
Estado como protagonista.
–¿Cómo evalúa el inminente final de lo que se conoce
como el juicio a la AMIA?
–Yo creo que es positivo desde el momento en que termina con el juez (Juan
José) Galeano afuera y con los fiscales separados de la causa. Nunca
tuvimos expectativas de que aparecieran cosas nuevas, pero se constató
cada una de las denuncias que veníamos haciendo: lo que quedó
claro fue que hubo un encubrimiento planificado. Por lo demás, sabíamos
que lo que iba a juzgar este tribunal oral era nada.
–Hace cinco años, en el aniversario del atentado, usted dijo que
la conexión local era el Estado. ¿Lo sigue sosteniendo?
–Creo que es el Estado el responsable de toda la fuerza encubridora y
de que estas cosas existan; obviamente hablaba también de los gobiernos
que son los que están a cargo del Estado.
–¿Quiere decir que en estos años se garantizó la
continuidad de la impunidad?
–Creo que con (Néstor) Kirchner cambiaron las cosas; él
demostró una voluntad política distinta a la del resto, que fue
vergonzosa. Siento que ahora se rompió la continuidad en la falta de
decisión política de que esto no se investigue, creo que este
gobierno ha puesto los recursos para que esto se investigue, lo cual, bueno,
diez años después... el tiempo perdido está perdido y la
justicia tardía no es justicia.
–¿Cómo se demuestra esta voluntad política?
–En la apertura de los archivos, en que los agentes secretos pudieran
ir al juicio y declarar. Es curioso, porque en el curso del juicio, cuando se
hace una votación para ver si los espías podían ir al estrado,
los únicos que se opusieron fueron los representantes de la DAIA.
–¿Por qué?
–Evidentemente porque ellos estaban mezclados con el pago a Telleldín
(n. de r.: el que la SIDE realizó para que el reducidor de autos acusara
a efectivos de la Policía Bonaerense).
–Sin embargo había restricciones sobre lo que podían declarar
los agentes, por ejemplo, no podían dar información sobre la conexión
internacional ni sobre los servicios de inteligencia extranjeros.
–Si algún día nos van a traer acá a los autores intelectuales
de esta masacre bienvenido sea, pero para mí es muy lejano, ¿no?
Además en este tipo de ataques, es curioso, porque el ejecutor es un
suicida, está muerto, con lo cual, es... complicado para el cerebro de
uno.
–¿Pero podría atribuirle la responsabilidad al ejecutor?
–Por supuesto que no, vamos, el que se inmoló obviamente no es
quien eligió el blanco ni preparó el explosivo... por eso siempre
pedimos juicio y castigo a los autores materiales e intelectuales de la masacre.
–¿Usted está conforme con lo que surgió después
de la apertura de los archivos de la SIDE?
–En principio sí, yo desconocía buena parte del material
que estamos revisando. De todos modos faltan muchos archivos que no están
y que debenestar en alguna parte, que debieran aparecer, como todos los de la
sala Patria (n. de r.: el ala de la SIDE que participó con el juez Galeano
de la instrucción de la causa), porque cuando esa sala se disuelve desaparecen
las cosas. También hay archivos que están en el Departamento de
Policía, pero de los que sólo encontramos carpetas que dicen “vacío”.
–O sea que no es que no se estén mostrando sino que ya no están.
–Yo creo que nada desaparece, todo se transforma. En algún lugar
están, hay que ver dónde. Y creo que es responsabilidad del Estado,
de la SIDE actual, por ejemplo, encargarse de que esos archivos aparezcan.
–¿Por qué cree que la impunidad se garantizó más
allá de los cambios de gobierno?
–En el gobierno de (Carlos) Menem queda claro, porque es responsable directo.
En cuanto al gobierno de (Fernando) De la Rúa, fue de una ineficacia
tal que supongo que ni se enteró. Y (Eduardo) Duhalde es el patrón
de la maldita policía, con lo cual tampoco hay mucho que hablar.
–Sin embargo una vez abiertos los archivos de la SIDE y con la declaración
de los agentes, se borró la posible responsabilidad de la Policía
Bonaerense.
–Más allá de las responsabilidades o no en el caso AMIA,
de todos modos es la maldita policía que conocemos. Y si no son juzgados
por la masacre serán juzgados por los delitos que cometieron. En la causa
AMIA apareció droga, prostitución, juego, todos los ilícitos
que se puedan pensar en la historia de la humanidad están todos en la
causa AMIA, no directamente relacionados, pero que deben juzgarse, no pueden
quedar impunes. Memoria Activa no acusa a los policías porque las pruebas
con las que se los acusa son ilegales.
–No porque sean inocentes.
–Eso no lo sabemos; el tema es que la investigación es tan desastrosa
que ni siquiera sabemos si son inocentes o culpables. Nosotros siempre pensamos
que las cosas las queríamos hacer a través de la Justicia, porque
confiamos, creemos en la Justicia, aunque no en quienes la manejan. Y si la
base de la acusación es un hecho ilegal, una extorsión, para nosotros
no sirve como prueba. Y esa responsabilidad no es nuestra si no de quienes imparten
justicia.
–¿Entonces el único que pagaría es Telleldín
por los 85 muertos?
