Viernes, 26 de julio de 2002 | Hoy
Sivul Wilenski, polaco, fotógrafo, fue quien obtuvo de la entonces ascendente Eva Duarte imágenes gloriosas que hoy pueden verse en una exposición en el Museo del Cine que abrirá sus puertas el 1º de agosto, y en la que se exponen las huellas de su paso por el mundo del espectáculo.
Por Moira Soto
Y si Evita no se
hubiera encontrado nunca con Perón, si no hubiera tenido la oportunidad
de levantárselo como al parecer ocurrió en el Luna
o en la radio? ¿Qué habría sido, en tal caso, de esa carrera
de actriz que encaró con sacrificio y denuedo, aunque con relativos resultados
en la escena y en la pantalla, con mejor éxito en la radio? Porque lo
cierto es que a Eva Duarte que alguna vez figuró como Durante-
le costó mucho más que a otras figuras femeninas llegar a su único
protagónico en el cine (La Pródiga, 1945), en un personaje que
se puede tomar como vaticinio de su posterior actuación caritativa (en
el sentido cristiano del término), que asumió sin mayor relieve.
Sin embargo, en la radio logró hacerse oír y hasta encabezó
su propia compañía frente al micrófono, una práctica
que le fue fundamental más tarde para el efectivo manejo de la voz la
emisión, la modulación, los tonos, la respiración
en sus fervorosos discursos políticos. Desafortunadamente, no se ha podido
encontrar ni una sola grabación que permita escucharla interpretando
a mujeres célebres (sus personajes favoritos): la ascendente carrera
estelar de Evita no sólo fue abruptamente cortada cuando se convirtió
en la esposa de Perón e ingresó en la vida pública. También
se trató de borrar toda huella, todo vestigio de su tesonero paso por
el mundo del espectáculo, especialmente los registros de sus radioteatros.
Pero si la película La pródiga se convirtió en una especie
de tabú durante décadas recién se estrenó
en 1984 y las grabaciones se borraron minuciosamente, hubo un pequeño
tesoro que fue salvado de la barrida: la serie de fotografías, algunas
realmente extraordinarias, tomadas a Evita en el estudio del polaco Sivul Wilenski,
acaso el artista más personal e interesante pese a respetar ciertas
convenciones escenográficas del momento entre los que retrataron
a figuras y figuritas del ambiente.
Estaciones de
una carrera truncada
Pese
a la negación y a la consecuente escasez de documentos, en el Museo del
Cine Pablo C. Ducrós Hicken se las rebuscaron con entusiasmo y creatividad
para organizar una muestra-instalación sobre la primera carrera de Eva
Duarte, que abrirá el próximo jueves 1º de agosto (de lunes
a viernes de 10 a 18, los domingos de 15.30 a 18) y seguirá hasta fines
de ese mes. Anticipando la inauguración de la muestra Evita Duarte,
esa actriz, Las/12 visitó el taller de restauración del
museo y el lugar donde se está armando el montaje. Sobre una mesa de
trabajo se extiende el gran afiche apaisado de La cabalgata del circo, diseñado
en el estilo característico del momento (1945): a la izquierda, vivamente
coloreada, la pareja protagónica (Libertad Lamarque y Hugo del Carril)
emerge entre partituras de tango mientras que hacia la derecha, la cara de Eva
Duarte(que hizo ese secundario asignado en primera instancia a Alita Román)
aparece solitaria y grisada. Que este afiche quizás único
en el país se vea ahora apenas alterado es casi un milagro: El
papel no es de buena calidad y se ha puesto quebradizo con los años,
comenta la restauradora Laura Caramés. Estaba deteriorado pero
se lo estiró y se le hizo un tratamiento desacidificador. Se trataba
de papeles cuyo destino era fijarlos unos días, como propaganda. Si se
guardaban, se doblaban, por eso hubo que suturar tajitos, y en caso de faltante,
se reforzó con papel más grueso. Caramés muestra
con orgullo e infinito cuidado el afiche del revés y allí aparecen
marcas y zurcidos: Nos dio mucha satisfacción poder recuperarlo,
luego lo enmarcaremos y protegeremos con un vidrio.
