MODA
Diseñadores españoles representantes del mainstream y de la vanguardia, invitados e invitadas especiales de Portugal y lo más mentado de América latina, se reunieron en el Salón de la Feria de Madrid para anticipar las propuestas para el próximo otoño/invierno europeo. Una ocasión para buenas espías que bien pueden adaptar a este 2008 lo que allá hará mella en 2009.
› Por Victoria Lescano
Durante la segunda semana de febrero los diversos pabellones del salón Feria de Madrid cobijaron un atractivo microclima de moda, arte y vanguardia: por un lado transcurrió la Pasarela Cibeles con las propuestas para el otoño- invierno 2008/09 de 37 diseñadores españoles, tanto representantes del mainstream y de la tradición como los últimos nuevos nombres de la moda de la península; por otro, transcurrió Siim –Semana Internacional de la Moda de Madrid–, con la presencia de 800 firmas representativas de la industria española plus invitados especiales de Portugal, que poblaron las níveas instalaciones denominadas para la ocasión “Gala”, “Perlas”, “Diva”, “Hombre”, “Libertad” y “Beso”. Además descollaron las propuestas de la Pasarela Latinoamérica Fashion –Laf–, con ocho diseñadores representativos de la vanguardia; entre ellos los invitados argentinos Nadine Zlotogora, en la apertura, y Pablo Ramírez, al cierre con una apuesta sobre el gaucho look y el estilo campero de impronta dark y elegantísima, pasando por creadores de Colombia, México y Portugal.
Y entre uno y otro acontecimiento de moda, la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid, Arco. En los entretiempos de desfiles, Arco regocijó a los visitantes y fashionistas ya con los tótem hechos con ruleros que exhibió la galería paulista Lemme –porque en la edición Brasil fue el país invitado– o bien con la sutileza de proyectores con paisajes, un frasco de Chanel Nº 5 realizado en porcelana china o un ping-pong en metal con jugadores en tamaño XXL del artista Li Songsong, cotizados en 300.000 euros.
El puntapié inicial de moda española lo dio Agatha Ruiz de la Prada, diseñadora emblemática de la estética ochentera en cuya primera fila estuvieron Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, y Pedro Ramírez, el director del periódico El Mundo y pareja de la diseñadora, quien lució corbata con corazones para la ocasión.
Los prints de corazones son para Agatha Ruiz lo que las margaritas significaron para Mary Quant en los sixties y se extendieron a siluetas de robots, juegos en las construcciones de faldas en technicolor, abrigos y chaquetas.
Acto seguido, emergió una lectura contemporánea sobre la épica caballeresca y la mujer del futuro, resignificados por Jesús del Pozo, pionero del prêt à porter español, también creador de ropas para novia y perfumes con estirpe. La austeridad en chaquetas, las transparencias emergieron con tintes morados, azules, marrones y grises, y como cierre una novia madre con bebé en sus brazos y dejos de una imagen religiosa iluminada en azul.
Juan Duyos presentó sus variaciones sobre la geometría y experimentos con volúmenes aplicados a vestidos con formas orgánicas en pied de poule y una línea de sastrería, con paños en color arena y remixes de tartanes. ¿Los favoritos? Un catsuit camel de línea strapless que se lleva con tocado y una capa corta en pied de poule con juegos de círculos y pantalón a contratono y zapatos coloridos que ostentan hendiduras en el taco.
El de David Delfín fue el show más esperado de la modernidad. “Intimidad” fue el título de la colección invierno 08/09 y el rosa Dior aplicado al placard masculino marcó el comienzo: trenchs, trajes, zapatos loafers, sweters y remeras con el print “je te aime”. La idea de lo casero y lo privado continuó con el tricot de entrecasa –según cuenta una versión, fueron tejidas a mano por una niñera en sus viajes de tren– y la provocación en la pasarela esta vez fue la recreación de una valla carcelaria por la que se paseaban los modelos. Fue muy cautivante la puesta con iluminación y desarrollos de Maxi Gilbert, experto argentino en ambientaciones para moda, rock y teatro radicado en España. Las propuestas de pasarela de David Delfín, diseñador nacido en Málaga y con anclaje en la danza y el teatro, admitieron además un catsuit carcelario de varón, en punto gris blanco y negro y cuello en V, un vestido de fiesta al tono en satén que lució Bimba Bosé, su musa y socia en la tienda de la calle Jorge Juan 31.
Otra apuesta atractiva, aunque con sesgo absolutamente opuesto, fue la del creador Andrés Sardá, diseñador nacido en Barcelona en el contexto de familia de tradición textil y con formación en ingeniería, pionero de la ropa interior. ¿La propuesta? Simulacro de fiesta privada en un club nocturno, las asistentes llevan vestidos see trough con guiños a Azzedine Alaia e Yves Saint Laurent que dejan ver lencería chiquérrima con matices de seda, encaje, terciopelo y bordados.
