SOCIEDAD
No es novedad que madres y padres suelen tener una percepción diferente de límites, responsabilidades y obligaciones de la maternidad, la paternidad y la vida cotidiana. Entre el hacerse cargo y la mentada (por ellos) “colaboración” hay un trecho que ahora empieza a palparse en números, gracias a una encuesta que mide percepciones de género sobre el reparto de tareas domésticas.
› Por Luciana Peker
No hay reloj de entrada ni de salida. A veces las vacaciones son más trabajo que el trabajo y la hora de irse es el descanso del estar que no tiene nada de plácido. No hay día con hora de largada ni noche con hora de final. No hay fin de semana, asueto por carnaval, feriado nacional y, ni siquiera, 1o de mayo. Como mucho, un día de la madre (en el que también hay que visitar a la propia madre y a la suegra para coronar el homenaje). El trabajo doméstico es tan inagotable como agotador. Pero también fue, es y sigue siendo tan pesado como invisible. Eso sí, los padres nuevos ahora son –¿parecen ser?– nuevos padres, más colaboradores con sus mujeres y compinches y responsables con sus hijos.
Rebobinemos. ¿Más que? ¿Colaboradores? Esa palabra es la que usan ellos, muchas veces ellas, las maestras de jardín, las directoras de escuelas, los sociólogos de televisión y los médicos en los cursos de pre-padres nuevos. Si ellos son más colaboradores, se supone que ellas son las responsables del hogar y sus hijos y ellos son mejores “che, papis” (che papi cambiale el pañal, che papi llevalo vos a vacunar) que sus propios padres (que ni eso). Sin embargo, ese latiguillo de los maridos que ayudan (más) y colaboran (más) que sus antecesores masculinos es el lugar común donde se asienta el festejo a los nuevos varones (a los que las señoritas Carolinas felicitan en la puerta del jardín por traerle la mochilita con la mamadera y no olvidar el protector solar para la colonia) y el inamovible peso de reina devastada y descoronada del hogar de las mujeres. Ah, un detalle: si el protector solar está en la mochila acarreada por la mamá es obvio porque por algo es la madre, pero si no está esa mujer merece una reprimenda de la señorita Carolina de “¡ay, mami, dónde tenés la cabeza!”.
Sobre el tema, algunos datos surgen de una encuesta telefónica realizada a 300 personas de Capital Federal, hace dos años y difundida en febrero del 2007, por el newsletter Mam’s & Babys (www.mamsandbabys.com.ar), que es un programa de marketing directo focalizado en familias recientes. El sondeo está lejos de representar una estadística con validez científica sobre el reparto del trabajo doméstico pero sí aporta una fotografía de esas miles y miles de charlas en plazas, peloteros, maternidades y escuelas sobre qué tan nueva es la nueva paternidad.
Allí, apenas el 8 por ciento de los varones admite que cocina, lava y plancha habitualmente en su casa. Pero –vaya diferencia– el 0 por ciento de las mujeres dice que sus maridos, cónyuges, concubinos o novios cocinan, lavan y planchan. También el 8 por ciento de ellos asegura que cambian pañales –no uno o dos, sino muchos pañales– y cambian a sus hijos y, en cambio, sólo el 3 por ciento de las madres considera que el padre de sus hijos cambia a sus hijos.
Hay más: ellas creen que ellos juegan más con sus hijos (14 por ciento) de lo que ellos dicen jugar (6 por ciento). Tal vez porque los varones siguen viéndose –o queriéndose ver– como nenes grandes y lúdicos. La psicóloga Diana Liniado, autora del libro ¿Cómo era ser niño?, explora sobre las diferencias de percepciones de la misma realidad según los géneros. “No olvidemos que la subjetividad está siempre en juego. Ejemplo: la madre ve al padre jugar con los chicos, pero el padre muchas veces tiene la cabeza en otra parte, parece que juega y que está ahí. Sin embargo juega un poco por obligación o automáticamente, y por lo tanto no siente que eso sea jugar. Lo mismo en cuanto a la ayuda en el hogar: ella espera mucho más de lo que él hace... entonces lo que él aporta es poco. En cambio, para él, es más de lo que desearía, por eso cree que es bastante.”
