Dios nació mujer
Las pruebas arqueológicas evidencian que el primer Dios fue concebido y reconocido como mujer durante 20 mil años y que no hubo más divinidad que la Gran Diosa hasta que, entre los milenios VI y III a.C., por necesidades socioeconómicas, apareció el concepto de Dios varón y la sumisión se impuso así en la tierra como en el cielo”, describe el periodista español Pepe Rodríguez en el libro Dios nació mujer.
No es el único que redescubre la cara femenina de Dios. Hoy en día, la reverenda Judith Van Osdol se anima a poner en duda la masculinidad suprema. “Si bien es cierto que hay lenguaje bíblico que habla de Dios como Padre,esto se refiere a una relación de adopción de los seres humanos como hijose hijas, y no implica una sexualidad de Dios. Hay imágenesque nunca se usan, ni se escuchan en el culto –Dios como la mujer amasando el pan, la mamá gallina juntando sus pollitos bajo sus alas, etc.– pero es verdad que cuando hablamosde imágenes femeninas la gente salta y protesta”, relata, con audacia, pero también realismo.
El rabino Daniel Goldman también reflexiona sobre los efectos colaterales de que Dios sea él y no ella: “Las religiones son producto de mitos y arquetipos culturales creados a imagen y semejanza de la creencia en un Dios varón. Cuando nos apropiamos del Dios lo hicimos varón. ¡Qué error! Si hubiésemos creído en un Dios mujer –como en el libro de Martín Caparrós– seguramente la historia de la humanidad y el vínculo con lo divino hubiese sido distinto. Pero, desde un punto de vista teológico, Dios no es ni varón ni mujer. ‘Dios es’ y eso significa que no tiene sexo”.
Sin embargo, hay quienes llegan mucho más lejos. Y, en sintonía con las mujeres antiguas, se asumen como creyentes de “la” Diosa. “Las religiones monoteístas tienen un Dios masculino porque es una forma de darles poder a los varones –apunta Analía Bernardo, integrante del movimiento de la Diosa en Argentina e investigadora de las tradiciones sagradas femeninas-. En cambio, el movimiento de la Diosa es una corriente espiritual que surgió en los años ‘70, en donde creemos en la Diosa y en Dios (no en el judeo-cristiano) y en que la sexualidad es sagrada y no está atravesada por ningún pecado original. Es un movimiento abierto, no una estructura religiosa; hacemos rituales con una visión espiritual femenina que celebra las energías y los derechos de las mujeres sin anular la parte mística.”
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