Vie 29.02.2008
las12

PERFILES

¡Un fuego!

Su biografía, alimentada por ella a través de su blog, es un imán tal que cada gesto suyo convoca comentarios, aplausos, incluso babeos y otras prácticas que es mejor no mencionar. Diablo Cody sabe encender la chispa que su educación católica no pudo apagar. Ahora que en la web se la ve comiendo chocolate abrazada al Oscar que ganó por el guión de La joven vida de Juno, el furor no hizo más que aumentar.

› Por Valeria Burrieza

Una chica que se hace llamar Diablo, se pinta los labios de rojo furioso, dice que su símbolo de elegancia es un tatuaje que le ocupa medio brazo, usa ropa de segunda mano y tiene en su lista de predilecciones a los perros chihuahua, las montañas rusas, las medias caladas, Internet y las manos de los varones... una chica así no se ajusta del todo a la idea que Hollywood tiene de los guionistas de cine con expectativas de éxito. Pero Diablo Cody, 29 años, géminis, blogger desde la edad media del blog, currículum como stripper profesional y operadora de una hotline, acaba de ganar el Oscar al mejor guión por la película Juno (acá La joven vida de Juno), la historia de una adolescente que queda embarazada.

Sus declaraciones al respecto fueron: “Pueden disfrazarme, pueden darme premios, pueden entrenarme sobre las respuestas correctas y pueden pulirme los callos de mis enormes fucking pies, pero siempre seré yo. Y nunca me sentiré avergonzada”. Lo dijo vía blog, como le gusta decir las cosas. Y como cada vez que dice algo, miles de fans de diversos sexos, edades y nacionalidades la aplaudieron, le propusieron amor, sexo, pasión y adoración en ese u otro orden; le dijeron que es una tigresa, que no les importa lo que dicen los periodistas, lo que piensen los demás, que siga siendo como es, que ¡ay mamita! Que ¡oh, my god! Que es tan fucking(mente) copada que necesitan una ducha fría cada vez que escuchan su nombre, que no pueden dejar de pensar en ella, todo eso y otras tantas miles de cosas.

Ahora, lamento defraudarlos, pero Diablo en realidad se llama Brook Busey, es hija de una familia católica de clase media de Chicago, estudió en la universidad de Iowa una carrera relacionada con la comunicación y era una secretaria normal y aburrida como la mayoría de las secretarias hasta que vio un cartel que convocaba a chicas y chicos sin experiencia para un concurso de strippers.

Desde ese momento su vida empezó a parecerse a una de esas historias que adora Hollywood, una especie de remake punk del cuento de Cenicienta, con una protagonista linda que se tiñe de negro, se llena de piercings, adopta un estilo Betty Page posmoderno y cambia su vida de una manera inesperada.

La cronología de la historia de esta heroína moderna es más o menos así: primero trabajó como secretaria en una agencia de publicidad (asume que era un desastre), después fue al famoso concurso y empezó a trabajar como bailarina de caño y stripper en bares de baja calaña (dice que tenía bastante poca gracia y que aprendió algo pero nunca llegó a la maestría), es blogger desde la prehistoria del blog (empezó en 2001), un día la descubrió un productor de nombre Mason Novick que navegaba por Internet no se sabe si buscando pornografía o nuevos talentos y entró en su sitio The Pussy Ranch (El rancho concha, en criollo). Casi de inmediato, él la contactó para que escribiera un libro con sus experiencias strippers y de ahí saltó al cine con este primer guión que acaba de llevarla a la reluciente alfombra roja de la fama.

La parte que más emboba a la prensa y a la crítica de espectáculos es la parte de la chica stripper. Pero ella cuenta que esa aventura tuvo un comienzo bastante casual. La chica sin experiencia fue al concurso, dice que descubrió toda la torpeza que una mujer puede tener para moverse, después lo contó en su blog y sus fans se multiplicaron como un virus. La combinación de sexo y blog parecía un cóctel interesante, así que se empleó como stripper durante un año y se siguió haciendo famosa desde Internet.

Después también incursionó en el sexo pago por teléfono y siguieron los éxitos del blog a medida que se hacía conocida como una “Margaret Mead del sexo”, es decir una antropóloga sexual y, en este caso, mediática.

