SALUD
piel con piel
Hace más de veinte años, un médico pediatra colombiano inventó el “método canguro” para bebés prematuros: a falta de incubadoras, postuló que lo mejor era el contacto permanente contra la piel de su madre, aunque los padrestambién fueron incorporados más tarde. Hoy se sospecha que el canguro es un método beneficioso para cualquier bebé.
Por Alison Motluk *
En 1978, los médicos del Instituto Materno-Infantil de Bogotá, Colombia, hacían frente a una crisis: tenían muchos más niños prematuros y de bajo peso que incubadoras. Sabían que los bebés prematuros pueden presentar problemas para respirar, estabilizar sus latidos y regular su temperatura corporal. Incluso con la ayuda de la medicina moderna, protegidos en una incubadora térmica, las posibilidades de supervivencia para los niños nacidos pre-término no eran buenas. Desesperado, el jefe de Pediatría, Edgar Rey, trató de encontrar alguna otra cosa que les comunicara calor, y se fijó en sus madres. ¿Podría sólo el calor corporal de las madres mantener el calor de los bebés? Pronto lo averiguaría. Rey pidió a las recientes madres que pusieran a sus diminutos bebés entre sus pechos, piel con piel, debajo de su ropa, y que los mantuvieran allí noche y día. Luego rezó para que al menos algunos de los bebés no murieran.
Para sorpresa de todos, los niños no sólo sobrevivieron sino que mejoraron. Su respiración se estabilizó, durmieron bien, tomaron el pecho, aumentaron de peso. Inconscientemente, el doctor Rey había descubierto que las madres que llevaban en brazos a sus recién nacidos en contacto piel con piel eran unidades móviles de cuidados intensivos de alta calidad.
El primer trabajo que describe este método “canguro”, nombre con el que ha llegado a conocerse, fue publicado por Rey y su colaborador Héctor Martínez en 1983. Desde entonces, muchos estudios han examinado la práctica. El procedimiento exacto del método canguro varía en función de dónde se realiza; para algunos, el método canguro engloba las 24 horas del día, mientras que para otros complementa el método incubadora. Pero actualmente se ha comprobado que el método canguro es en muchos sentidos igual de eficaz que el uso de una incubadora y, en algunos sentidos, superior.
En el método canguro se coloca al bebé sobre el pecho de la madre o el padre, debajo de su ropa y en contacto directo con su piel. Los bebés llevan un pañal y una gorra. Se gira la cabeza del niño de modo que un oído esté sobre el corazón de su progenitor. Incluso en los hospitales, donde se dispone de suficientes incubadoras, hay pruebas convincentes que sugieren que someter a un bebé al método canguro unas pocas horas al día puede mejorar los resultados. Normalmente, dos enfermeras ayudan a pasar el niño de la incubadora al progenitor –lleva unos diez minutos– y los tubos de ventilación y los cables se pueden sujetar con cinta adhesiva a la ropa del padre o la madre. Sin embargo, a pesar de ser económico y también eficaz, muchos hospitales se han mostrado poco dispuestos a aceptarlo. Muchos profesionales médicos lo consideran, en el mejor de los casos, poco más que una manera de calmar a los padres demasiado angustiados. En el mejor de los casos, se considera arriesgado, innecesario y laborioso.
No hay duda de que las padres se benefician mucho con este método. “Por primera vez sentí que le estaba haciendo de madre”, dice Marta. Otra mujer, cuyo bebé pesó sólo 1.100 gramos al nacer, dice: “Megan nació a las 27 semanas, 6 días. La primera vez que la cangureé tenía cuatro días. ¡Fue la primera vez que me sentí feliz desde el parto!”. Estudios científicos lo confirman. Rejéan Tessier y sus colaboradores de la Universidad Laval en Quebec, Canadá, hallaron que las madres que practicaban con sus bebés el método canguro tenían más capacidad de resistencia en las situaciones de estrés que las madres de bebés mantenidos en incubadoras. Otros estudios han hallado que el método mejoraba la lactancia: las madres tenían leche de mejor calidad y podían dar el pecho más tiempo. Pero los principales beneficiarios son los propios bebés. Según un trabajo de revisión de Gene Cranston Anderson, profesora de enfermería de la Case Western University en Cleveland, Ohio, los bebés prematuros cuidados con el método canguro respiraban mejor, tenían menos apnea y menos latidos irregulares, y no adquirían infecciones. Casi nunca lloraban, tenían el doble de sueño profundo y disfrutaban del cuádruple de horas despiertos.
Al personal del hospital a menudo le preocupa que los bebés sometidos al método canguro no mantengan el calor suficiente. Pero al contrario, dice Anderson, los bebés pequeños acurrucados piel con piel con sus padres mantienen muy bien el calor. Y, lo que es más importante, su temperatura corporal muestra menos variabilidad.
Susan Ludington, también de la Case Western Reserve, cree que las madres y los bebés tienen de hecho una sincronía térmica; ha hallado que la propia temperatura corporal de las madres aumenta o disminuye según sea necesario para mantener estable la temperatura del bebé.
Cada vez más se intuye que el método canguro no es sólo para niños de bajo peso. Ni tampoco es aplicable sólo al mundo en vías de desarrollo. Anderson cree que todos los bebés –nacidos pre-término, a término, de países ricos y países pobres– podrían beneficiarse con el método canguro. Nadie sabe con total seguridad por qué este método funciona tan bien, aunque hay varios mecanismos posibles, que no tienen por qué excluirse mutuamente. Una teoría es que los bebés necesitan continuidad: los estímulos importantes para un feto tranquilizan a un niño tras el nacimiento. Sin embargo, la madre es la clave, puesto que porta el medio familiar. Las madres y sus bebés interactúan entre sí como un equipo, sugiere la teoría, e incluso los recién nacidos pueden dar indicaciones sobre lo que necesitan para una madre observadora.
* Fuente: revista Orgyn.