Vie 13.01.2006
las12

ENTREVISTA A LEONOR CALVERA

Chicas bravas

La relectura que Leonor Calvera hace en su último libro de los personajes femeninos, mitológicos e históricos, que rompieron el molde impuesto por el patriarcado, sumada a la erudición que rebosa, vuelve fascinante la lectura de Diosas, brujas y damas de la noche, un texto cuyo trasfondo traza la historia de la misoginia.

› Por Moira Soto

Rebeldes, sabias, insurrectas, vengadoras, desobedientes, místicas, refractarias al poder establecido, vampiras, santas, hechiceras: de esta laya son las figuras de mujer que habitan Diosas, brujas y damas de la noche (Grupo Editor Latinoamericano), el nuevo y cautivante ensayo de Leonor Calvera, un texto que prosigue y complementa las investigaciones desarrolladas por esta pensadora en Historia de la Gran Serpiente (Vinciguerra, 2000).

Feminista, activista de la primera hora del resurgir de los ’60, Leonor Calvera se ha especializado en religiones comparadas, ha traducido textos sagrados orientales como el Dhammapada y el Bhagavad Vita y ha escrito Las fuentes del hinduismo (Dédalo, 1979), Las fuentes del budismo (Leviatán, 1985) y Comentarios al Tao te King (Leviatán, 1989). En 1982, Calvera abrió nuevos y estimulantes caminos a la toma de conciencia feminista con El género mujer (Editorial de Belgrano), trabajo seguido por Camila O’ Gorman (Leviatán, 1986) y Mujeres y feminismo en la Argentina (Grupo Editor Latinoamericano, 1990). Su permanente empeño en hacer dialogar las religiones y los géneros le ha dejado espacio para componer dos libros de poesía: Mi casa en la ciudad, y Poemas y canciones a mi madre (1993). En una mañana tormentosa, entre rayos y centellas, Leonor Calvera brinda la entrevista que sigue a Las12.

La erudición que revela Diosas, brujas... no impide que sea un libro apasionante, al alcance de todo el mundo, que puede sorprender incluso a aquell@s lector@as más familiarizad@s con esta temática. ¿Partiste de conclusiones previas?

–Como me pasó con El género mujer, con Camila..., con La Gran Serpiente, en Diosas... me impulsó la búsqueda del conocimiento formativo y, por otro lado, desentrañar la madeja siniestra del funcionamiento de los grupos de poder con respecto a la gente, cómo se llega a dominar a gran cantidad de personas durante mucho tiempo. En varias de mis obras, entonces, el gozne está puesto en el análisis del poder.

Entre esa gente que es dominada, ¿las mujeres suelen ser las primeras víctimas?

–Exactamente. Sin desconocer que pueblos enteros han sido atrapados, a veces durante siglos, en estos mecanismos de poder. Cosa que, por otra parte, sigue sucediendo en la actualidad, pese a lo mucho que se habla de democracia.

Entre las grandes diosas y las figuras menores de la primera parte, no te detenés en las Diosas Madres del Paleolítico.

–Es que a ellas traté de perfilarlas en mi libro anterior: mi tesis es que de la Gran Madre Serpiente derivan todas las demás, que serían fragmentaciones de la primera Gran Diosa o como se la denominara en ese momento, porque estos nombres se los ponemos desde acá y ahora, con los parámetros culturales actuales.

Y masculinos, porque si hay un Dios Padre, tiene que haber una Diosa Madre...

–Claro, y tal vez el concepto no era exactamente ése. Hay un tema que estoy trabajando ahora, que es complementario de estos trabajos: la historia de la muerte a través de los siglos. Tema que de algún modo ya aparecía en El género mujer, en Camila y que está muy presente en Diosas..., donde me extiendo sobre una contracultura que se ha mantenido –a veces en forma subterránea– durante miles de años. En la actualidad, cada vez más, hay numerosas mujeres que se dicen a sí mismas brujas como una manera de volver a un pensamiento más abarcador, que no sea dicotómico masculino tradicional.

Entre otras interpretaciones que incita, Diosas... se puede leer como una historia de la misoginia. Es decir, del odio, el miedo, el rechazo, la interiorización de la mujer, apelando a diversos recursos, hasta los más crueles y aniquiladores.

–Sin duda estamos hablando de las raíces del miedo a las mujeres. En el caso de las brujas, uno de los objetivos era usarlas como escarmiento para que las demás mujeres no se desviaran de la norma, de los mandatos patriarcales. ¿Qué cosa más terrible que torturar y quemar para aleccionar a la mayoría?

Antes de la persecución de las brujas, explicás en detalle cómo fueron desvirtuados los rasgos originales de diosas como Kali, Hécate, Artemisa. Personajes como Lilith son borrados del mapa. Pero si hay un tema que nos toca de cerca en Occidente es el de la Virgen María, que desarrollás en la segunda parte.

–Prácticamente una invención de concilios y encíclicas, las fechas de celebración de la Virgen coinciden con los cultos lunares. Por otro lado, la virginidad fue reconocida recién en 1555 y mucho más tarde los dogmas de la Inmaculada Concepción y la Asunción. Realmente, la veneración a María fue un nítido caso de amalgama o apropiación, porque en el misógino panorama teológico de las primeras centurias cristianas se hizo sentir la necesidad de un principio femenino. Y fijate que ahora, en medio del caos, aparecen más y más vírgenes que ponen en evidencia la necesidad de rendir culto a una figura materna, protectora. La Virgen es una figura que no resulta conflictiva, es asexuada, no despierta los temores de la severidad de Dios Padre.

Es lo opuesto de la femme fatale...