Sin embargo, en algo coinciden los dos géneros: el trabajito favorito de los varones es ir a comprar al supermercado. El 31 por ciento de ellos y ellas cuenta que a los hombres les gusta hacer rodar el changuito. “No creo que esto se pueda extrapolar a todos los varones en general y mucho menos a los pobres, pero sí a los gourmet (de clase media sofistiqueti) porque compran el vino, el salame y el queso que les gusta y porque es otro lugar donde pueden manejar la guita. Además, comprar y consumir siempre calma los nervios. Mucho más que cambiar pañales”, analiza desde el llano cotidiano Cristina Zurutuza, psicóloga e integrante del Comité Latinoamericano para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem). Liniado también baraja posibilidades con respecto a la elección de los varones de pasearse entre las góndolas. “El hecho de que una de las tareas más placenteras para estos padres sea ir al supermercado puede significar: 1) el control sobre un área femenina, 2) la versión moderna del hombre ‘prehistórico’ que partía a la caza para proveer el alimento, 3) les gusta sentirse como niños en medio de todo lo que hay para comprar... Habría que ver qué es lo que consumen los varones en el supermercado, quizás les interesen los electrodomésticos, los vinos o descubrir la marcas nuevas, pero, en todos los casos, dudo que la ida al súper tenga la misma función que para las mujeres.”
El gran baluarte de los nuevos padres para fundar y asentarse en su renovada paternidad es que ellos son padres más presentes, activos, atentos y cariñosos de lo que fueron sus propios padres con ellos. De hecho, en la encuesta de Mam’s & Babys el 78 por ciento contestó que existen muchas diferencias entre ellos y sus progenitores. Según la visión femenina, la distancia entre sus maridos y sus suegros también existe, pero no tanto, ya que el 66 por ciento de las mujeres considera que hay muchas diferencias y el 27 por ciento que hay, pero pocas. “Es verdad que los varones cambiaron respecto de sus padres. Ahí creo que las mujeres se equivocan y miden respecto de sus deseos porque las de 30 o 40 no saben lo que eran los tipos de 70... ¡madre mía!”, advierte Zurutuza. “Puede que la postura masculina resulte cínica, pero lo que me sorprende es que los varones se preocupen de dar una imagen más domesticada de la que daban hace unos años, menos machista y más ‘colaboradora’. Hemos creado escuela”, valora. Liniado también rescata las diferencias generacionales: “Es importante que en los hombres de hoy exista el deseo de hacer las cosas mejor que sus padres y de no repetir errores”.
Hernán Haines, responsable de una agencia de prensa y comunicación, de 40 años, casado con María José, que es médica, y papá de Alvaro, de 10 años, y Annie, de 3, es un ejemplo de que el progreso entre una casa de ayer y una de hoy no son solamente Internet y el horno de microondas. “Voy al súper y a las reuniones de padres, llevo a los chicos al médico, juego, cocino, los acompaño a la noche cuando tienen miedo. En cambio, recuerdo que cuando yo era chico mi papá estaba todo el día en la oficina. Pero lo más importante es cómo perciben mis hijos todo esto. Ellos me demuestran todo el tiempo que sienten que soy un buena padre, y eso es lo mejor de todo.”
El no es el único que siente un abismo entre la paternidad que da y la que recibió. Norberto Pérez está divorciado, trabaja en un organismo internacional, tiene 49 años y una hija, Silvina, de 13. El remarca: “Hay diferencias cualitativas importantes entre mi padre y yo. El era muy dedicado y cuidaba de nuestro desarrollo personal (éramos cinco hermanos), pero era una mirada general. No existía un intercambio fluido en temas relevantes. Yo he logrado compartir con mi hija charlas sobre la amistad, las relaciones con el sexo opuesto, la guita, la seguridad personal y el porvenir profesional. Y, sobre todo, estamos mucho juntos”.
Compras en el supermercado:
Según él: 31% / Según ella: 31%
Juega con los chicos:
Según él: 6% / Según ella: 14%
Va a las reuniones del colegio:
Según él: 4% / Según ella: 7%
Cambia los pañales y viste a los chicos:
Según él: 8% / Según ella: 3%
Los lleva al médico:
Según él: 5% / Según ella: 1%
Los acompaña a practicar deportes:
Según él: 3% / Según ella: 7%
Cocina, plancha y lava:
Según él: 8% / Según ella: 0%
Ninguna:
Según él: 19% / Según ella: 31%
Otras tareas:
Según él: 8%/ Según ella: 7%
Existen muchas:
Según él: 78% / Según ella: 66%
Pocas:
Según él: 13% / Según ella: 27%
Ninguna:
Según él: 3% / Según ella: 0%
No responde:
Según él: 6% / Según ella: 7%
Fuente: Mam’s & Babys
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