MUSICA
Cumbias colombianas como poesías simples, boleros llenos de dramatismo y rancheras forman parte del repertorio que la banda Tumbamores elige para hacer bailar a un público que crece gracias al boca en boca y la promoción web. A punto de grabar su primer disco, la banda explica sus preferencias musicales y repasa cómo es el juego de estilos, la mixtura de géneros.
› Por Guadalupe Treibel
Un bar y colores hacen de escenario natural; de fondo, el bolero crece y se entrega. La banda suena profundo: tres mujeres y dos hombres ofrecen el entretenimiento para la pista de baile, mientras una historia de amor se despliega en la pantalla: la cantante y la dueña del bar se enamoran. Ellas roban el papel esencial, mientras otros personajes, caras que se desvanecen, las rodean. “Nayla, di por qué me abandonas/ Tonta, si bien sabes que te quiero/ Vuelve a mí, ya no busques otro sendero/ Te perdono porque, sin tu amor, se me parte el corazón”, sentencia –determinante, con pasión de telenovela– el bolero del mexicano Jesús Rasgado. Pero ahora la voz es de ella, de Victoria “Pepi” Dillon, que la hace latir fuerte gracias a su brutal melancolía. Con una estética inspirada en la película “La reina de la noche”, de Arturo Ripstein, y “Entre tinieblas”, del realizador español Pedro Almodóvar, el amor pasional lésbico redefine “Nayla”, la canción elegida por Tumbamores para hacer su primer videoclip que, recientemente filmado, estaría listo en marzo. Y, como para el set y la grabación faltaron recursos (económicos, claro), la banda se valió de la cuestión organizativa y preparó una fiesta para recaudar fondos. Salió bien, por suerte.
Con un repertorio lleno de traición, amor, machos culebra y libertad cumbiera, el grupo –que lleva tres años y, tras varios cambios, ya tiene elenco estable– toma la forma de quinteto de la mano, el codo y el brazo de “Pepi” (en voz y güiro), Silvina “Pina” González (guitarra y coros), Rita Resano (percusión), Diego Soler (bajo) y Fernando Schaeffer (saxo y cuatro). Autodefinidos dentro de la suma “bolero+cumbia”, el repertorio que los une va en más de una dirección: rancheras mexicanas, cumbia colombiana de primera hora, merengues venezolanos y boleros. Presencia cien por ciento de América latina, sí. Folklore de cada país, tal cual. Al respecto, cuenta la guitarrista: “Está bueno interrelacionar el folklore latinoamericano, viendo qué ritmos transformar”. Porque Tumbamores no sólo reproduce temas de todos los tiempos: los modifica, los metamorfosea. Por ejemplo, un tema de Sandro (“Trigal”) pero –ojo– en versión ¡cumbia! O sea, extreme makeover de la versión gitana al grito de: “¡Ay! Trigal... Dame tu surco y dame vida / Borra mi tiempo y esta herida / Si ya es mío tu trigal”.
El bolero, por su parte, cierra desde las historias y la interpretación.
Cuenta Dillon: “Soy muy trágica y las letras súper sentidas me permiten explotar esa condición”. Por su parte, González comenta que es fácil identificarse con lo que dicen las canciones porque hablan del lugar donde todos somos iguales. “Es inevitable caer en el lugar común. En cada uno de nosotros hay un bolero”, explica la guitarrista. Entonces, será parte de la condición humana, aunque –tal como reconoce Silvina– las letras del bolero (al igual que las del tango) “no dejan a la mujer muy bien parada, postulando como mensaje que la mujer es mero objeto de deseo, algo a lo que se aspira”.
De la cumbia colombiana, en cambio, Dillon y González valoran la libertad de vínculos que promete, la poesía simple, el mensaje y la realidad que se muestra (“el entorno y la vida de los pescadores, por ejemplo”, aclara Schaeffer). En el tema “María Candela”, por ejemplo, ella –“la que baila la cumbia como ninguna”– no quiere que le agarren la cintura... “Porque cuando bailo cumbia quiero tener libertad”, canta Dillon y se siente a María Candela brotar del parlante, con toda su militancia pro-baile. “Hay un resurgir del género Cumbia, asociado –a mi entender– a que la gente se está volviendo más latinoamericana. En parte, esto se debe a la crisis económica y a otros conflictos sociales que sacudieron al país. Finalmente el argentino se hizo cargo de que es el fondo de Latinoamérica. Desde lo musical es claro: después de muchos años de rock y música en inglés, ahora se escuchan otras cosas”, plantea la cantante de Tumbamores.
La música les llegó por gusto y el repertorio, por afinidad. De todas formas, Tumbamores no va al hit seguro; apuesta al repertorio “más under”. Y, no... Luis Miguel no está incluido. “Empecé haciendo una selección de canciones de autoras femeninas o temas que cantantes mujeres hubiesen hecho conocidos”, explica “Pepi” y cuenta que –luego– salía la variación, el reversionamiento en plan “cumbia”, lo que inmediatamente se traducía en una resignificación de la letra. De las artistas que tomaron (y toman), Lila Dows es una de ellas, mujer/talento que fusionaba rancheras y jazz, o Liliana Felipe, tanguera y poeta cordobesa.
Y sobre el tango, un breve paréntesis... Cuenta la leyenda musical contemporánea que Astor Piazzolla tuvo una charla con Aníbal Troilo sobre la manera de apropiarse del ritmo, la música, las canciones. Mientras Piazzolla aseguraba que el tango era para sentarse y escuchar, Troilo sostenía la vieja hipótesis, la postura fenomenológica –si se quiere–: el tango era para bailar. Y de eso se trata Tumbamores. Porque el amor es bailar, la banda entendió que lo bonito de tocar es que la gente baile. “Es una respuesta inmediata que va más allá de lo convencional del aplauso”, explica González.
El público –en su mayoría femenino– las suele seguir para el baile en lugares como Casa Brandon, Frida Kahlo o centros culturales como Del Sur, Carlos Gardel, de la Cooperativa o Plaza Defensa, donde “la mezcla de públicos es muy interesante”, según la guitarrista. Para ella, “son distintas generaciones juntas. Está la gente joven que se engancha con el bolero desde el lugar más kitsch, tipo Almodóvar, hasta las señoras grandes que van porque es gratis y se copan con el bolero”.
Durante el 2007, Tumbamores también se presentó en la XVI Marcha del Orgullo Lésbico Gay Trans Bisexual, organizada bajo la bandera “Nuestro festejo es reclamo. Igualdad. Libertad. Diversidad” y en la inauguración de la muestra Los niños del Proceso, de la artista María Giuffra, amiga de “Pepi” Dillon, ambas Hijas. Al respecto, cuenta la cantante: “Fue el 12 de octubre, día de la Raza, y nos pareció bueno aprovechar todos los símbolos: tocar en la Casa Rosada en el marco de la muestra y hacer un tema peruano que habla sobre una esclava negra. Se lo dediqué a mi vieja, fue muy emotivo”.
Aún sin disco, en febrero comenzarán a grabar su primer trabajo como “parte de la maduración del proyecto”, tal cual explica Dillon. Un paso más para la banda que mixtura estilos y se promociona desde la web (www.tumbamo
res.com.ar) y el boca en boca. Mientras, ya hay plan inmediato en mente: organizar una nueva fiesta para festejar el Carnaval y “¡qué siga el baile!”, bromea la guitarrista.
Tumbamores se estará presentando el jueves 21 de febrero en el Centro Cultural Viejo Mercado, en Río Cuarto, Córdoba.
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