–Obviamente, la contrapartida de Lilith, que tanta inquietud despierta, que les sorbe los sesos a los varones y les quita su poder genesíaco... Hay un temor masculino a la sexualidad femenina que está dando vueltas todo el tiempo. Por eso, pese a la supuesta libertad sexual actual, hay tanto chiste sobre sexo. Se dice en broma lo que nadie se atreve a reconocer en serio. En lo que se ve y se oye en televisión, el metamensaje es: “Ustedes son un objeto, nosotros las podemos sexualmente, no son más que un trozo de carne”. No hay horario que esté a salvo de este tratamiento denigrante de la imagen de la mujer. Creo que otra prueba del miedo masculino a la sexualidad real y autónoma de la mujer es el enorme avance de la paidofilia, que en última instancia no es otra cosa que falta de respeto a la alteridad femenina. Con una criatura, los hombres no se sienten cuestionados, son los amos nuevamente. Un análisis profundo de la paidofilia puede derivar en algunas sorpresas, si consideramos que esta aberrante práctica es un 98 por ciento masculina.

En los capítulos referidos a la Virgen María, al exterminio de las beguinas y más tarde de las brujas, se recorta la historia negra de la Iglesia Católica y su ambición hegemónica, política, económica...

–Es que la Iglesia se involucró muchísimo con el poder temporal de turno, incluso cuando pudo trató de someterlo a sus designios, desvirtuando el mensaje original del cristianismo. Se dio vuelta entonces, la doctrina del desprendimiento de bienes materiales, de genuina caridad... En algunos momentos, hubo grupos de monjes y monjas que fueron perseguidos porque querían volver a la pobreza original frente a una Iglesia que hacía todo lo contrario.

La cantidad y variedad de comunidades femeninas en busca de autonomía, de una cultura alternativa, de transmitirse conocimientos, fueron intentos reiterados de las mujeres de subvertir la situación de sojuzgamiento.

–Absolutamente. Lo intentaron a lo largo de la Historia y siempre fueron aplastadas por la fuerza, abatidas. Pero como después la Historia la contaron representantes del poder dominante, esta información se dejó de lado. Aun ahora hay muy poca gente que conozca la historia de las beguinas que después de todo fueron muchísimas y actuaron durante dos siglos y medio. Hubo beguinajes enormes, hasta de 18 conventos en Europa. El primer grupo surgió entre 1170 y 1175: después de un período de prueba de dos meses, adoptaban una sencilla vestimenta marrón, hacían votos de castidad de validez temporal y se avenían a una fuerte disciplina de trabajo. El papa Honorio III aprobó a estas “pías mujeres” y su número fue creciendo en Flandes, Alemania, Francia, Italia, a lo largo del Rhin. Rasgos distintivos de las beguinas fueron su cultura y su entrega a un fuerte misticismo. En 1325, una bula de Juan XXII afirmó que se debía considerar hereje a quien afirmase que Cristo no tenía bienes. Es el comienzo del fin de las beguinas. En 1310, Marguerite Porète es quemada por no querer retractarse de sus dichos en el libro Espejo de las almas simples. A partir de 1312, las propiedades de las beguinas, mujeres que en su mayor parte provenían de familias adineradas, son confiscadas, se obliga a muchas a casarse. En 1421 se disuelven todos los beguinajes y la persecución adopta forma de exterminio, unas cuantas mueren en la hoguera. Así se suprimió el primer movimiento de mujeres de la cristiandad y se borraron sus huellas. Del mismo modo que actúa el criminal, que después de matar limpia las huellas de su crimen...

El de las brujas es el genocidio del que menos se habla como tal, pese a la cantidad enorme de torturadas y asesinadas.

–Es cierto, no se lo menciona en el nivel de otros importantes genocidios, no hay un reconocimiento oficial. Una de las maneras de lograr que no se conozcan ciertas verdades es no integrarlas a la cultura general, marginarlas. Pensá que en la época en que acá se exterminaban las culturas americanas, en Europa se estaba quemando a muchísimas brujas. En realidad, tocar un tema de la mujer es tocar la cultura entera. Me interesa mucho últimamente la exploración de nuestro lado oscuro, que las brujas conocían muy bien. El mal que todos y todas tenemos adentro y a veces ponemos en figuras como las de las brujas para exorcizarlo. En tanto no reconozcamos esa parte siniestra en nosotros mismos, se la seguiremos atribuyendo a algún chivo expiatorio. Aceptemos la ambivalencia humana, nadie es de una pieza, de un color.

En tu ensayo no te olvidás de la gente pequeña, las hadas...

–Es un mundo maravilloso, que me conmueve. El libro está dedicado a mi padre y a su hermana, que amaban a la gente menuda: además de las hadas, los niños, algunos animales. Gente encantadora, es bueno que volvamos un poco hacia este pueblo.

¿Brujas y diosas se reciclan a fines del XX, comienzos del XXI?

–Creo que sí. Desde luego, no me refiero a las brujas de mercado, a la medida del consumo. Es algo cíclico: los grandes saberes terminan fragmentados y a veces desvirtuados, como en el juego del teléfono descompuesto. Hay pequeños grupos donde se encuentran el feminismo y el movimiento de la diosa, que tratan de vivir de acuerdo con sus propios ritmos, sus ideas, sus sentimientos y convertirlos en acciones, siguiendo una continuidad, una coherencia. Es lo que ha intentado hacer la gente espiritual de todos los tiempos, esos grupos que son como la levadura de la sociedad: vivir en consonancia, en armonía. Yo, como feminista, sigo creyendo en las utopías que pueden mejorar el mundo, contribuir al entendimiento, al pacifismo. Porque el problema es que estamos con una tecnología ultrasofisticada y con sentimientos anteriores al Paleolítico.

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