ENCERRADA EN LA CAJA BOBA
› Por Soledad Vallejos
Empezamos declarando la trampa: se supone que este espacio sólo se referirá a la tele, pero como la excepción hace a la regla, y esta semana la excepcionalidad lo amerita, extendemos los límites. Composición tema: el periodismo local en todas sus formas; o mejor dicho, los mimos que una institución prestigiosa concede a la actividad profesional de tanto en tanto. Porque esta semana se otorgaron los Premios Konex 2007 Comunicación-Periodismo, que cada diez años elige destacar a 100 periodistas de acuerdo con 20 categorías: radial, televisiva, dirección periodística, edición periodística, redacción periodística, análisis político audiovisual, análisis político escrito, análisis económico, deportiva audiovisual, deportiva escrita, espectáculos, artes visuales, divulgación científica, literaria, música popular, música clásica, de investigación, producción periodística audiovisual, comunicación institucional, publicitaria. Vale decir, un espectro tan amplio que –con un poco de buena intención– podría dar un panorama del campo dedicado a las noticias y la comunicación en el país.
Pero –tenía que llegar– no: nada que ver. La manía estadística dice que, del centenar de nombres, sólo 15 corresponden a mujeres. Empeora el asunto: no sólo corresponden a mujeres, sino a las más encumbradas, afincadas, previsibles si se quiere. Se dirá que haber alcanzado el lugar en el que no hace falta el apellido no es un pecado, que ser reconocida y popular no quita mérito. Concedido: of course not, eso está muy bien para ellas. Pero la verdad que deja de ser tan interesante cuando sólo cristaliza el prejuicio y reafirma el estatuto de la excepción. Si alguien ahora mismo le pide, lectora, lector, que mencione a una mujer de radio sin pensar demasiado... ¿a que pensó en Magdalena (ya-sabemos-qué-Magdalena)? Y sin embargo, ¿es ella la única? Claramente no. Y puede usted no saberlo, pero no un jurado –especializado– reunido especialmente para decidir a quién homenajear, a quién no. De ninguna manera puede ampararse en la ignorancia. Porque resulta que en un jurado de 20 (¡20!) personas en el cual sólo tres eran mujeres, y que estaba presidido por Andrew Graham-Yooll, nadie atinó a reclamar por ausencias notables en número, por no hablar de la calidad innegable de ciertas labores que –inexplicablemente– fueron ninguneadas.
A la hora de indignarse, por ejemplo, la edición 07 de este premio nos lo hace fácil: no tiene lugar ni siquiera para disimular la invisibilidad de las periodistas, pero sí tiempo para premiar a Chiche Gelblung (en la categoría de radio, junto a Pepe Eliaschev, Mario Mactas, Ruiz Guiñazú y Miguel Clariá). Se dirá que algunas son demasiado jóvenes, otra demasiado no jóvenes: lo que sea, entre los efectivamente premiados eso no fue obstáculo. Tal vez se diga también: “Las mujeres periodistas no son tantas, che”. Respondemos: sí que lo son, en especial cuando se trata de espacios no jerárquicos (en general, son pocas las que llegan a jefas de sección). Sólo por ser camorrera, acá va una lista –incompleta– de ausencias, hecha a las apuradas, y que –dicho no de paso– arroja un número de periodistas y comunicadoras (no entendemos la categoría, simplemente la aplicamos) destacadas igual al que en los hechos se premió. Ausencias incomprensibles, por ejemplo, son las de María Moreno (absurdo decir quién es en las páginas de este suplemento; sólo recordaremos que ahora también está haciendo lo propio en tv), Susana Viau (también de este diario, dedicada al periodismo político), Hilda Cabrera (idem, pero en crítica teatral), Fanny Mandelbaum (que con su perfil mainstream, además de todo, no tiene empacho en sostener posturas feministas sólidas a la que otras periodistas suelen rehuir), Alicia Petti (de La Nación, y la única especializada en radio desde hace rato), Felisa Pinto (verdadera prócer del periodismo de moda y nombre infaltable en la historia del periodismo local, con participación estelar en medios como Primera Plana y La Opinión), Marta Lamas (productora nada menos que de la mañana de Radio Mitre, desde hace años), María Seoane (reconocida en periodismo de investigación, tanto en gráfica como en radio; tiene varios libros en su haber), Patricia Kolesnicov (responsable de cultura en Clarín), Ernestina Pais (que a esta altura del partido, entre la revista Inrockuptibles, los programas de radio y también de televisión, supo armarse una manera particular de ejercer el periodismo en distintos frentes), María Rita Figueras (personaje fundamentalmente de radio, aunque también ha escrito un libro, dedicada a deportes en general, al fútbol en particular), Josefina Giglio (que se dedica nada menos que al periodismo económico con una solidez fuera de dudas, escribe en La Nación, y también puede encontrársela en la radio), Flavia Costa (una de los pilares de Ñ), Juana Libedinsky (que suele entregar reportajes notables en La Nación), la mismísima Ernestina Herrera de Noble (aunque más no sea por demostrar que en “Dirección periodística” sí hay mujeres). Y hay más, seguro que hay más. Qué raro que no las vieron. Porque es raro, ¿no?
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