LA VENTA EN LOS OJOS
Vas a tener tiempo de trabajar de lo que más te gusta. De madre”, ofrece la publicidad de Moulinex que quiere que las empleadas, ejecutivas y profesionales vuelvan a comprar las aspiradoras, licuadoras, planchas y freidoras que compraban en el 1 a 1 porque las cuotas licuaban el precio de todo, incluso, de una procesadora para sacarles el jugo a los zapallitos chinos.
Trabajar de madre, supone Moulinex, es lo que más te gusta. ¿O no? ¿O te gusta estar en ese escritorio frío viendo numeritos, leyendo expedientes, atendiendo clientes y apostando en el prode de oficina a ver quién acertó los partidos del domingo? ¿Preferís acaso comentar Montecristo en la rueda de ensaladas del mediodía, que ver los dibujitos de Jim de la Luna tomando la leche con galletitas, eh, ehhhhhhhhhh? ¿A quién querés más?
Obvio, piensa, ofrece, ordena, Moulinex, preferís estar en tu casa, pero –te perdona el sacrificio– no te queda otra. Eso mismo que dicen –me dicen– los taxistas cada vez que les pido llegar rápido a casa porque hay una bebé esperando y me repiten con una melancolía sonrisa cómplice: “No queda otra que salir a trabajar ¿no?” Mejor no contestar, es mucho más fácil escribir que polemizar con un taxista, pero, aunque es verdad que no queda otra, cada vez que lo escucho me pregunto: “¿Y si quedara?”
Según la lógica Moulinex, si las mujeres no necesitaran dinero, no trabajarían. Por eso, la marca de electrodomésticos –que se nutre de consumidoras que, obviamente, para consumir, deben estar en el hogar– sponsorea la promo retorno a la preocupación porque la cebolla picada quede bien, pero bien finita.
En la foto de la publicidad se ve un sillón vacío, un escritorio despejado, una computadora apagada y uno de esos imponderables souvenirs que los jardines de infantes regalan para el Día de la Madre. La ejecutiva ya no está. “Con la compra de cualquier producto Moulinex tenés la posibilidad de participar de un sorteo con el que podés ganar un sueldo mensual de $2500 durante un año”, tienta la marca.
Ausente está también para Moulinex la idea de que es posible trabajar por placer, independencia, realización personal o –incluso– necesidad de huir de las peleas por la milanesa más grande. Es cierto que trabajar –y mucho más trabajar en la Argentina– no es siempre –casi nunca– un oasis y que tampoco hay protección para que se pueda trabajar más acorde a los deseos –a veces de ser una mamá más presente– sin dejar de ser mujeres independientes. El problema es que –¡ay!– en Moulinex se olvidaron de esa palabrita: la independencia femenina que –mal que les pese– todavía es una conquista. A la que no se barre ni se le pasa la aspiradora. Aunque venga con 2500 pesitos y un año sabático que –reconozcamos– no le vendrían mal a nadie siempre que se lo pudiera usar para cualquier cosa que no fuera planchar, limpiar, cortar y picar. Hablando de eso, queda otra pregunta picando: ¿ése es el trabajo de una madre?
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