Vie 04.11.2005
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INTERNACIONALES

La princesa está triste

Leonor ha nacido princesa, pero es una lástima, salvo que sea única hija o que sus hermanas sean sólo eso –hermanas mujeres– nunca llegará a reina, ya que la Constitución española la discrimina claramente. Puede no parecer un gran tema el de la monarquía, pero atentas a ese deseo de las niñas, siempre alentado por jugueterías y cuentos infantiles, de llevar coronita, no está mal preguntarse cómo es que en el país en el que la igualdad de género es un tema de Estado, a la princesa la dejen así, triste.

› Por Luciana Peker

Por un problema de protocolo (justo, justo, no haber invitado a su bautismo a una bruja malvada), la bella durmiente se convierte en durmiente. Bah, primero es obligada a exiliarse de palacio para preservarla del hechizo de la bruja resentida que le había pronosticado una pinchadura con una aguja de coser, de la que la princesita no se salva ni con coronita. Se pincha nomás y –gracias a sus hadas madrinas– no se muere, apenas se duerme (eso sí ¡cien años!). Así como estaba de planchada fue despertada (sin cirugías, formol ni fórmula Walt Disney) por el beso de un valiente príncipe. Se casaron y comieron perdices.

Be happy

Justo ahora que las mujeres no están condenadas al sueño eterno, ni siquiera al encierro, sino a la adrenalina de hacerlo todo y todo bien, justo ahora que las mujeres no esperan príncipes, sino que buscan amores (y en todo caso se quejan si no hay hombres, si son fóbicos o si son demandantes, pero nunca se quedan haciendo la plancha), justo ahora que los besos no son el final del cuento sino apenas el principio, justo ahora la Bella Durmiente y toda la parafernalia de las princesas con Disney (no el congelado durmiente sino la compañía), Barbie princesa y los clásicos de coronita están más de moda que nunca, justo ahora, el 31 de octubre, nació la princesita Leonor, la primera que podría ser reina de España.

Leonor don’t worry

Dicen que es llorona –dixit de su abuela, la Reina Sofía–, redonda y gordita –Petinatto dice que si es verdad que pesa 3,400 kg, pesa más que su mamá, la princesa Letizia, que desmintió su anorexia por comunicado oficial pero que tiene una delgadez terminante y a la vista–. Y eso sí, no duerme como la Bella Durmiente sino que no deja dormir a sus padres –el príncipe Felipe fue catalogado por la prensa como “un padre de tiempo completo” porque durmió (o, según él, no durmió) los dos primeros días en la clínica, pero al tercero ya comenzó su agenda oficial y terminó con su pronta licencia por paternidad– y ya tiene flores, flores y flores.Su papá, Don Felipe, el soltero que todos querían casar, el casado que todos querían hacer procrear, dijo que no sabía el sexo –¿ni una eco?, ¿ni un poquito de curiosidad por la tecnología 4D?– y que ni siquiera cuando nació se acordó de preguntarlo hasta que se dio cuenta del despiste y se enteró de que era una niña. Mmmmmmmmmmm, en España, a todo esto, el debate iba más allá de la duda existencial (batitas, paredes y hasta chupetes) por la antinomia rosa/celeste, hasta la necesidad (o no) de reformar la mismísima Constitución, según el pito o la vagina del bebito que terminó en Leonor.Porque el asunto es que la Constitución dice que Leonor de Borbón Ortiz, la hija de Felipe, el futuro Rey por ser el hijo del rey Juan Carlos, sólo será Reina si es única hija o si Felipe y Leticia no tienen ningún varón. O sea que solita puede tener algún changüí, pero que cualquier moisés celeste en brazos de sus padres puede ensombrecerle el camino.