Del lado de la modernidad española, vale destacar el front row con invitados y amigos de Ana Locking, así se llama la firma de la diseñadora Ana González y cuya anterior formación de mofa fue la marca Lockin Shocking. “Rentry” fue el título de la colección de Ana G, quien en su partido de diseño optó por texto con matices literarios, vestidos y estilismo amish.
Amaya Arzuaga es uno de los nombres de la nueva generación de diseñadores españoles que más trascendió fronteras en 2000. Su colección, “Abracadabra”, fue rica en desarrollo de vestidos con juegos de volúmenes y matices de texturas. A su presentación siguió la de la brasileña Gloria Coelho, primera dama de la modernidad paulista con influencias tan diversas de Diane Arbus, el rock, los skaters, la Reina Elizabeth y atuendos de seda, organza, yuxtaposiciones de piedras, flores y piel con matices avant garde.
En la última tarde de Cibeles se reunieron los últimos nuevos nombres de la vanguardia española. Por un lado, el dúo femenino al frente de Delgado Buil –Anna Figuera Delgado y Macarena Ramos Buil–. Su apuesta lúdica “Hermanos Bunker, Hermanas Yates” irrumpió con la invitación a calzarse gafas 3D para contemplar proyecciones ad hoc y luego emergieron infinitos abrigos y capas en color marrón caramelo, contrastados con lima o blanco y la exaltación de las trenzas de cuero como ornamento e hilo conductor. Las chicas Yates de El Delgado Buil lucieron deliberadamente anticuadas, sin pudor para combinar matices démodée con mucha elegancia.
Anke Schloder, quien en temporadas anteriores fue galardonada en la pasarela Gaudí y también el festival Benicasim, en “Winterinsects” recurrió a máscaras coloridas a modo de make up, superposición de planos de colores, calzas plus vestidos y botas en amarillo turquesa y rosa, mientras que los creadores de Luxoir –Victor Pa y Antoine Navarro– optaron por imágenes del Apocalipsis, los cambios climáticos, las sequías y las inundaciones con anclaje en el mundo real pero traducidos a insólitos disfraces: en color vino y sangre y conavios de plumas cortadas en cuero, chicos y chicas pájaro para ir a la disco.
El de Diez Diez, firma del creador Carlos Diez, fue un fabuloso cierre para los nuevos aires en la moda española. Por un lado variaciones sobre el neón y la rave, en trajes, por otro homenajes al tyde die rockero –vía fundas para guitarras, vestidos y trajes, y flecos concebidos como ornamento, maquillaje y constructor de siluetas y botas deportivas y sado a la vez–. “Numerología Plástica, tye die de noche, paracaídas iluminados, momias de algodón, camisas de fuerza y lluvia de seda”, dijo Diez sobre sus disparadores de moda.
Varones con la boca pintada de rouge rojo, el pelo carré, vestidos tanto con cargo pants y arneses utilitarios multicoloridos como también ostentaron sastrería inspirada en el mono u overall de obreros de oficios rudos, aunque realizados en paños nobles rescatados de la sastrería british, resumen la propuesta del colombiano Carlos Valenzuela en el comienzo de Laf; a su fashion show le siguió el de la diseñadora argentina Nadine Zlotogora: tonos arena y vestidos con su emblemática silueta paracaída, ahora ornamentada con prints hechos con rescates de moldería del Burda, también bermudas en tartanes para varones elegantes, zapatillas –botas muy atractivas y austeras–. Sus vestidos emularon ropas de trabajo y también algo del chic austerísimo de Claire McCardell en los año cincuenta.
Los diseñadores mexicanos fueron otro de los destacados del ciclo de moda latinoamericana curada por Pepe Reblet: así, las hermanas Julia y Renata Franco, creadoras de la etiqueta Julia y Renata, tuvieron como eje de diseño las culturas nórdicas y los mitos sobre auroras boreales, que trasladaron a vestidos con volúmenes y formas inéditas en colores blanco, perla, plata, terracota y oro con plus de cristales Swarovski.
Mientras que José Alfredo Silva Galán y Luis Giovanni Estrada, ambos con estudios de diseño y también de arte, fundadores de Trista, apostaron por siluetas coloridas e innovadoras inspiradas en la nueva narrativa mexicana.
La diseñadora colombiana Lina Cantillo cuenta en un auto que conduce al Ifema que tanto sus modelos masculinos como los femeninos lucirían zapatos de hombre, sin estridencias ni taco. Su colección está inspirada en cuadros de Manet, con accesorios surrealistas engalanando solapas de jacquets masculinos y femeninos.
A modo de correlato, con Portugal como país invitado en la Feria Siim, emergieron dos nombres del diseño portugués actual: Miguel Viera, el creador de una línea de sastrería masculina y femenina para yuppies de 2000, y Ricardo Dourado, quien tomó el riesgo de remixar colores y texturas e innovar en siluetas.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux