HOMENAJES
Su tema eran las estrellas masivas, esas que pueden contener en su interior miles de veces más materia que nuestro sol. Investigando en esos misterios, Virpi Niemela, finlandesa y venida a la Argentina a los 17 años, llegó a formar parte de las sociedades astronómicas más importantes del mundo, aun cuando la dictadura la dejó fuera de la Universidad de La Plata y nunca fue reincorporada. Murió el año pasado, justo después de que un asteroide fuera bautizado en su honor.
› Por Veronica Engler
Dejó de brillar en la Tierra y ahora irradia su luz desde el firmamento. La metáfora se hace ineludible a la hora de recordar a Virpi Niemela, la astrónoma argentina –investigadora y profesora emérita de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de La Plata (Fcaglp)– fallecida en diciembre (debido a un cáncer), pocos días antes de cumplir los 70 años que no se privó de festejar junto a sus colegas, en un seminario internacional sobre Estrellas Masivas que organizaron en su honor a mediados de diciembre en la ciudad de Cariló.
Cuando se leyó la carta que habían redactado los investigadores del Complejo Astronómico El Leoncito (Casleo) –de la Universidad Nacional de San Juan– a más de uno se le piantó un lagrimón. “70 años se cumplen una sola vez y queremos aprovechar esta oportunidad tan especial para vos, rodeada de afectos, para regalarte un asteroide (...) es el número 5289; lo descubrimos el 29 de mayo de 1990”, le expresaron.
Es que Niemela era querida, respetada y admirada no sólo por sus aportes científicos, sino también por la tenacidad con la que defendió su vocación y el lugar de las mujeres en astronomía, pero también debido su capacidad para contagiar esa curiosidad insaciable por los misterios del cosmos.
Su nombre había sido propuesto por el grupo del Casleo ante la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés), que reúne las diferentes sociedades astronómicas del mundo y constituye el órgano de decisión internacional en el campo de las definiciones de nombres de planetas y otros objetos celestes así como los estándares en astronomía.
El anuncio sobre la denominación del asteroide fue la frutilla del postre entre tanto agasajo, sumado a los reconocimientos cosechados en los últimos años.
Un mes antes de las jornadas de Cariló, Niemela se enteró de que había sido elegida por la Royal Astronomical Society –del Reino Unido– para incorporarse como integrante de esa entidad de gran prestigio en la comunidad astronómica internacional (sólo tres personas en el mundo son seleccionadas cada año). Antes, en el 2003 fue galardonada con el Premio Konex de Platino en Astronomía y en 1998 la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le otorgó el Premio Carlos Varsavsky –en el año 2000 sería la segunda mujer en ingresar como miembro de esa Academia–.
Lo suyo eran las Estrellas Masivas, esas que pueden contener en su interior miles de veces más materia que nuestro Sol. Sobre este tema y otros afines publicó más de ciento treinta investigaciones. “Su contribución fue tremenda. Pienso que buena parte del conocimiento actual sobre estas estrellas se debe a los aportes de Virpi”, destaca la astrónoma Nidia Morell, también formada en La Plata y actualmente investigadora del Observatorio Las Campanas, en Chile. “En Argentina fue una de las más entusiastas usuarias del Casleo, desde sus comienzos en la década del 80. Buena parte del reconocimiento internacional de este observatorio se debe a los trabajos de Virpi y sus estudiantes.”
Cristina Cappa, profesora en la Fcaglp e investigadora del Conicet, firmó numerosos papers en coautoría con Niemela. “Aprendí a investigar con ella –asume–, de su manera de corregir los trabajos que escribíamos, de su modo de hacerme ver qué era lo importante. Cuando le describía algo que había encontrado en una región de nuestra Galaxia, enseguida podía decir qué era lo importante para hacer en esa región o con esa clase de objetos.”
Según los datos de la IAU, la Argentina ocupa el primer lugar en el mundo por la cantidad de mujeres con las que cuenta en astronomía: las investigadoras profesionales ascienden al 35 por ciento del total, cifra que casi triplica al promedio mundial, que apenas llega al 12 por ciento.