En España se acaba de aprobar una nueva ley contra la violencia doméstica –con penas más duras para los golpeadores– y gobierna un presidente –José Luis Zapatero– que decretó a la igualdad de género como su primera medida de Estado y tiene un gabinete con ocho mujeres. En este contexto, la princesita discriminada no iba a sonar ni a cuento ni a buen ejemplo. Igual, el debate se barrió debajo de la alfombra de los secretos hasta que se pudo (¿y si hubiera nacido varón la reforma no iba a ser igualmente necesaria?), pero nació Leonor.

Ahora, desde Zapatero hasta el más conservador Partido Popular expresaron su apoyo a la reforma constitucional para la igualdad de género entre príncipes y princesitas, aunque aclararon que no hay ningún apuro. Y, de hecho, se calcula que la reforma recién se terminará en el 2008. Soledad García Muñoz nació en ese país donde nadie tiene que explicar el apellido de Sofía y Juan Carlos, aunque a la revista Hola le encante poner los muchos apellidos de Sofía, Juan Carlos y cía. En Madrid se recibió de abogada, aunque ahora vive en la Argentina y es profesora del área de Género y Derechos de las Mujeres del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de La Plata. Ella valora las reformas que traerá Leonor: “El derecho de igualdad entre mujeres y hombres hace a la esencia de los derechos humanos y de la democracia y no admite excepciones. Si una sociedad democrática como la española ha elegido la monarquía como jefatura del Estado, sus reglas también le son aplicables y resulta inadmisible la prevalencia de los derechos del varón sobre la mujer en aplicación de una ley obsoleta”. En España, la secretaria general de políticas de igualdad, Soledad Murillo, sostuvo que la prioridad de un heredero en la corona española viola el tratado de la Convención para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres (Cedaw, por sus siglas en inglés). “A partir de ahora, dejarán de llamarnos la atención en la Cedaw, donde todos los años criticaban a España por la falta de coherencia entre el artículo 14 de la Constitución, que consagra la igualdad entre hombres y mujeres, y el 57, que da preferencia al varón en el orden sucesorio.”Soledad es una acérrima defensora del tratado de la Cedaw y, en ese sentido, también asiente: “Cualquiera sea la forma o el ámbito en que un Estado permite distinciones de trato entre mujeres y hombres por motivos sexistas, está incumpliendo sus obligaciones. La norma constitucional a reformar es claramente incompatible con las previsiones de la Cedaw. La reforma de este precepto constitucional es la única salida coherente con los impulsos legislativos y otras medidas que el Estado español está tomando para garantizar los derechos humanos de las mujeres; de producirse, será un buen ejemplo para otros países en los cuales subsiste legislación discriminatoria”.

La reforma, todavía sin fecha, parece un hecho. En una encuesta entre los lectores de El país, del 31 de octubre, el 79 por ciento de los votantes se mostró a favor de reformar la Constitución para que Leonor pueda ser reina. La periodista Montserrat Boix, directora del portal Red de Mujeres, apunta: “Hay poco debate al respecto, incluso los partidos enfrentados PSOE y PP están de acuerdo en la modificación de la Constitución y en darle los mismos derechos a la niña que los que hubiera tenido un niño. El problema es que técnicamente es complejo”. Igualmente, el derecho de Leonor también genera otras dudas. ¿En una sociedad tan desigual es importante defender el derecho de la princesa a coronarse reina o el reinado es en sí mismo una desigualdad? ¿Es importante pelear por esta frivolidad, o la frivolidad de la corona es un buen espejo (o espejito) para que la sociedad se refleje en un sueño (la monarquía siempre lo ha sido) de equidad?“Independientemente de lo que cada quien opine sobre las monarquías como sistema de gobierno, en los hechos su rol simbólico y hasta ejemplificador para amplios sectores de la sociedad es innegable. Mucho más cuando se trata de instituciones constitucionales insertas en la vida en democracia, como es el caso de España y otros países europeos –opina García Muñoz–. Para la sociedad es un mensaje potente de que todas las barreras a la igualdad pueden y deben caer.”

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