Vie 15.08.2008
las12

MUESTRAS

La realeza nunca muere

El fotógrafo Sebastián Freire rescata el alma que siempre se oculta en la pose de diva. En la muestra que presenta en Meridión, nueve jóvenes y bellas mujeres argentinas emulan, superan y recrean el espíritu de nueve figuras indelebles que el cine nos legó.

› Por Natali Schejtman

El título 9 Reinas sugiere mucho: mientras barniza con oro a las nueve mujeres que posan para el fotógrafo Sebastián Freire (y a las nueve actrices míticas por ellas emuladas), refiere a la película de Fabián Bielinsky –al mundo del cine que dio alimento al star system del que estamos hablando– y, también, a una idea de juego. Figuras –de cartas, de revistas–, imitaciones y celebraciones lúdicas se barajan en esta muestra que tiene mucho de ejercicio y todo de puesta en escena.

Sebastián Freire eligió a nueve chicas bellísimas para que ellas imitaran algún retrato específico de nueve actrices resonantes de la época de las celebridades altivas y las imágenes solemnes. Colgadas de la pared de Meridión, un reducto pequeño y consistente de arte contemporáneo, aparecen, según esta consigna y entre otras, una esperanzada Lisa Kerner como Marlene Dietrich, una delicada Albertina Carri como Katharine Hepburn, una pícara Nora Lezano como Audrey Hepburn y una penetrante Gabriela Bejerman como Gloria Swanson.

ESMERALDA MITRE RECREA LA MIRADA OBLICUA DE CATHERINE DENEUVE.

Pero también, en este caso, la idea de Reinas guarda una sutil paradoja con el exhaustivo trabajo que implicó copiar una imagen conformada por otra, de la que fueron, hasta cierto punto, devotas. Esmeralda Mitre posa como alguna vez lo hizo Catherine Deneuve. Esa imagen etérea, frugal y dinámica guarda un detrás de escena de ventiladores, tensión en el cuello y unas cuantas tomas.

Por supuesto, para el fotógrafo el trabajo de emular también fue arduo: “Lo que yo trato de hacer es como un ejercicio. En este caso me divertía recrear las fotos, recrear la iluminación. Trabajar con el photoshop imitando la técnica de laboratorio de ese momento”. Freire le dedicó atención a los contrastes y a los quemados, homenajeando a la vez una idea de retrato clásico que hoy ya no es tan común: “En estos retratos se ve la exageración en los gestos, una idea de mirame y nada más. Tal vez en los de ahora lo artificial está dado por el uso del photoshop pero se trabaja con una imagen más real, más cotidiana”. Para la selección de las modelos locales, Freire pensó en un staff de chicas de entre 25 y 35 años que tuvieran alguna relación con el mundo del arte y la cultura y que fueran “lindas”, aunque según diversos parámetros de belleza.

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En el resultado, la muestra se compone de fotografías de nueve mujeres de mucho peso propio que, incluso aunque fueran de lo más obedientes con el modelo original, siempre van a agregarles su propia individualidad para producir una imagen desfasada. Además, hay todavía más juegos. Según cuenta Freire, la unión con flechas tuvo distintos sustentos. A Paloma la fotografió como Marilyn Monroe, consciente de su lugar como ícono travesti, por un lado, y de la atención que ambas han sabido prestar al maquillaje, al montaje. Algo similar sucede con Lisa Kerner, una de las motorizadoras del proyecto Brandon, y Marlene Dietrich, la star que interpreta en la visión de la fotografía de Eugene Robert Richee. Para la fotógrafa Nora Lezano eligió un retrato que Cecil Beaton hizo de Audrey Hepburn en el que, paradójicamente, la diva aparece como frenando al fotógrafo, sutilmente, con el gesto de la mano erecta. Pero además, Lezano se apareció en la sesión ornamentada con el accesorio de un alfiler de gancho, nada más lejano a las polleritas, tablitas y demás prolijidades de una chica bien como Audrey. Y claro que quedó: “Es imposible que sean idénticas. La idea era que quedaran lo más parecidas posible pero dentro de algo natural. También, se sumó el estilo de cada una. Celeste Cid apareció con el pelo atado y lo hicimos así, por ejemplo. Esmeralda estaba con los hombros desnudos mientras que en la original Catherine Deneuve estaba vestida”, explica Freire. De este mismo modo, Gaby Bejerman llevó su propia ropa emuladora de convertir su participación en una imagen sexual y apabullante. Algunas respetaron más el vestuario, otras quisieron anotar el de ellas.

De una delicadeza hipnótica, estas nueve fotos reparan con esteticismo feroz y detallista en las manos y en la mirada. Además, en estricto blanco y negro, parecen espolvoreadas por una lluvia de brillantina muy espectacular. Las chicas, en tanto, aparecen disfrutando del esfuerzo de usar su cuerpo, y terminan actuando de ellas y de otras, atadas y muy sueltas a la vez.

Reinas puede verse en Meridión, Venezuela 1549

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