Vie 11.10.2002
las12

MúSICA

Todo vibra, y todo el tiempo

María Fernanda Aldana canta y toca el bajo en El Otro Yo, una banda familiar con una larga historia que empezó cuando ella tenía apenas once años. Su imaginería personal sigue mezclando signos punk con una mística lunar que le inculcó su mamá.

Por Rosario Bléfari

El tren va hacia el sur. Es la hora de la salida del colegio. Los chicos y chicas se arremolinan en los andenes de las estaciones, suben y bajan del tren. Llevan mochilas negras escritas con borrador blanco indeleble y entre las inscripciones se distingue una: “El Otro Yo”, el nombre de la banda de María Fernanda Aldana, a quien estoy yendo a ver en su casa de Adrogué. María Fernanda apenas tenía 11 años cuando empezó a tocar el bajo con Cristian, su hermano mayor. Ella tocaba el piano, pero fue aprendiendo a entenderse con ese instrumento de cuerdas gruesas y timbres graves. La resistencia y velocidad con la que hoy lo ejecuta contrastan con su dulzura y su sensibilidad tenaz. Su voz maduró con el paso del tiempo, esencialmente la misma –un registro agudo, un terciopelo de armónicos vibrantes–, ya no es la de una niña ingobernable sino la de una mujer terrible. Ahora también es mamá. Su infancia y su adolescencia de precoz música de rock encontraron sustento en la fantasía punk: energía rebelde vuelta estridencias melódicas y una mística lunar que su madre le inculcó. A punto de salir “Colmena”, el nuevo disco de la banda y con un disco propio de piezas para piano en vistas, recuenta sus pasos:
–¿Antes que la música fue la pintura?
–Desde chica dibujo, más que pintar. Cuando iba al secundario me di cuenta de que no me gustaba mucho estudiar, me cambié un par de veces de colegio hasta que me anoté en la escuela de Bellas Artes y estuvo bueno, aprendí muchas cosas, conocí gente con las mismas inquietudes que yo. Pero igual con la música también empecé desde chica, porque mi viejo siempre cantó, canta muy bien y mi vieja tocaba el órgano, el piano; en la casa había un órgano, que es el que está ahora en mi casa. Mi mamá tocaba ahí, y después tocábamos nosotros, mi hermano y yo; ya desde los 7 u 8 años estábamos ahí con la música; yo creo que es un poco de herencia. La música es la pintura también, y viceversa, todos los sonidos tienen colores, y los colores tienen sonido.
–¿Y después la música siguió relacionada con ese tipo de emociones?
–A está altura ya creo que el ser humano es un instrumento, que a veces se da cuenta y otras no, pero que en él están todas las vibraciones del universo; la música es lo primero que llega al espíritu, y resuena en todos los seres humanos. Y de acuerdo a las inclinaciones de cada uno, lo desarrolla o no. Como emisor y como receptor también porque todo vibra todo el tiempo. Porque si uno piensa que un sonido o un ruido pueden ser música, todo es música, porque todo vibra, todos los planetas, cada uno,vibra en una nota distinta. Cuando leí un par de libros de metafísica no hace tanto tiempo encontré esas mismas ideas, por supuesto mucho más desarrolladas, pero pude ver que otras personas habían reflexionado sobre algo que yo tenía de cierta forma asimilado.
–Siempre hablás de lo espiritual, es algo muy importante para vos, ¿cuáles son las primeras impresiones ante lo inmenso que recordás?
–Mi mamá cuando era chica me enseñaba a hablar con la luna. Yo siempre me quedaba a ver las estrellas. Con mis amiguitas del barrio poníamos una toalla en el pasto en verano y nos quedábamos mirando el cielo; y mi mamá entonces me dijo un día que a la luna le podés hablar, pedir deseos. Y siempre lo hice. Dicen que la luna representa a la mamá. Siempre me sentí parte de la naturaleza.
–¿Cómo convive todo eso con los “por mayores” insalvables de la vida cotidiana?
–Y ahora trato, por ejemplo, cuando escribo una canción, de pensar en algo para que esa canción tenga cierto fin. Antes, cuando me ponía a escribir, escribía automatismo, imágenes placenteras o tristes o algo que me había pasado; ahora cuando escribo, una letra sobre todo, trato de dar un mensaje, con todo lo que a uno le va pasando o cómo ves que está todo. El mensaje sería sacudirse, tratar de no bajar los brazos, con la música llegar a esos lugares que le hacen bien a la gente. Ahora estoy en esa etapa, capaz que después me sale otra cosa. Hay que aprender a convivir con el cuerpo, estás en esta vida, en esta realidad, por algo estás acá, parado, pisando la baldosa. Nos rodea un mundo que ya en sí mismo es re loco, tan real, tal cual como es, que ya de por sí es impresionante. Hasta el átomo más chiquito, las células, cómo van trabajando, como se agrupan, es increíble.
