PARIR EN SIMOCA
“En sólo seis hospitales públicos de Tucumán se atienden nacimientos en este momento”, denuncian desde el brazo tucumano del Inadi. Esto sucede incluso en localidades que tienen la infraestructura necesaria para realizar partos. Parir en Simoca es el nombre de la campaña que acaban de iniciar para evitar que el Estado obstaculice el derecho a la salud sexual y reproductiva y para repautar los beneficios del parto humanizado.
› Por María Mansilla
Simoca no es un pueblo igual a todos los del interior de Tucumán: el sulky es el medio de transporte más usado, dicen que es donde más vino se consume por habitante y es sede de la feria más antigua del país: la Feria de Simoca. Desde hace 300 años en sus calles, cada sábado, se levantan puestos que ofrecen y trocan quesos, carnes, verduras, ropa. Ultimamente siempre está llena de turistas extranjeros. El municipio de Simoca, una comuna rural, está junto al circuito de los Municipios Saludables. Según la web oficial, sus primeros habitantes fueron del pueblo Tonocotés, comunidad aborigen que mucho respetaba “la vida, la muerte y el nacimiento”.
El sábado pasado, la feria fue una fiesta: inauguraban una nueva temporada, hubo más guitarreada que lo habitual. No sólo eso: algunas mujeres repartieron folletos. Folletos que decían: “El parto es nuestro. Queremos parir en Simoca. Por un parto seguro y en nuestro hospital”. Es que, de acuerdo a una acción realizada por el Inadi Tucumán, las simoqueñas gritaron una preocupación que las desvela desde hace casi dos años: que no las dejan parir en el hospital local, el Gómez Llueca, donde siempre lo hicieron, donde existe la infraestructura y el capital humano necesarios para que todo salga bien. Y lo que pasa allá sería apenas una muestra de una política de hecho implementada en todo Tucumán: según averiguaron, en sólo seis centros de salud pública de la provincia se atienden nacimientos.
Todo empezó de esta manera: a fines de mayo, un equipo del Inadi liderado por Graciela Cárdenas decidió recorrer el territorio para escuchar a sus mujeres y diagnosticar cómo están las cosas en cuestión de género y qué políticas públicas es necesario ajustar para lograr equidad. El programa se llama Consenso de Estado contra la discriminación por género: hacia la igualdad real entre varones y mujeres.
En el primer encuentro, durante la primera asamblea, participaron 20 mujeres: maestras, docentes jubiladas, activistas políticas, estudiantes, jefas de hogar, religiosas, concejalas, una enfermera también jubilada.
A pesar de que la lista de reclamos es larga y contiene temas fundamentales, hay un tema que copó el encuentro: que no se atiendan partos en el hospital local a pesar, además de lo antes dicho, de que en sus camillas sí se controla el avance de la gestación. “Están las salas y los profesionales, ¿por qué ejercen esta violencia con las futuras madres?”, preguntó una de las participantes, según el relato del encuentro al que Las12 tuvo acceso. “La frustración y el miedo que sentirán al ser atendidas por otro médico que no es de su confianza y sin su familia cerca”, reflexionó otra. Porque las parturientas son derivadas a “hospitales de otros municipios, en el mejor de los casos a Concepción, que está a 30 kilómetros, y si no las autorizan ahí las derivan a la Maternidad de San Miguel de Tucumán, que está a 60 kilómetros”, cita el informe.
Dudan acerca de si las historias clínicas son enviadas a los hospitales, potenciando los factores de riesgo. A las futuras mamás les toca viajar solas: no hay ayuda económica para pagar ni siquiera el pasaje de colectivo más barato. Como única reacción, las embarazadas resisten al desarraigo esperando hasta último momento acudir al hospital. No son pocos los bebés que nacen adentro de una ambulancia. Si llegan a San Miguel, en la maternidad pública muchas veces tienen que compartir cama –no pieza: cama– con otra puérpera.
Las mujeres que participaron de la asamblea del Inadi gritan en defensa de un derecho de sus pares y también abrazan al hospital: “El problema más grave es el proceso de desjerarquización del único hospital de Simoca, que se convirtió en un CAPS (Centros de Atención Primaria de la Salud) de lujo”, compararon. Al terminar la reunión, tomaron tres compromisos: rastrear la directiva de no realizar partos en el hospital, enumerar los acuerdos asumidos por la intendencia al adherirse a los llamados Municipios Saludables, invitar a otras a participar de estos encuentros, para ser cada vez más. Y, curiosamente, las asambleístas son cada vez menos.
Nadie lo dice, nadie lo relaciona a viva voz. Los preparativos de esta campaña Parir en Simoca coincidieron cronológicamente con la denuncia del senador Gerardo Morales (UCR), según la cual en Tucumán se alteran las estadísticas de mortalidad infantil para simular una mejor performance, una gran gestión social. Se las altera transgrediendo un sistema estipulado por la Organización Mundial de la Salud. A todo bebé que nace con menos de medio kilo, aunque nazca vivo pero con pocas chances de sobrevida, lo registrarían como defunción fetal o egreso por aborto y le negarían cualquier atención médica. Por esta licencia, en sus registros la mortalidad infantil habría bajado a la mitad en los últimos cuatro años. Por apoyar esta denuncia, dos funcionarias del gobierno de Alperovich fueron desplazadas de sus cargos.
“Desde el Inadi lo que podemos hacer es esto: una asamblea para plantear las cosas que detectamos –explica Adriana Guerrero, del equipo que coordina el programa Consenso–. Vamos a seguir hablando con la gente del Hospital y con el intendente para ver cuáles son los compromisos que van a tomar públicamente, qué es lo que se puede y qué es lo que no se puede cambiar y por qué. No son más que recomendaciones, pero es ejercer un poco de presión.”
“El hospital tiene nueva directora y ella les ha explicado a las mujeres asambleístas que no se realizan los partos, desde hace un año y medio, por falta de insumos y de neonatólogos, de incubadoras, por falta de cardiólogo y de un banco de sangre –comenta Adriana Guerrero, del Inadi Tucumán–. La directora dice que apoya la campaña, pero le parece que no están dadas las garantías para que ni siquiera los partos que vienen bien se atiendan. Pedimos que no se traten los nacimientos como una enfermedad. Y que los partos que vienen bien, los que podrían hacerse en una casa y que se terminan realizando en una ambulancia, se atiendan en el Gómez Llueca. Si esperamos que haya todo eso en el hospital, no vamos a parir nunca.”
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