DEBATES
La Iglesia española pateó el tablero pero, antes de que las fichas se mezclen, el Vaticano las puso en su lugar: el preservativo es inmoral, ¡absténganse!, tronó la jerarquía. Pero ¿a quién le habla? Porque sus fieles, igual que los creyentes de otros cultos igualmente divorciados de sus altos mandos fundamentalistas, tienen opiniones y prácticas propias que aquí se animan a defender en pos de una fe que contenga y no que expulse.
› Por Luciana Peker
Póntelo, pónselo.
Mmm, no, mejor no, no te lo pongas ni se lo pongan. Por un momento, la Iglesia
española se alineó con la consigna más famosa a favor del
sexo con preservativo, pero después se rectificó, dio marcha atrás,
y volvió a insistir con su campaña anticondón.
Pero se mueve, terminó diciendo, volviendo a decir, en 1616,
Galileo Galilei cuando fue obligado a retractarse por explicar que la Tierra
se mueve alrededor del sol. El paso en falso de la jerarquía eclesiástica
española se parece a la presión contra Galileo. Porque, más
allá de deseos y valores, la Tierra se mueve.
Sin embargo, este paso en falso, este falso avance que terminó en doble
retroceso, dejó más claro que nunca que la Iglesia por lo
menos todavía- no está dispuesta a ceder su discurso sobre sexualidad,
ni siquiera para recomendar el único método de protección
de una enfermedad que ya tiene 39,4 millones de infectados en todo el mundo
según cifras de Naciones Unidas, y que sólo en 2004
le costó la vida a 3,1 millones de personas.
La condena al preservativo es el límite con más costo político
de la Iglesia católica. Aunque no es la única postura inamovible
y polémica: también hostigan el divorcio, los anticonceptivos,
el aborto, la investigación con células madre y la educación
laica, además de relegar a la mujer a un lugar muy subordinado dentro
de las estructuras eclesiásticas. Pero su posición no está
aislada. En el contexto mundial hay una ola de rebrote conservador basada en
discursos religiosos. Los evangélicos más duros acaban de sentar
a su representante, George W. Bush, en la casa Blanca, y saben que eso garantiza
fondos para los planes que promuevan la abstinencia, la fidelidad y la virginidad
y recortes para los proyectos que impongan más concisas barreras de látex
para el sida.
Mientras que, en el mundo, también crecen los musulmanes con una interpretación
del Islam más hostil hacia la sexualidad y la mujer.
Se ve en muchas partes del mundo una revancha de los conservadores que
han cooptado la agenda política. Es preocupante contemplar la pérdida
de derechos que fueron ganando con sangre, sudor y lágrima. Bush eliminó
fondos para la educación sexual, a costa del cuerpo de la mujer. Da miedo,
sinceramente, evalúa Judith Van Osdol, una pastora norteamericana
-residente en la Argentina de la Iglesia Evangélica LuteranaUnida
y coordinadora continental de la Pastoral delas Mujeres y Justicia de Género
del Consejo Latinoamericano de Iglesias.
En nuestro país la Iglesia es peligrosa señala Mónica
Tarducci, antropóloga y miembro del Instituto Interdisciplinario de Estudios
de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA,
por algo envían a sus catequistas como huestes medievales a hostigar
a las miles de mujeres que se juntan en los Encuentros Nacionales. Pero lo peor
es que los políticos le temen y no se atreven a enfrentarla. Por eso,
entre otrascosas, la Argentina todavía no firmó el Protocolo opcional
de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer (Cedaw).
En la Argentina, la avanzada ortodoxa es palpable. A fines del año pasado,
la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires no pudo aprobar la Ley de Educación
Sexual (a pesar de que poco tiempo antes se había avalado la entrega
gratuita de anticonceptivos y la unión civil entre homosexuales) por
expresa presión política de la Iglesia católica, esta vez
también apoyada por amplios sectores evangélicos. Casi al mismo
tiempo, la muestra del artista plástico León Ferrari fue hostigada
por fieles religiosos, cerrada por la Justicia, reabierta y, finalmente, nuevamente
cerrada, esta vez por el propio Ferrari, que se cansó de los niveles
de presión contra una exposición artística.
La educación sexual, para mí, hoy ya ni es algo discutible.