–¿Cómo que es para vos ser madre?
–Para mí es algo muy natural, y hermosísimo. Te conecta directamente con el amor más puro, es vivir la realidad al lado de un niño, es como un encantamiento también, los nenes son muy fantasiosos, hablan con algo que no existe. Es mágico, para mí es un lujo haber tenido esa experiencia. Pero por ahora no voy a tener más.
–¿Te imaginabas, antes, que iba a ser así?
–No, antes me causaban una sensación de mucha fragilidad los bebés, veía un bebé y pensaba que nunca lo iba a poder cargar, no sé, me daba miedo su fragilidad y después cuando tuve a mi bebé fue tan natural, fue como ser una perrita y amar a tu cachorrito, y a medida que va pasando el tiempo y va creciendo eso va cambiando también, van pasando un montón de cosas nuevas. La mujer, para mí, es la creadora por excelencia, la encargada de dar a luz, junto al hombre por supuesto, pero su misión es muy importante.
–¿Siempre te sentiste cómoda con eso?
–Siempre fue muy distinto, cuando fui niña, cuando fui adolescente y ahora que soy mujer es distinto también. Está buenísimo ser mujer, siempre me gustó.
–Imaginando que existiera una parte masculina, ¿cuál sería si tuvieras que reconocerla?
–Creo que mi parte más trabajadora tiene que ver con lo masculino, puede aparecer cuando trabajo intensamente en algo y olvido mi sensualidad; se me ocurre que la mujer es sensual por excelencia, el hombre también, pero la mujer mucho más, y bueno, cuando salgo de esa sensualidad femenina y me concentro mucho en algo... No sé, se me ocurrió ahora, no lo había pensado antes. Yo soy búfalo de agua en el Horóscopo chino, el animal más fuerte de ese zodíaco y me siento búfalo. Voy y hago las camas, lavo los platos, no sé, no me gusta ver todo desordenado, hay momentos en que estoy haciendo muchas cosas a la vez: sirviendo agua, poniendo un plato acá, pensando en música, apagando la hornalla y me gusta porque la mente se transforma en algo como ese juego Tetris, donde se me van acomodando todos los pensamientos, las acciones, y a la vez eso creo que de alguna manera debe acomodar parte del inconsciente. Lo uso para relajar la mente.También por eso me gusta mucho nadar desde chica, siempre voy a una pileta de barrio, me encanta. En el agua me encuentro en otro mundo, me gusta nadar con los ojos cerrados. También me gusta tomar agua y hasta escribir sobre eso. Mi viejo había hecho una pileta en mi casa, a los tres años ya me metía y nadaba y a esa edad también leía y escribía. Aprendí de muy chiquitita, mi mamá me enseñó, era maestra. En realidad le estaba enseñando a Cristian, mi hermano, porque le costaba un poco, y aprendí así, de escuchar cuando le enseñaba a él.
–Y con tu hermano, ya que lo mencionaste, ¿se produce esa especie de “telepatía” que vos decís que se produce con algunas personas?
–Y sí, bastante. El tiene una vibración que a mí me hace re bien, cuando él está me siento muy bien, me da energía para hacer las cosas también, no sé, tiene mucho empuje, será porque es de Tauro. El tiene mucho de toro y me lo contagia y me hace bien. Yo soy más volada. Justamente el otro día hablábamos de eso, que la realidad es la que está acá, y las cosas hay que hacerlas ahora.
–¿El es el encargado de que sucedan, de que se hagan realidad?
–Yo le doy algo que en su química le hace bien, toda la cuestión femenina, viste cómo es una chica que toca en una banda con hombres, le aporta un lado femenino que hace que se complemente, algo que sale desde el timbre de la voz. De todas maneras en estas épocas todo lo relacionado con lo femenino está muy deformado, con el tema de los travestis, por ejemplo y cómo está todo tan explotado.
–¿Cómo es eso?
–El que alguien se haga las tetas, por ejemplo, aunque está bien que se las haga si le gusta y que las disfrute, me hace pensar si esa plata y ese tiempo no podría usarlos en algo mejor. Lo femenino aparece como exacerbado, como el hecho de cortarse el miembro masculino, me causa mucha impresión. Es demasiado, si igual podés hacer lo que quieras sexualmente. En general me parece que hay una baja grande de espiritualidad, si se profundiza más en lo espiritual, en los estudios, quizás mejoraría todo. Sentir piedad por la gente que sufre, la gente que tiene el poder para cambiarlo; una revolución espiritual nos podría salvar.
–¿Y el arte?
–El arte puede poner su granito de arena.
–¿Vos preferirías que la revolución fuera por ese lado?
