ENTREVISTA
Lidia Mondelo, la flamante titular del Consejo Nacional de la Mujer, se propone encarar las deudas con la dignidad de las mujeres del país, que todavía siguen pendientes. Su propuesta se centra en prestar atención a las diferentes voces que resuenan a lo largo de todo el territorio para quien quiera oír.
El despacho que Lidia Mondelo ocupa en el quinto piso de las oficinas ubicadas en Paseo Colón al 200 tiene resabios de otras administraciones en retirada: cuadro infaltable de Evita, algún diploma de reconocimiento para el organismo. De todos modos, nada indica que el escenario de la nueva presidenta del Consejo Nacional de la Mujer (CNM) vaya a alterar su disposición. Mondelo, al parecer, es persona de trabajo a tiempo completo, con poco margen para la decoración de interiores. Sobre todo ahora, que deberá comprometerse con un espacio como el que heredó de María Lucila “Pimpi” Colombo, que no marcó ningún hito de acción política por los derechos de las mujeres. El objetivo de su designación, precisamente, será avanzar en el abc de las deudas pendientes: salud sexual y reproductiva, violencia intrafamiliar, inequidad laboral y discriminación.
“Si bien trabajo desde 2004 en el Ministerio de Desarrollo Social, el CNM tiene una especificidad en la cuestión de género que implica ahondar en las políticas sociales y públicas –advierte Mondelo–. A partir de la gestión de este gobierno pensamos que se viene para el Consejo un momento de profundización de algunas cuestiones.”
–Fundamentalmente, la profundización de la territorialidad y de la transversalidad que necesita la temática de género en la política pública y en relación con la política social. Todo aquello que genere organización y participación de la mujer.
–Las miradas compartidas con las organizaciones y los movimientos tienen que ver con discriminación, salud, violencia e inequidad laboral. Y aquí creemos que hay una línea de trabajo a ser abordada con las jóvenes, por tratarse de una franja etaria especial en la vida de la mujer, cuando debe consolidarse y sensibilizarse en la cuestión de sus derechos.
–Sí, pero por otra parte las mujeres debemos ser actoras en la profundización de nuestros derechos, y eso debe comenzar antes de que surjan las problemáticas. Es generar participación desde temprano entre las adolescentes en la escuela, lo que garantizaría también un marco de derecho para las madres y las familias en la formación y capacitación de sus hijas. Por eso enfatizo en el abordaje territorial como un asunto que debe enfatizar en la política de género, porque es en la construcción colectiva y en la cotidianidad donde se definen estas líneas de trabajo.
–Un espacio de participación activa. Entendemos que tiene una visibilidad muy importante como organismo. Vamos por la construcción de líneas de trabajo relacionadas con la macropolítica, pero eso tiene que ayudarnos a profundizar la visión del territorio y constituir una política integral. Se están pensando líneas que tienen que ver con salud sexual y reproductiva, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y el derecho a la educación. Entraremos en la promulgación de la Cedaw, de no discriminación.
–Las y los argentinos nos debemos una discusión muy profunda respecto del tema del aborto. Culturalmente no estamos definidos. En la diversidad que compone el país no tenemos determinada una línea, y a la hora de fijar una política pública esto debe ser trabajado y discutido a fondo. Nosotros hoy tenemos la responsabilidad sobre el cuidado, la profundización en el trabajo de prevención, de sensibilización, de promoción de los derechos de la salud y la responsabilidad por la procreación responsable y por hacer efectivo el ejercicio de las leyes existentes. También debe darse una discusión sobre la educación sexual, porque no todos la quieren. Y en este punto debemos ir por el derecho inalienable de las personas a decidir.
–Tiene el Consejo Federal compuesto por referentes-representantes, que pueden referenciar institucionalmente y representar a las mujeres en su provincia. Pero también hay un objetivo planteado y a desarrollar en el ámbito de la Nación, para trabajar en cada provincia. El Consejo buscará el fortalecimiento de todos los espacios provinciales y se propone ir por los espacios institucionales gubernamentales más locales; las áreas municipales o consejos de la Mujer existentes a nivel local, entendidos como esferas de discusión y formulación permanente de políticas.
–Debemos profundizar la sensibilización y prevención a través de formación de formadores en espacios institucionales y organizativos de cada territorio. Para eso debe darse una política de acercamiento mayor con las organizaciones de cada provincia, y pensamos hacerlo desde el Plan Ahí, uno de los programas que encara Desarrollo Social. Desde ese plan nos sumaremos a las estrategias de intervención en cuestiones de violencia intrafamiliar, articulando con el Ministerio de Salud y con las consejeras federales.
–Son 14 provincias con 1000 localidades dispuestas, 229 para este año. Están comprendidas en el NOA, Centro y Cuyo. Se trabaja sobre indicadores que marcan las regiones de alta vulnerabilidad en cuanto a pobreza, aislamiento y dispersión de la población en parajes.
–Estuvimos en Santiago del Estero, donde se planteó la necesidad de profundizar estrategias en salud, trabajo, formación y capacitación para el trabajo, y reconocimiento del trabajo de la mujer. Esta es una cuestión primordial que apareció en los últimos años: la mujer tuvo que hacerse cargo de la familia y salió a trabajar. En ese rol no compartido con el hombre aprendió oficios por los que ahora busca un reconocimiento concreto. Para eso estamos gestionando certificaciones. Algunas serán otorgadas a fin de año, pero el objetivo es a 2009.
–Ese es un punto fundamental para esta gestión. Estamos diseñando la puesta de escenarios de trabajo junto con las áreas de Niñez, Infancia y Adolescencia, y el Ministerio de Justicia. Y comenzamos a hablar con especialistas del área para reactivar programas de capacitación.
–Como trabajadora social, el énfasis puesto en el trabajo de la familia tiene que ver con uno de sus componentes principales, la mujer. Además, siempre creí en la integralidad de la política; el trabajo social está hecho para ir por la inclusión. No tengo militancia en cuestiones de género, pero soy una militante social de toda la vida. Vengo de una familia que me inculcó cuestiones como la solidaridad, un valor que rondó la mesa, el patio de juegos, la escuela y más adelante el transcurso de la vida. Eso hace que también defina una profesión, una militancia. Creo que hay que respetar los procesos.
–Lo importante en estos espacios es tener la capacidad de conducir, la amplitud para contener y, desde ya, la escucha que puedas ofrecer a la diversidad. Son puntos que hacen a la gestión. Porque después la transversalidad, la perspectiva de género y la política pública las construimos entre todas. No las construye quien conduce. La conducción por sí sola no garantiza una construcción colectiva. Y esto significa fundamentalmente un ida y vuelta.
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