¡Hay que empezar ya! Pertenecer al tercer o cuarto mundo, como es el caso
de Argentina, nos da la única ventaja de que no necesitamos inventar
nada, sólo debemos copiar lo que hicieron aquellos a quienes les fue
bien, apunta la ingeniera Mónica Zetzsche. Ella es la Presidentade
la Asociación Cristiana Femenina Mundial (YWCA), una organización
ecuménica y, además, la mamá de un alumno de 14 años
de una escuela religiosa porteña. Soy católica practicante
y mi hijo va a un colegio religioso porque creo firmemente en la educación
en valores de la Iglesia en general y en el sentido que le puede dar a la vida
especialmente en períodos como la adolescencia, pero también creo
que debe modificar su perspectiva o los adolescentes seguirán huyendo
a buscar lo que no encuentren, alerta.
En la medida en que las grandes religiones ponen candados, se abren las puertas
de otras creencias. Hay cosas de las religiones que no cierran: a la gente,
a esta altura, no le podés decir que no tenga sexo grafica la periodista
Carla Czudnowsky, por eso, a pesar de que hay una gran vuelta a la espiritualidad,
proliferan más otras doctrinas, como el yoga, el chamanismo o control
mental. Y la verdad es que hacer meditación, leer a Osho o comer arroz,
como mucho te va a hacer perder 15 minutos. No es peligroso. En cambio, salir
a coger sin forro sí es peligroso.
Desde una religiosidad responsable, Mónica Zetzsche advierte: Hay
que asumir que el inicio sexual es cada vez más temprano y que lo que
está en riesgo es la vida de nuestros hijos. Ella es uno de los
mejores ejemplos de que la avanzada religiosa no es estrictamente religiosa.
Están más callados, más dispersos, tienen menos poder,
pero son muchos los religiosos no fundamentalistas que pueden definirse por
acuerdos básicos que no se discuten: la educación sexual, la planificación
familiar, la necesidad de mayor igualdad para las mujeres y la recomendación
de usar preservativo.
Para la iglesia luterana, el preservativo es una acto de responsabilidad
y un signo de sabiduría destaca Lisandro Orlov, pastor de la Iglesia
Evangélica Luterana Unida y coordinador de la pastoral ecuménica
VIH-SIDA-. La Iglesia siempre estuvo a favor de la vida y todo aquello que me
ayude a preservar la vida es ético y es moral. Tampoco el preservativo
es un mal menor porque no es un mal, es un bien. No será perfecto, pero
sí genera un bien. Esas cosas tienen que quedar muy claras. Me
da pudor intelectual tener que responder cuál es mi postura sobre el
uso del preservativo, confiesa el rabino Daniel Goldman. El pudor no es
por vergüenza de lo que no se habla, sino por obviedad. Yo les digo
a todos los adolescentes de mi congregación la célebre: No
seas forro, usá forro. Resulta absurdo que estemos discutiendo
todavía sobre el uso del preservativo y los métodos anticonceptivos,
más en nuestro país; cuando hay tantos pibes pidiendo por las
calles, centrarnos en el condón nos condena a no avanzar en dilemas morales
legítimos, como ser la inequidadsocial. Pero estoy convencido de que
en esto las religiones institucionalizadas tenemos mucha responsabilidad.
Esa responsabilidad que tal vez en el futuro tenga un peso equivalente
al que hoy se le da a la actuación de la Iglesia durante la Inquisición
es la que está frenando, por ejemplo, la educación sexual en las
escuelas en nombre de la sagrada familia. Mónica es tajante: Los
padres y los maestros pueden acompañar el proceso de educación
sexual pero no conducirlo, porque debe estar a cargo de personas capacitadas.
Yo personalmente tengo una comunicación abierta con mi hijo y el tema
del preservativo es claro, como cuando lo llevo a vacunar, sé que lo
estoy cuidando. Pero él una vez me preguntó: ¿Mami,
y qué hago si la chica no quiere que use preservativo?. Para este
tipo de dudas de los adolescentes deben existir profesionales preparados que
nos ayuden a dar respuestas también a los adultos que nunca recibimos
este tipo de educación.
Hay quienes no creen, no necesitan o no están dispuestos a creer. Y hay
quienes sí. Creen, pero no en una fe ciega. Hay una fe siglo XXI.