–Y más vale, a mí la violencia no me gusta, la violencia entre los seres humanos es horrible, lo que pasa es que también entiendo a la gente desesperada que no tiene trabajo, ni en vista conseguirlo.
–¿Estás terminando un nuevo disco con El Otro Yo?
–Sí, estamos terminando de mezclarlo. Nosotros nos tomamos mucho tiempo para hacer los discos, tal vez más de lo que se espera. El disco anterior, “Contagiándose la energía del otro” que era en vivo, fue en el año 2000, y el anterior, en estudio, fue “Abrecaminos” en el ‘99.
–¿Cómo cambió la forma de trabajar con respecto a épocas anteriores?
–Ahora contamos con herramientas para llegar a un mejor sonido; en los discos anteriores grabábamos como podíamos, usamos desde portaestudios hasta DA88, y ahora estamos trabajando con Pro tools que es de lo mejorcito para grabar. Buscamos mejorar, desde la ejecución hasta los arreglos y sutilezas. Eso también porque desde el principio está Diego Vainer, que es el productor del disco.
–¿Y tenés material para un nuevo disco de vos sola?
–Sí. Estudié piano desde los 10 a los 13 años con una profesora concertista, después empecé el conservatorio y estudié hasta los 17. En ese ínterin estuve componiendo unas piecitas de piano y ahora las estuve compilando y las quería grabar para hacer un disquito. A lo mejor una voz que otra, pero en principio es piano. Yo no tenía piano en casa en esa época y siempre me gustaba tocar en el conservatorio, en todas las aulas había un piano, y me metía a tocar con la luz apagada. Pero cuando estaba el profesor no le gustaba, tenía que tocar lo que me daban, que estababueno igual. Después ya me fui del conservatorio. Igual me sirvió aprender música de esa forma, teoría, solfeo, me vino bien.
–¿Te sirve hoy en día?
–Sí, me sirve a full, creo que de todo lo que estudies, podés sacar algo bueno, es bueno seguir estudiando, siempre que puedas, algo, ya sea con un libro o en algún taller, es lindo, te hace bien porque te conectás con otra gente. Siempre es importante la comunicación con otros que hacen lo mismo que uno, pero desde otro lugar. ¿Y no me vas a preguntar por Capricornio? Mi plan más cercano es irme a Chile ahora, el 24 de setiembre, porque nos invitaron a tocar con el dúo que tenemos vos y yo. Antes era un trío porque estaba Daniela Cugliandollo también, pero se fue a vivir a España. Era la encargada de la imagen en vivo. En realidad fue la generadora de todo esto, quería que hiciéramos una obra de teatro.
–A nosotras a lo mejor no se nos hubiese ocurrido nunca, aunque una vez me dijiste que podríamos hacer algo, tocar juntas, hace mucho.
–Yo te dije porque Daniela me había dicho que quería hacer una obra de teatro con nosotras dos y que también fuera musical. Y al final terminó siendo una película y nosotras hacíamos la música mientras se proyectaba. Capricornio es como un momento de esparcimiento, muy lindo y cuando uno está muy agarrado a una cosa te abre otras puertas, otras ventanas. Así como la pintura.
–¿Y qué es lo que pintás?
–Pinto, no diría fantasías, porque me gusta pintar personas, pero me gusta darles un toque fantástico, como si no fueran humanos, como si fueran más bien ángeles o hadas. También pinto bastante pensando en los colores. Cuando pinto me gusta estar en silencio o poner música y poder sentir, como cuando meditás por ejemplo, que se unifica el cuerpo y el alma. Con el canto pasa eso, con el yoga también, incluso con la natación. Eso me gusta y me hace sentir bien. Los hermetistas dicen que todo es mente, que el universo es mental, que todos estamos conectados con las mentes de todos. Me gusta esa idea, es como cuando hacés conexión con alguien y sin querer tenés cierta telepatía, se piensa justo lo mismo, esas casualidades que son como confirmaciones de que las mentes y las almas aunque son invisibles están, tienen otra densidad que el cuerpo, pero están ahí y se pueden comunicar de otras maneras. Para mí hay una cuestión espiritual que no tenemos del todo desarrollada, no estoy segura si es a través del cerebro y si el espíritu tiene que ver con él, pero hay capacidades increíbles para desarrollar. A mí me gustaría poder viajar al futuro, pasar de una dimensión a otra, poder volver también. Siempre sueño con eso. También me gustaría vivir cuando se pueda viajar en nave espacial. Viste que antes no existía viajar a Europa en avión y sin embargo, hoy es posible. Si no destruyen antes el mundo, porque están todos a full con las armas, me gustaría viajar en una nave espacial para ir a otros planetas. Me gustaría que al llegar a vieja pasara eso.

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