MúSICA
Lo que para otras es dificultad, para ella fue un golpe de suerte. Es que hablar de Ciudad de Dios, la mítica favela en la que nació, fue como un salvoconducto hacia Europa y Estados Unidos para las canciones de Tati Quebra-Barraco. Y eso que la chica empezó a cantar y componer semejantes chanchadas buscando nada más que independencia económica. Lo logró, vaya que lo logró.
› Por Mariana Enriquez
Un nuevo género nacido en las favelas y los barrios más pobres de Río de Janeiro sacude Brasil, y para muchos se trata de una verdadera revolución femenina: se trata del funk carioca, comandado por mujeres pobres que dejan sus trabajos como mucamas o mozas para convertirse en cantantes –en rigor, “maestras de ceremonia” o “MCs”– y cada vez cuentan con un público más ávido de escuchar sus letras explícitas sobre sexo casual y celebraciones del placer. Y, mucho más importante, el funk carioca les da la posibilidad de una independencia económica con las que muchas ni siquiera soñaban.
El funk carioca es similar al Miami Bass, un estilo de hip hop que exalta las virtudes, los placeres y las obsesiones sexuales; en EE.UU. lo cultivan bandas como 2 Live Crew y 69 Boyz. En Brasil, el género se nutrió de ritmos locales, y en los morros de Río de Janeiro, las fiestas funk congregan hasta un millón de personas durante los fines de semana. Y hay otros subgéneros además del sexualmente explícito: como la cumbia villera, algunos celebran a las pandillas y los narcos que dominan las favelas.
En esta nueva cultura juvenil, la reina indiscutida es Tati QuebraBarraco. Deliciosa, guerrera, nativa de la célebre Ciudad de Dios, prefiere el funk más brutal, el menos edulcorado. Y dice que no tiene ni el carácter ni el físico para jugar a la niña bonita. Su tema más famoso se llama “Soy fea pero estoy de moda”. Declaración que lo resume todo. Su actitud confrontacional, y su negativa a conformar los cánones de belleza de pantera esbelta que cunden en el hip hop y el funk. Y sus letras son muy divertidas: “Vení acá con tu tigresa/ Quiero que la chupes/ Ah, gatito, te gusta, pero sabés que/ Si yo pago el hotel tenés que hacer lo que yo quiero”. Y en Short dick man o Eu nao gosto de peru pequeño, Tati se burla un poco del diminuto pene de un amante ocasional: “No me gustan los chupetines finitos”. También repasa todas y cada una las posiciones del Kamasutra, y se puede poner romántica, pero con vuelta de tuerca: “En la luz soy una niña/ En el agua soy mimosa/ En la tierra soy una mujer/ En todas partes soy sabrosa/ mi marido ya nunca está triste/ Porque me preocupé por estar con tu marido/ Y de él encontré satisfacción”. “Nunca fui linda”, dice Tati. “Fui una adolescente fea y gorda, y empecé a usar letras explícitas para atraer la atención de los hombres. Cuando empecé a cantar estas cosas, todo mejoró. No podía conseguir un novio. Y ahora tengo un esposo extraordinario, y soy muy feliz. No hace falta ser una gatita domesticada”. Junto a DJ Marlboro, su productor y mano derecha, logró un gran éxito con su segundo disco Boladona.
Tati trabajaba como cocinera comunitaria en su barrio donde la conocían como Tatiana dos Santos Lourenço. A los 12 años empezó a ir bailar funk y se hizo famosa por pegarles a los muchachotes que trataban de manosearla en la pista. Y aunque se está haciendo muy famosa, a los 25 años sigueviviendo en Ciudad de Dios con su esposo Fabio (un guardia de seguridad que mide más de dos metros) y sus hijas Ana Carolina (de 9 años) y Yuri (de 6). Trató de mudarse, y hasta alquiló una casa con piscina en Inhauma, pero sintió nostalgia, y volvió a la favela. Prefiere estar cerca de su abuela, que la crió, junto a sus hermanos. En este momento, Tati está ganando unos mil dólares por show, e insiste en que es un ejemplo de independencia económica femenina en una comunidad donde las posibilidades son casi nulas. “Nunca pensé en ser MC, pero estuve sin trabajo muchos meses, y lo único que pude hacer es intentar esta música. A la gente le gustó, y lo logré. Pasaron siete años, y aquí estoy. Es una buena forma de ganar dinero.” Una MC puede ganar diez veces más que en cualquier trabajo común para una mujer de la favela. Como sucede con los grupos de cumbia en Argentina, con frecuencia tienen que actuar varias veces la misma noche para hacerse de un buen dinero: se la pasan manejando una van de favela en favela toda la noche. Tati ya no pertenece a esa liga. Fue invitada de la última Fashion Week de San Pablo, y a veces actúa para los ricos y turistas del legendario Palace Hotel de Copacabana. Y está de moda en Europa, sobre todo en Londres y Alemania, adonde ya se fue de gira. En Estados Unidos, ha tocado en fiestas privadas. El nuevo ritmo que trae con ella, su feroz sensualidad, las canciones plagadas de sirenas y gritos de niños llaman la atención del mundo que volvió a descubrir la intensidad del Brasil gracias, claro, a la película de Fernando Meirelles que estuvo nominada al Oscar.
Tati asegura que nunca imaginó que nacer en Ciudad de Dios podría resultar un golpe de suerte. El programa Slum Dunk de la influyente FM Resonance de Londres pasa sus canciones, y es la estrella del documental de la directora Dense García que lleva uno de sus temas como título: en Soy fea pero estoy de moda, García sigue a Tati, embarazada de siete meses, por todos los clubs funk de Río de Janeiro, y obtiene una mirada inédita sobre el nuevo fenómeno. Incluye, además, las críticas y problemas que tienen el género en general y Tati en particular.
Una nueva ley prohíbe en Río pasar las explícitas canciones de funk carioca antes de las diez de la noche. Y otros cultores del género -especialmente chicas más “delicadas” que Tati– insisten en que muchas letras pueden resultar “degradantes para la mujer”. Se refieren puntualmente a un tema de Tati donde ella ronronea “acabame en la cara”. Y también a otras canciones que desataron una guerra de “solteras contra casadas”: las primeras defienden su derecho a ser amantes y gritarlo, las otras tratan a sus competidoras de prostitutas y defienden a sus hombres. Tati, que se corre de la batalla, también se defiende: “Al pueblo le gustan las cosas depravadas. Y divertidas. Por eso les gusto”.
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