De esas aventuras salió buena parte de la materia prima del libro Candy Girl: un año en la vida de la stripper menos pensada, donde cuenta cómo una chica de formación católica y vida monótona se convierte en una bailarina profesional. También detalla algunos secretos del negocio, como que en los bares de strippers suele hacer frío porque a los clientes les gusta ver que las chicas se acurruquen entre ellas o que las que se visten de blanco ganan más porque dan el aspecto de chicas buenas. Dice que cuando se publicó su libro, les dio la buena noticia a sus padres pero también les avisó que la historia era sobre una parte de su vida que ellos no conocían. Se enteraron de las andanzas de su niña por el texto y le dijeron que hubieran preferido un problema de drogas antes que eso. Lo mismo que dice en la película la madre de Juno cuando se entera de que su hija de 16 está embarazada. Es decir, la película tiene algo de autobiografía, sobre todo el lenguaje blogger de su guionista. El tema de Juno es el embarazo adolescente y la posición que una chica sub 18 puede tomar frente al aborto. En noviembre del año pasado, cuando la película empezaba a sonar tímidamente como candidata para el mejor guión de los premios de la Academia, Cody pasaba por el Festival Internacional de Cine de Gijón y hacía estragos con su look, que brillaba entre la media de los festivaleros, y con un discurso que combinaba inteligencia y provocación. En ese momento dijo: “Llegó la hora de escribir guiones de mujeres que planteen historias de mujeres. Siento que éste es un paso nuevo en el cine norteamericano, en este momento hay demasiados hombres escribiendo sobre hombres. Siento que tengo la responsabilidad de escribir sobre personajes fuertes femeninos y lo voy a seguir haciendo”. A Cody no le falta ningún atributo de chica moderna y el público moderno la adora. “Todo lo que he conseguido en mi vida ha sido gracias a Internet. Incluso me casé con mi novio de Internet. Aunque ya nos hemos separado, puedo afirmar que puedes encontrar al amor de tu vida en la red”, dijo.

Sin zapatos de cristal

En la ceremonia de los premios de la academia, la Cenicienta punk dejó bien en claro que tiene actitud. Resulta que un alto diseñador del mundo fashion hollywoodense le ofreció usar unos zapatos altos, dorados, con brazalete en el tobillo, una flor llena de diamantes en el centro y una onda retro que le iba muy bien. Pero el detalle es que valían un millón de dólares y él se los daba para que los luciera en la ceremonia ante la mirada de buena parte del planeta. A ella le pareció una maniobra publicitaria barata y los rechazó. Al final se puso un par de chatitas doradas y dijo que adora romper las reglas de vestimenta. Sus fans enloquecieron de amor en el blog, obvio.

“Le juro a Dios que tengo la vida más bizarra. De verdad”, les dijo a los bloggers cuando la prensa sacó a relucir la historia de los zapatos de diamantes. La chica que se viste en ferias americanas, que se vuelve loca cuando consigue ropa barata y que va a las entrevistas con remeras que dicen cosas como “rock and roll party all night”, no podía ceder ante un par de zapatitos de cristal dignos de una Cenicienta versión Disney. El costo de su decisión fue que no se convirtió exactamente en la preferida de los críticos de moda. Pero sí fue una de las más fotografiadas porque su mérito era ser la figurita rara de la noche.

Usó un vestido con un estampado símil leopardo que dejaba ver el tatuaje de una chica en traje de baño, recostada de manera sexy con los brazos atrás de la nuca que le ocupa medio brazo, llevaba un aro con calaveras que parecía a punto de quebrarle el lóbulo de la oreja y las ¡oh, revolucionarias! chatitas en sus fucking enormes, callosos y orgullosos pies.

Ahora, Cody acaba de escribir el proyecto piloto para una serie de Steven Spielberg –The United States of Tara–, una telecomedia protagonizada por una madre con personalidad múltiple. Además, prepara dos nuevos guiones: Jennifer’s Body, una comedia de horror, y Girly Style y dice que su estado de ánimo actual es “ghrgerggr”, mientras aparece en su blog tirada en la cama, casi desmayada, al lado de un plato con restos de torta de chocolate con la estatuita dorada en la mano.

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