Otros materiales que están siendo puestos a punto: afiches de La pródiga,
de actuaciones radiales (como el de La danzarina del paraíso,
biografía de Isadora Duncan que se anunciaba para el 1º de marzo
de 1945, en audiciones auspiciadas por Jabón Radical); la partitura de
puño y letra de Isidro Maiztegui compuesta para La cabalgata..., limpiada
hoja por hoja, descosida y vuelta a coser en cuadernillos; el programa
de mano de La carga de los valientes (1940), de Adelqui Millar, sobre la defensa
de Carmen de Patagones en 1827, película en la que Eva Duarte figuraba
en el decimotercer lugar en el elenco; diversos recortes de revistas (entre
ellos, uno de 1947, con foto incluida, rescata una actuación escolar
de Evita, el 20 de octubre de 1933, era ya primera actriz y un teatrito
de provincia señaló el comienzo artístico de una presidente,
dice el texto). Entre las portadas, figura alguna foto temprana de la actriz,
todavía con el pelo oscuro, en tanto que los avisos radiales proponen
escuchar La gacela cazada la vida romántica de
Gabriela DEstrées, la amada de Enrique de Navarra y
los diseños de los trajes de época para La cabalgata..., de John
Hays, que llevó Evita, llevan epígrafes de este tenor: Precioso
vestido de satén violeta, los adornos de felpilla al tono subrayan los
volantes y cortes de la blusa; gran jabot de malina y corbata de terciopelo
rojo; ancho cinturón en forma y gran sombrero de fieltro blanco...
La exposición tendrá lugar en el amplio entrepiso y su recorrido
está pensado como una síntesis del pasaje a la ciudad, las
distintas escalas que sin duda ella realizó, detalla Graciela Mazza.
Habrá una callecita empedrada al ingresar, fotos urbanas de esa etapa,
un bar, la ventana de vidrio que da a un estudio de radio donde se verá
la silueta de Evita tamaño natural frente a un micrófono. Y por
supuesto, las joyas de la exposición, las 26 fotos de Wilenski,
afortunadamente preservadas, que no serán exhibidas de modo convencional,
porque se trató de crearle un clima. Entonces, luego se subirá
la escalera, el público se encontrará con un espacio que representa
el estudio del fotógrafo. Otra silueta de Eva y una cámara fotográfica.
En el camino va a estar la puerta de la pensión, los lugares entre los
que se movía ella: la radio, el cine, eventualmente el teatro, el sitio
en que vivía. En todos los lugares se distribuirán apropiadamente
los diversos materiales, señala Marta.
En el estudio de radio, a falta de grabaciones originales, se escucharán
diálogos dichos por Evita en La pródiga. De todos modos, los visitantes
podrán ver un sinfín de video con la proyección de alguna
de sus películas. Además de las tapas de revistas, se expondrán
imágenes de Las mil y una Evas, es decir, efigies de las muchísimas
actrices y cantantes que han hecho a Eva Duarte en el teatro, el cine y la televisión.
¿Qué otra música se podría escuchar en este ambiente
que no fuera la canción No llores por mí argentina?
Objeto de deseo
de
muchas actrices Ciertamente, aunque pocas estuvieron a la altura de semejante
compromiso, muchas muchísimas fueron las actrices y/o cantantes que interpretaron
o quisieron interpretar a Evita, muy pronto convertida en personaje
de leyenda, en mito sin fronteras. Entre las que quisieron y no pudieron, figuran
desde Olivia de Havilland (1952) a Andrea del Boca (1995), de Jane Fonda (1984)
a Michelle Pfeiffer (1994, cuando Oliver Stone iba a dirigir la ópera
rock que finalmente desbarató Alan Parker, a pesar de la eficacia de
Madonna). Incluso entre las locales, hubo un anuncio a comienzos de los 70
de una producción cinematográfica que protagonizaría Idelma
Carlo, pero todo quedó en un cóctel de presentación con
la actriz de tailleur y rodete ad-hoc... Otras que se quedaron con las ganas:
Olivia Newton-John (habría sido una Evita entonada pero naïve),
Meryl Streep (demasiado WASP), Glenn Close (no daba la edad) y hasta la mismísima
Gloria Stefan aspiró al papel. Quizás Liza Minnelli no llegó
a enterarse, pero Ken Russell, uno de los primeros cineastas que intentaron
llevar la comedia musical al cine la quería de protagonista...
Así es que aquella actriz que había llegado quinceañera
a la capital -¿de la mano de su madre?, ¿del brazo de Magaldi?:
todas son versiones- con la ilusión de ser una Norma Shearer y a la que
tanto le costó lograr un primer papel en el cine, se convirtió
en uno de los personajes más deseados por intérpretes de todo
tipo y pelaje. Después del intento de Olivia de Havilland, hubo otro
más legítimo de Hugo del Carril que no se concretó. Lamentablemente,
sí se hizo la inenarrable miniserie Evita Perón (1981), con Faye
Dunaway. En 1984 Flavia Palmiero fue una silueta adolescente en el film Evita,
quien quiere oír que oiga. Nacha Guevara no se la iba a perder: protagonizó
el musical Eva, de Orgambide y Favero, mientras que Cristina Banegas se arrimó
sobre la escena a la mística de la Abanderada de los humildes al hacer
el poema de Leónidas Lamborghini Eva Perón en la hoguera. Luisina
Brando fue Eva en Eva y Victoria, pieza teatral. Y Cecilia Cenci encarnó
brevemente a una Evita de estampita en Gatica, el mono (1993). Y siguen las
firmas...
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