Vie 01.04.2005
las12

SOCIEDAD

Recursos humanos

Casa Refugio es un lugar de tránsito para mujeres víctimas de violencia familiar. Allí son recibidas para que, junto con sus niñas y niños, puedan reconstruir lazos, autoestimas y vidas lastimadas. Aunque el trabajo del equipo de profesionales es fundamental, su recuperación no sería la misma sin la presencia de las y los voluntarias/os, esas personas interesadas en generar un ida y vuelta a fuerza de solidaridad.

Por Laura Rosso

No habría voluntariado sin voluntarios/as o ciudadanos/as que deciden involucrarse y envolverse en tareas solidarias. El campo del voluntariado se expresa en trabajos de acción social que resultan un verdadero motor dentro del entramado comunitario, porque la participación en prácticas voluntarias alude básicamente a la solidaridad. El voluntariado –un fenómeno que crece en nuestro país y a nivel mundial– implica un trabajo en red de capacitación de recursos humanos, de especialización en temas de complejidades diferentes, y de acción social en situaciones claves. En nuestro país hay voluntario/as trabajando en organizaciones no gubernamentales (ONG) y en instituciones estatales.
Daniela Cerchiaro es la coordinadora del Programa de Voluntariado “Ser Solidario” (de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de la ciudad de Buenos Aires), que brinda capacitación a través de cursos abiertos a la comunidad en temáticas como niñez, tercera edad, mujer, no videntes, ecología y un largo etcétera. Los/as voluntario/as intervienen en distintos campos de acción (instituciones, asociaciones, entidades sin fines de lucro, grupos comunitarios, etc.) para colaborar en la solución de problemas sociales. Entregan parte de su tiempo, energía y vocación para llevar adelante los proyectos que los nuclean mediante estrategias operativas diseñadas por los coordinadores de campo.
Analía, Yanina, Julieta, Marcela y Selva son algunas de las voluntarias que, con la coordinación de Julia Canossa, trabajan en Casa Refugio, una institución de puertas cerradas, un lugar de tránsito de madres e hijos víctimas de violencia familiar. Allí, las chicas realizan actividades de recreación, apoyo escolar y deportes. Ellas destacan el ida y vuelta del trabajo voluntario: “Hacemos algo por otras personas. Mientras estas mujeres con sus hijos e hijas están ahí, pueden vincularse afectivamente, se relacionan de otra manera, aprenden a revalorizar la palabra. Pero nosotras también nos llevamos mucho”. Hay un feedback, en ellas queda una huella. Las chicas comparten dos días por semana con los chicos del Refugio, ponen el cuerpo, se organizan, se reúnen por propio deseo y generan un gran contrapeso solidario. Cuentan que se encariñan mucho con ellos y ellas, que participan de los festejos de cumpleaños, de Navidad, Año Nuevo, que durante el verano los llevaron a la colonia, que les enseñan inglés, que fabrican juguetes, que bailan, cantan, dibujan, leen, hacen los deberes, cocinan, escuchan música y despliegan toda su imaginación, creatividad y espontaneidad para que los chicos descubran algo de un mundo que no conocen. Para las mamás del Refugio hay talleres de lectura, talleres de reflexión y de autoestima organizados por el equipo técnico.
Daniela Cerchiaro define el rol que debería tener un programa de voluntariado del Estado: “La mayoría de los trabajos voluntarios se hace a partir de la sociedad civil organizada. La misión del Estado es promover el voluntariado, que es promover la participación ciudadana a través de sus organizaciones. Como parte de esta estrategia es que hemos armado un plan de promoción y fortalecimiento del voluntariado que vamos a llevar adelante durante este año, con una amplia oferta de cursos de capacitación en diversas temáticas que han sido diseñados por alrededor de 55 organizaciones y, en su gran mayoría, son abiertos a la comunidad. Armar un plan para trabajar articuladamente junto con otras organizaciones civiles (como Huésped y Buenos Aires Sida que trabajan la temática del sida; Amia trabajando la problemática de vejez, niñez y discapacidad, Amar trabajando discapacidad, Cruz Roja trabajando emergencias) que necesitan el apoyo del Estado para promover y potenciar el trabajo que vienen realizando en la mayoría de los casos de manera casi silenciosa. Por otra parte, el Programa Ser Solidario tiene, también, su propio trabajo de campo realizando tareas en hogares de madres, tercera edad, comedores de grupos comunitarios, hogares de chicos...”
El compromiso y la responsabilidad que se asume como voluntario marcan la diferencia con respecto a la beneficencia. Ser voluntario tiene que ver con formar un grupo de trabajo para realizar un trabajo social que perdure en el tiempo. Cerchiaro explica que mientras “la beneficencia tiene que ver con dar sin recibir nada a cambio, dar algo porque lo querés dar”, el voluntariado “tiene un ida y vuelta, es una práctica solidaria permanente que se sostiene en el tiempo y tiene una característica diferente que es que las dos partes se llevan algo”. “Cuando llegan están dando algo de ellas, pero todas se vuelven con algo encima. Una práctica de un momento, un trabajo, un compromiso que no tiene la beneficencia. No está mal que haya personas que se reúnan eventualmente por una causa determinada y organizan desde un recital hasta una actividad deportiva para juntar ropa, alimentos, medicamentos y, luego, las mandan a las víctimas de un terremoto o una inundación. Hemos visto acciones solidarias de estas características permanentemente y obviamente las apoyamos y colaboramos muchas veces en su organización. Pero el voluntariado, como nosotros lo concebimos, es otra cosa. Se trata de entregar tu tiempo, en forma absolutamente gratuita, para llevar adelante una acción solidaria asumiendo el compromiso de sostenerlo en el tiempo. Esto redunda en mejorar la calidad del tiempo de los otros. Pensemos lo que significa para un abuelo sin familia la visita de alguien que, con una periodicidad pautada, le propone un rato de juego o de lectura y lo que significa para ese voluntario cuando logra que ese abuelo, que tal vez ya no tiene ganas de moverse, vuelva a caminar. Promover esta práctica bajo esta concepción es nuestro objetivo.”

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