EXPERIENCIAS
Ayudar a dar otros colores a la vida cotidiana de chicas y chicos de la Villa 31 fue la premisa inicial del pianista Claudio Espector cuando propuso armar talleres de educación musical. Pero la idea creció al ritmo del entusiasmo, y el pequeño grupo terminó convirtiéndose en la Orquesta de Retiro. Algunos de los alumnos ahora son docentes en otros talleres y ya se dieron el gusto de tocar en el Colón.
› Por Laura Rosso
Los músicos de la Orquesta de Retiro son chicos y chicas que viven en la Villa 31, a pocas cuadras de la escuela Bandera Argentina, donde cada sábado se reúnen con sus profesores a ensayar. Allí aprenden violín, violoncello, contrabajo, flauta y clarinete. Claudio Espector, pianista, director de la orquesta y coordinador de este proyecto –impulsado por el programa Zonas de Acción Prioritarias (ZAP) de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad– recuerda los primeros tiempos de trabajo:
“Cuando comenzamos, las expectativas tenían que ver con poder incorporar a chicos de zonas que históricamente no habían tenido la posibilidad de acceder a una educación musical. Trabajamos con la hipótesis de que este modelo de enseñanza colectiva podía aportar en la vida cotidiana de estos chicos nuevos elementos que les servirían para el colegio, para su integración y socialización. Nos basamos en una experiencia que conocíamos de proyectos de orquesta en Venezuela, lugar desde el cual se expandió este modelo de educación con resultados muy positivos”.
–¿Cómo fue formar la primera orquesta? ¿Dónde empezaron?
–En la zona de Lugano había muchos pedidos de la gente de acciones que tuvieran que ver con lo cultural y lo artístico. Por eso la propuesta fue empezarlo allí. Distribuimos invitaciones a los chicos de las escuelas para formar parte de una orquesta, contándoles acerca de los instrumentos. La hipótesis que teníamos nos falló porque pensamos que el grupo iba a ser pequeño y se anotaron como quinientos pibes. Como nosotros teníamos una cantidad muy reducida de instrumentos, se nos planteó el dilema de cómo excluir en un programa inclusivo y tomamos la decisión de comenzar con los chicos de diez y once años, aunque después se sumó alguno de doce.
El entusiasmo en Lugano fue creciendo. Se acercaron los padres, contentos de ver y escuchar a sus hijos hacer música, se compraron más instrumentos, se incorporaron más chicos, se organizó otra orquesta y se fue produciendo una integración entre padres, profesores y chicos que estaban descubriendo algo importante para ellos. Actualmente, varios chicos de Lugano se incorporaron al equipo docente de la Orquesta de Retiro y cobran su trabajo como horas cátedra. Tocaron en diferentes lugares: el Teatro Colón, el Coliseo, la Legislatura o en la misma Villa 31. Salir de concierto implica todo un acontecimiento; van todos juntos en colectivo, con los instrumentos y acompañados por sus familiares. También participaron en el nuevo disco de León Gieco y grabaron junto a la Bersuit.
Alicia Morán, una de las profesoras de violín, cuenta que de los 17 chicos que tiene de alumnos, ya hay 12 con instrumentos propios: “La familia de Carlitos hizo una vaquita para poder comprarle un violín y colaboraron hasta los tíos de Jujuy”.
–¿Percibís que la experiencia haya operado cambios en los chicos?
–Básicamente cambios en la conducta –afirma Morán–. Fuimos, poco a poco, tratando de que incorporaran hábitos: el cuidado de los instrumentos, escucharse, respetar el tiempo del compañero, el tiempo de la orquesta. Ahora llegan temprano, se saludan y colaboran en acomodar los instrumentos y los atriles. Saben que son necesarios, que si uno no está, falta alguien importante en la orquesta. Aprenden que pueden estudiar y confiar en el otro, se ayudan entre ellos y descubren que son personas con las mismas capacidades y habilidades que cualquier otra.
–¿Cómo reaccionan frente a la responsabilidad de estudiar?
Alicia Morán: –Las clases de lenguaje musical, por ejemplo, resultan más difíciles y por eso algunos plantean: “¿Por qué voy a hacer este esfuerzo?, ¿para qué me voy a gastar si yo puedo tocar de memoria?”. Pero algunos ya pescaron que leyendo pueden tocar más rápido y no necesitan que alguien les esté diciendo “ahora viene el Sol”. Otros están acostumbrados a que todo da igual y aquí ven que haciendo un esfuerzo es mejor.
Claudio Espector: –Algunos chicos lo toman como una cuestión recreativa; además nuestro objetivo no es formar músicos, pero tenemos varios que nos plantean una problemática acerca de cómo rearmar el proyecto con vistas a formar músicos profesionales.
Los testimonios de algunos de los chicos revelan cómo el universo de la música les ha permitido sentirse mejor. Gabriela, de 13 años, cuenta que tocando el violín se relaja, “no estoy más nerviosa, es un mundo diferente”. Yessica, de 11, recibió como regalo de cumpleaños la sorpresa de tener su propio violín: “Ahora me entretengo, no me aburro más”. Joana, de 14, cuenta: “Cuando vi el contrabajo me cambié, porque yo antes estaba en flauta. Vengo sólo los sábados porque contrabajo todavía no tiene días de semana. Venir acá me encanta”. Karen, de 12, se pasó de violín a clarinete y cuenta que está ahorrando para poder comprarse uno. Soledad, de 13, toca el contrabajo y el violín, y dice que cuando sea grande le gustaría poder enseñar todo lo que está aprendiendo.
–¿Qué evaluación hacen después de varios años de trabajo?
C.E.: –Estamos muy contentos porque todo el tiempo se fueron superando las expectativas. Estábamos dispuestos a aprender junto con los pibes porque no teníamos experiencia en este tipo de trabajo y para todos nosotros fue un desafío. Al principio nos mirábamos como diciendo: ¿qué vamos a hacer?, pensábamos: ¿qué pasará? Pero las orquestas tuvieron bastante impacto, la gente del interior se fue enterando y ya hay muchas réplicas de este proyecto en distintos lugares. Próximamente vamos a formar otra orquesta en Villa Soldati. En Lugano hay un grupo de pibes que se reúne a escuchar música, van a conciertos y tienen realmente decidido ser músicos. Hay datos e indicios de que muchos chicos mejoran su rendimiento en la escuela, vemos la sorpresa de las maestras que vienen a los ensayos y los ven atentos en el contexto de la orquesta, concentrados, esperando la indicación del director para comenzar a tocar. Creo que estamos logrando cosas.
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