No fornicarás
Casi a contramano
de la actual hegemonía mundial, José Luis Rodríguez Zapatero
aprobó en España una ley de casamiento y adopción entre
homosexuales y prepara otro proyecto que facilita el divorcio, entre otras avanzadas
progresistas que provocaron fisuras con la Iglesia. Por eso, acorralado por
la cantidad de frentes abiertos contra el Gobierno, el vocero de la Conferencia
Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, le dio un sí,
el 18 de enero pasado, a la Ministra de Sanidad, Elena Salgado. Los preservativos
tienen su contexto en una prevención integral y global del sida,
declaró. La postura recorrió el mundo como un avance histórico.
Por 24 horas. Al otro día, la Iglesia católica española
aclaró: El uso del preservativo implica una conducta sexual inmoral
y, por si quedaba alguna duda, que no es posible aconsejar el uso del
preservativo. En tanto, Javier Lozano Barragán, Ministro de Sanidad
del Vaticano, enfatizó: El sexto mandamiento lo dice claramente:
No fornicar. Y ésta no es una posición negativa, sino
que lo hacemos para defender la vida.
La fallida renovación generó más reacciones adversas de
las que nunca se habían volcado explícitamente contra el Vaticano.
Lo que parecía un paso de la Iglesia Católica con la bota
de siete leguas del gigante del cuento para salir de la caverna y adaptarse
a la modernidad ha quedado en agua de borrajas. ¿Acaso la supervivencia
de la Iglesia Católica no vale un condón?, se preguntaba
Mario Vargas Llosa en un artículo publicado en La Nación. Mientras
que el diario español El País se pronunció en un editorial:
Una moral sexual que anteponga los principios a la persona y cierre los
ojos a la amenaza del sida es inhumana. Si valiéndose de su influencia,
la Iglesia insiste en oponerse o condicionar las políticas preventivas
del Estado sobre el sida, además de interferir en un asunto que no le
compete, se situará en una situación insostenible, pues su actitud
puede constituir un grave riesgo para la salud pública.
Ante estas repercusiones, el papa Juan Pablo II fue más lejos y criticó
la mentalidad inspirada en el laicismo, que se está difundiendo
en España. Siempre he tenido mucho respeto por la Iglesia. Pero
hace ya tiempo que los españoles, en su gran mayoría, optaron
por una sociedad laica y por la separación entre la Iglesia y el Estado,
se mostró firme Zapatero. Al mismo tiempo que abogaba por promover la
castidad, el Papa pidió que la Iglesia se ocupara más de las víctimas
del sida. El pastor Orlov objeta esa postura: Primero, nadie es víctima
del sida, como nadie es víctima de la gripe, pero ese vocabulario ya
revela los prejuicios. Las personas viviendo con HIV no quieren compasión,
ni lástima, piden justicia. Y la Iglesia tiene que ser la voz profética
que denuncie todainjusticia, no porque les tenemos lástima, sino porque
estamos construyendo un mundo más justo. Hoy nos preocupamos más
por lo que pasa en las sábanas que por lo que pasa en la sociedad. Hay
que recuperar el Evangelio y su herramienta transformadora, no conservadora.
Hay muchos católicos que tienen una postura distinta a la de la
Iglesia
enmarca el teólogo español Enrique Miret. Acá
el 80% de los ciudadanos se declaran católicos y el 40% practicantes,
pero ni siquiera ellos siguen los mandatos de Roma porque tienen muy poco que
ver con la realidad y con lo que creen los españoles.
En la Argentina hay encuestas de opinión pública que marcan que,
para la mayoría de la gente, ser religioso no significa seguir las ideas
que predican las autoridades religiosas. El 88% de los porteños cree
en Dios (y dentro de ellos, el 67% es católico, el 9% de otro credo y
el 23% de ninguna religión en particular) e, incluso, el 33% una vez
al mes o más frecuentemente va a la iglesia o al templo. Pero, junto
con sus creencias, el 98% de los entrevistados está de acuerdo con que
la educación sexual debe ser incorporada a los planes de estudio de todas
las escuelas secundarias y el 96% respalda que el Estado lleve adelante campañas
de prevención de vih-sida destinadas a la población adolescente
con distribución de preservativo, según un sondeo realizado en
agosto de 2004 por la socióloga Mónica Petracci, del Centro de
Estudios de Estado y Sociedad (Cedes).
