MODA
Valentino cumplió 45 años con la moda y Roma se rindió a sus pies. Cenas opíparas y multitudinarias, desfiles con sus clásicos y con nuevas tendencias; princesas, modelos colegas de todas las casas estuvieron ahí para saludar al auténtico dandy que sigue reivindicando el estilo romántico y los colores plenos. Todo muy grande, cual emperador.
› Por Victoria Lescano
Valentino Clemente Ludovico Garavani, conocido como Valentino a secas por los fashionistas de 1970 y 1980 y redescubierto por los seguidores de la moda de 2000, celebró en Roma los cuarenta y cinco años de oficio en la alta costura con dos días de extravagancias non stop y apología del lujo –el 6 y 7 de julio– que recordaron los excesos de los emperadores clásicos.
Las festividades contemplaron la apertura de la muestra Valentino a Roma, 45 years of Style, una retrospectiva de 300 vestidos que hasta el 28 de octubre exhibe el museo Ara Pacis, la presentación de la colección alta costura con texturas para el próximo invierno europeo realizada en dos salones del complejo Santo Spirito en Saxia y, para mil invitados especiales (el listado admitió a sus colegas Karl Lagerfeld, Giorgio Armani, Carolina Herrera, Donatella Versace, Tom Ford, Zac Posen, la princesa Carolina de Mónaco y sus hijos y también a las actrices Uma Thurman, Gwyneth Paltrow y Sarah Jessica Parker, y en el apartado rock stars, a Mick Jagger), una cena en el Templo de Venus con montaje diseñado por el escenógrafo Dante Ferreti –habitual colaborador de Federico Fellini y de Martin Scorsese–.
La última propuesta de pasarela de Valentino transcurrió sobre un fondo en blanco y negro, y tuvo como hits de moda abrigos blancos de paños exquisitos, con cintos de raso y pieles al tono, sacos de lanas color camel matizadas con cuellos de piel y trajecito sastre en gris con bolsillos que simularon apliques de brocatos calados.
Y para altísima noche, variaciones sobre sus vestidos negros con escote en v y línea sirena, otros más rimbombantes con strass y flores doradas, los infaltables vestidos rojos y, como piezas rara avis, una pequeña subcolección de vestidos en color rosa que admitió desde un modelo maxifalda con mangas símil plisados de los globos chinos de papel, a otro mini en technicolor de pieles rosas y naranjas, variedades de lamé, lurex y satén. El epílogo de ese fashion show con sesenta pasadas (el diseñador suele llegar a las 70 en sus apuestas de moda lista para usar) fue una fiesta de riguroso black tie que transcurrió en el interior de una carpa que simulaba un palacio de Shanghai, todo eso en el parque Deerk de la Villa Borghese
Para rematar el festín y documentar el tributo al creador italiano, aconteció además el lanzamiento del libro Una grande storia italiana en edición de lujo y a precio de coleccionistas editado por Taschen. El libro-biblia Valentino tuvo una tirada inicial de dos mil ejemplares firmados por el diseñador, de los que apenas cien traen reproducciones de bocetos de colecciones fechadas en 1960. Todos, en cambio, tienen reportajes fotográficos, collages de sus apariciones en la prensa de moda, fotos inéditas de su archivo, entre ellas Jackie O y Audrey Hepburn y figuras del jet set europeo luciendo sus trajes a medida; además de un dossier con entrevistas del periodista de Vanity Fair Matt Ternauer a veinte de los colaboradores y mejores amigos del diseñador. Como bonus irrumpen una introducción de la experta del Herald Tribune Susy Menkes más textos de las editoras de moda Anna Wintour e Ingrid Sischy.
Como si fuera poco, a tono con el slogan más es más –implícito en los festejos– se presentó el nuevo perfume de la casa Valentino, llamado Rock and Rose Couture.
La biografía de Valentino indica que nació en el sur de Milán, y que antes de emigrar a París para formarse en la Chambre Syndicale de la Couture tomó lecciones de baile y de teatro. Sus primeros pasos en el fashion businness fueron como asistente en las firmas Jean Desses (un diseñador griego formado en diplomacia, tal vez la verdadera escuela en la construcción del estilo para aristócratas cimentado por Valentino) y en Guy Laroche (célebre por vestir a la aristocracia francesa con sastrería de corte simple en naranja, amarillo, verde y rojo).
En 1959, Valentino retornó a Italia y abrió su primera tienda en la Via Condiotti; Elizabeth Taylor devino una de sus primeras clientas, mientras se tomaba un descanso de la filmación de Espartacus. Si bien una colección realizada absolutamente en blanco de 1968 fue disparadora del vestido que Jackie O le encargó para casarse con el magnate griego (y que en 2000 fue reproducido por encargo y para satisfacer un capricho de Jennifer López), el color rojo, casi anaranjado, aplicado a vestidos de noche fue su marca de fábrica –en la jerga de la moda se habla de un rojo Valentino, para definir un estilo y una paleta cromática–.
“Diseño para gente romántica”, suele decir el creador sobre su estilo, mientras que la crítica especializada suele atribuir su éxito a su insistencia en el rescate de la elegancia clásica, aun de joven y cuando sus contemporáneos en Londres y París (Mary Quant, André Courrèges) hacían del culto a la juventud su partido de diseño.
Pero además de su afán por el clasicismo, su marca se instauró también gracias a las hábiles estrategias de su socio comercial desde 1970, Giancarlo Giammetti, quien ideó sus comienzos con subcolecciones de “moda lista para usar”.
Desde 1998, cuando empezó el reinado de la alta costura irreverente firmada por Mc Queen y John Galliano y soplaban también nuevos aires en los negocios de moda, las cifras de ventas de la escuela de moda clásica disminuyeron y Valentino vendió la firma al Holding di Participazioni Industrialie, que en 2002 volvió a vender la firma al grupo Marzotto. En 2005 surgió el Valentino Fashion Group.
Una de las decisiones de ese último holding remite a la apertura de una tienda con originales Valentino en la avenida Alvear de Buenos Aires durante 2006.
Pero las últimas noticias de la casa de modas dicen que en mayo de 2007 hubo un nuevo cambio de fichas y la firma Permira compró el 53% de las acciones del grupo. Trascendió que los nuevos patrones buscan un sucesor para el diseñador de 75 años ahora que sus creaciones a medida están cotizadas en 50.000 dólares y son un hit en los nuevos mercados del lujo enclavados en Asia y Medio Oriente.
Pero Val –así lo llaman sus amigos de la moda– no oficializó su retiro, se vistió con traje blanco de dandy para salir a saludar el día de su desfile e improvisó una reverencia ante la primera fila atestada de diseñadores, las cortesanas del jet set y las princesas. También derramó, glitter mediante, fuegos de artificio que iluminaron las ruinas romanas y disparó la reflexión del escenógrafo Dante Ferretti: “Valentino se parece al Papa, a un Papa de la moda italiana”.
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