–Creo que nadie va a pagar por los 85 muertos, en este sentido: primero
que este juicio no es la causa AMIA, es un pedacito chiquito de la causa AMIA
que se elevó a juicio. Esta causa tiene muchos pedazos, esto es sólo
por armar la camioneta. Tuvo la relevancia de quedar como si fuera la causa
AMIA porque precisamente no tenían ninguna otra cosa y no les interesaba
ninguna otra cosa, a nadie, y por eso esto lo armaron tan bien y tan ilegalmente
entre todos; es la historia oficial. Dicen éste es el juicio por la AMIA,
cosa que es mentira, y lo hicieron creer a la humanidad toda que se estaba enjuiciando
el caso AMIA cuando eso no fue resuelto nunca. Y si, como Memoria Activa, decidimos
entrar como parte querellante en este juicio lo hicimos precisamente porque
sabíamos que era la única posibilidad que teníamos de que
quedara claro el encubrimiento. Y fue así, por eso lo evaluamos como
positivo.
–Según este panorama, ¿hay alguna posibilidad de que se
llegue a la verdad?
–Con el tiempo las esperanzas por saber la verdad se diluyen... es terrible
que pasados diez años pase a ser más importante cómo fue
el encubrimiento que lo que sucedió realmente en la AMIA. Y que ocupe
tanto en mi cabeza todo lo que hicieron después que el hecho mismo.
Ya desde el vamos sabíamos que no podíamos hacer justicia... ¿con
uno que vendió una camioneta íbamos a hacer justicia? No había
con quién, ya desde el vamos no era importante.
–¿No era importante o no era posible que en el juicio surgieran
los culpables?
–Insisto, no era importante lo que se estaba juzgando, porque de hecho
nosotros, que sí hicimos cargo contra Telleldín, le quitamos los
cargos de odio racial o religioso que tiene esta causa porque ni siquiera el
tipo, creemos, sabía para qué era la camioneta.
–¿Así de brutal fue el encubrimiento que no quedan acusados?
–Absolutamente. Hubo complicidad del Estado, de eso no tengo dudas, y
también estoy segura de que todo lo que hicieron fue un intento por cerrar
el caso AMIA, para que no se hable más del tema. Y ahí es donde
se equivocaron. Siento que no pudieron cerrar la causa que era lo que ellos
querían, y el juicio sirve para eso.
–¿Usted tiene su propia hipótesis de las causas y del modo
en que se realizó el atentado?
–Formalmente puedo decir que hubo una célula terrorista árabe
–que puede ser Siria, Hezbollah, vaya a saber– que ingresó
por la Triple Frontera, se conectaron con células dormidas acá
y contaron con una matriz de impunidad que facilitó el atentado y es
parte de nuestra historia, es la continuidad de lo que venía sucediendo
desde la última dictadura.
La matriz de impunidad que facilitó el atentado es parte de nuestra historia.
–¿Pero no siente que en el imaginario social esta masacre quedó
como un hecho aislado dentro de la historia, como algo que sólo les puede
pasar a los judíos?
–Es que por una parte es un atentado antisemita, pero que la sociedad
no lo haya tomado como propio es un problema de la sociedad argentina, que lo
que te pasa a vos no es lo que me pasa a mí y entonces no me importa...
La conciencia colectiva de los argentinos es así; la sociedad no lo tomó
como propio. Y si uno ve, caso a caso, todos los casos de impunidad que ha habido
en estos años, son tantos también que es difícil tomar
a todos como propios.
–¿Pero hay un hilo conductor?
–Por supuesto. Y son estos sinvergüenzas que no tienen ningún
valor por la vida de nadie.
–¿A quién se refiere?
–Por ejemplo a Menem y su gobierno, para todos esos mafiosos los muertos
no valen nada. Y Duhalde es igual. Ahora tengo esperanza, pero no respuestas
sobre lo que pasará en adelante, porque me sorprende, mal, el poder que
tiene Duhalde en este gobierno.
–¿Usted siente como una pérdida que hoy haya tres agrupaciones
distintas que reunen a los familiares de las víctimas del atentado?
–No, porque cuando a la gente no la une algo ideológico y sí
un hecho concreto es muy difícil ponerse de acuerdo. Yo no puedo sentarme
en la misma mesa de quienes defienden la actuación de los fiscales o
del juez Galeano. De hecho, hubo familiares que se retiraron del juicio en desacuerdo
con lo que nosotros evaluamos como más positivo: que se haya retirado
a estos funcionarios.
--¿No pierde fuerza el reclamo de este modo?
--No, lo que sucede es natural. Y si uno ve la historia se da cuenta que en
todos los grupos similares hay divisiones.
--¿Qué peso simbólico tiene el final del juicio?
–En lo personal, ninguno. No es un final, es solamente poner de manifiesto
la complicidad del Estado en el encubrimiento de los hechos.
El acto de Memoria Activa se realizará el día anterior al aniversario, el 18. Diana tiene planeado desayunar en la cama. Eso es todo, la tristeza por lo que Andrés Malamud no pudo vivir no se agita con los números redondos, es como una marca, una rabia de la que Diana ni siquiera intenta curarse.
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