La Iglesia debe ponerse a trabajar urgente para poder aceptar lo que está
ocurriendo y encontrar la forma elegante de cuidar a su gente. Tiene que ser
muy rápido porque el sida hoy no nos da tiempo y la llegada de la Iglesia
es enorme y su decisión va a cambiar la historia de esta pandemia. Yo
los urjo a que se sumen y nos ayuden, estoy convencida de que tienen que estar
sumamente preocupados porque sus propios fieles empiezan a ser los más
vulnerables, alienta Mónica, en alusión al aumento, en todo
el mundo, de mujeres con vih.
El lugar de las mujeres
Mujeres. Otra
palabra que parece obvia y que también, a esta altura, despierta polémicas.
Porque, a diferencia de otros segmentos sociales, las religiones todavía
relegan a las mujeres a un lugar muy inferior en sus estructuras. La Iglesia
católica debe darle más lugar a las mujeres, sostiene Mónica.
Por un estado laico que respete la decisión de las mujeres,
es uno de los lemas de Católicas por el Derecho a Decidir.
La tradición judeocristiana está basada en la culpa frente
al placer y al goce y esto incluye el placer sexual opina Nora Sliwkowicz,
sexóloga y coordinadora del departamento de género y sexualidad
de la Asociación Gestáltica de Buenos Aires. Por eso se
toma la genitalidad sólo para la reproducción, no para un encuentro
lúdico o divertido. Y la religión judía es tan machista
como la católica. El rabino Daniel Goldman reconoce esa crítica:
Las religiones occidentales son machistas. Pero creo que el gran desafío
práctico está en democratizar el culto como expresión cultural
de una sociedad cuyo paradigma de la sanidad debería ser lo no
sexista. En el movimiento liberal judío hay mujeres rabinos, y
en mi congregación las mujeres cumplen con las mismas funciones rituales
que el varón.
Dentro del catolicismo también hay ramas que luchan por el reconocimiento
oficial de sacerdotisas, algo que con los matices propios de cada credo-
ya ocurre en otras religiones. La pastora Van Osdol, también mamá
de Lía y de Daniel, explica: En la Iglesia luterana tenemos una
historia formidable de lucha por la igualdad de género. Estoincluye el
uso del lenguaje inclusivo en las traducciones de la Biblia y en la misa y la
superación de la violencia. Además tenemos mujeres obispas en
muchas partes del mundo. Ni la amistad ni el amor verdaderoson posibles entre
seres desiguales. Y en la Biblia está claro que tanto elvarón
como lamujer estamos creados en imagen y semejanza de Dios. Igualmente, los
cambios llevan tiempo. La antropóloga Tarducci diferencia: Hay
religiones, como los luteranos o los metodistas, que han cambiado y aceptan
pastoras. Pero otras no lo harán nunca porque la subordinación
de las mujeres forma parte sustancial de su filosofía. En realidad, las
iglesias fundamentalistas, y en ellas colocó a la católica, perdieron
ante la secularización del mundo moderno, y si en una época para
el Vaticano el enemigo era el comunismo, desde hace dos décadas se centran
en la defensa de la familia y contra la relajación de las costumbres
expresada en la homosexualidad y el feminismo. En eso, su discurso es igual
al de los protestantes que apoyan a Bush.
Cuando las Iglesiaspretenden intervenir en políticas de Estado
e impedir la libertad que Dios nos dio, estamos jugandoy suplantando el rol
de Dios subraya Van Osdol. Las consecuencias son caminos que conducena
la muerte. Tenemos que apoyar la vida y en especial a las más perjudicadas
dentro de lasociedadmachista, que son las mujeres, y en especial a las másperjudicadaseconómicamente.
En este sentido, Goldman remarca: Las religiones deberían evolucionar
y evolucionar significa reinterpretar los textos clásicos a la luz de
la realidad que a cada generación le toca vivir. La religión es
la tarea de exégesis espiritualpermanente. En sintonía,
Orlov propone hacer redes entre quienes creen en que la fe no es sinónimo
de retrocesos. Los fundamentalismos tienen un discurso hegemónico
que no es propiedad de una sola religión ni de una sola cultura. Es evidente
que están avanzando. La resistencia también tiene que ser transversal
sugiere, porque hay mucha gente en todas las iglesias que piensa
diferente.
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