Ya nadie duda de que el tesón y la visión crítica de Niemela fueron indispensables no sólo para incrementar la presencia femenina en esta disciplina sino también para mejorar su estatus en el sistema científico nacional. “Virpi fue mi maestra en defensa de los derechos de la mujer en ciencias”, reconoce Gloria Dubner, investigadora principal del Conicet y una de las fundadoras –a principios de la década del ’80– de la Asociación Latinoamericana de Mujeres Astrónomas, en la que también participaba Niemela. “Mi militancia en el tema proviene mucho de ella y de verla en reuniones muy difíciles denunciar cualquier intento de discriminación por género. Hasta en los últimos tiempos, ya muy enferma, planteó en el Conicet que debería contemplarse en las edades máximas de aspirantes a becas e ingresos los años dedicados a la crianza en los casos de investigadoras madres, así como en el pasado se contemplaba por reglamento el tiempo perdido en servicio militar para los hombres.”
Esta astrónoma, nacida en Finlandia, llegó a la Argentina a los 17 años junto a su familia. Al poco tiempo, y con un castellano todavía precario, decidió ingresar a la Fcaglp para adentrarse en los arcanos del universo. En la ciudad de La Plata fue donde desarrolló una prolífica carrera, que no se detuvo ni siquiera cuando fue cesanteada de la universidad durante la última dictadura militar, junto a varios colegas (como Roberto y Helena Terlevich, Félix Mirabel y Adela Ringuelet, entre otros).
En el año 1983, el Centro de Graduados de la facultad platense empezó a trabajar para que reincorporaran a las personas cesanteadas, “pero no lo conseguimos”, recuerda con cierta frustración Beatriz García, que actualmente se desempeña en la regional mendocina de la Universidad Tecnológica Nacional y es miembro de la Colaboración Internacional en el Observatorio Pierre Auger (Mendoza). “El Consejo Superior de la Universidad de La Plata no los reincorporó y pedimos que aunque sea reconocieran la injusticia, pero tampoco lo conseguimos. En ese momento fue algo muy duro y deprimente. Pero de todas maneras, después Virpi volvió al Observatorio (de La Plata).”
Luego de su retiro forzado de la facultad, Niemela siguió con sus investigaciones en forma particular, hasta que pudo ingresar a la Comisión de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires y continuó su trabajo en el Instituto Astronomía y Física del Espacio (Conicet).
“Una cosa que siempre me impresionó de Virpi, aunque a ella no le gustaba mucho hablar del tema, es que, durante el período en que estuvo cesante sin lugar de trabajo formal, ella siguió adelante con sus investigaciones. En algún momento llegó a vender muebles de su casa para subsistir con sus dos hijos, pero ni se le ocurrió dejar de trabajar en lo que era su vocación. En la bibliografía de esa época se puede ver que en lugar de ‘facultad’ en el sitio de la filiación dice: ‘51 esq. 11, Villa Elisa’, que era la dirección de su casa”, rememora con cariño Nidia Morell.
“Virpi era muy frontal y poco diplomática, así que siempre tenía discusiones garantizadas en todos los ámbitos”, cuenta Dubner. “Era muy decidida, con carácter fuerte, nunca dejaba de expresar sus opiniones”, acota Morell y evoca esa actitud implacable que sobresalía sobre la candidez de su maestra. “Por ejemplo, compartía con varios de nuestro gremio la repulsión hacia Microsoft y el código privativo (que se rige bajo el sistema de copyright y mantiene el lenguaje con el que está escrito el programa vedado). Si bien en nuestras computadoras con Linux (sistema operativo de código abierto, alternativo a Windows) casi siempre hemos tenido programas que nos permiten leer archivos generados con Word, ella solía negarse a responder encuestas y formularios, que solían venir del Conicet o la universidad, con el argumento de que no disponía del software adecuado, y pedía que por favor le enviaran el documento como un archivo txt porque ella no iba a abrir archivos adjuntos en formatos de Microsoft. Y a todo el mundo le recomendaba la lectura de Trampa en el Ciberespacio, el maravilloso artículo de Roberto Di Cosmo.”
Para Dubner, Virpi Niemela fue “maestra, consejera y amiga”, en ese orden. “Con ella tuve muy buenos momentos y discusiones terribles”, se sincera y recuerda una pelea en particular que le marcaría el rumbo de su carrera: “Ella dirigía el proyecto en el que yo estaba incorporada como miembro, y yo no acordaba con la forma en que ella había distribuido el dinero. Entonces, su respuesta fue: ‘Gloria, tu problema es que ya tenés ideas y proyectos propios, y tenés que abrirte camino sola’. ¡Y me echó! Quedé ofendidísima y no le hablé más, hasta que en el próximo llamado a concurso de proyectos del Conicet, gané mi primer subsidio propio y empecé a construir mi grupo. Me hizo crecer a la fuerza”, reconoce agradecida.
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