TRABAJO
De casi mil quinientos cargos sindicales, sólo 80 son ocupados por mujeres. La cifra está lejos de cumplir con el cupo del 30 por ciento que marca la ley aprobada en 2002. La falta de representación en la dirigencia es uno de los temas que más ocupa a las sindicalistas que, en lugar de abrirse paso a los codazos, buscan alianzas de género para que les pongan voz y cuerpo a las demandas específicas de las trabajadoras.
› Por Elisabet Contrera
Tienen más de 30 años –su coquetería les prohíbe dar mayores precisiones–. Algunas llevan más de una década, incluso dos, en la lucha por los derechos de las trabajadoras. Otras, en cambio, recién comienzan, pero avanzan con el mismo empuje que las más experimentadas. Son mujeres sindicalistas. Cansadas de sufrir los atropellos de los jefes, sueldos injustos y discriminación gremial, decidieron trasladar su pelea a los sindicatos, manejados históricamente por hombres y vedado para las mujeres. Tras sortear –y lo siguen haciendo, en realidad– toda clase de artimaña masculina para desviarlas de su recorrido, hoy ocupan lugares de decisión en sus entidades gremiales. Son las voceras de un reclamo colectivo de igualdad y de mayor participación y de inserción de las mujeres en los espacios de poder. Ellas acaban de participar del Primer Encuentro de Mujeres Sindicalistas del país, a través de la cual se organizaron y elaboraron un plan de lucha. El primer punto de su lista es reclamar el real cumplimiento de la ley de cupo sindical.
La cita fue en Combate de los Pozos al 200, en la oficina del Consejo Coordinador Argentino Sindical (CCAS). El mate recién preparado acompañaría el temario abultado de debate entre el suplemento Las/12 y las sindicalistas: participación de las mujeres en los sindicatos, acceso a puestos de conducción, violencia laboral, salarios, eran algunos de los puntos de la lista. Sin embargo, la ley de cupo sindical, su cumplimiento y las necesarias reformas del texto acapararon la atención de todas las invitadas. “Esta tiene que ser nuestra prioridad. La ley existe, pero si investigás sindicato por sindicato te das cuenta de que no se cumple”, denunció Elida Cuñado, de la Asociación de Personal no Docente de la UBA (Apuba). Ella milita en el sindicato desde hace doce años. Tras cuatro años en funciones como secretaria gremial, otros cuatro como prosecretaria de prensa, hoy es prosecretaria del sindicato y trabaja fuertemente en el área de Derechos Humanos, antes denominado espacio de la Mujer.
Una de las modificaciones que proponen es incorporar a las federaciones y a las confederaciones dentro de la norma. “Hoy están fuera del alcance de la ley. El texto sólo habla de asociaciones”, explicó Andrea Berutti, que tras una amplia carrera en el Sindicato de Empleados Municipales de Lomas de Zamora y su militancia por los derechos de las mujeres, en la actualidad es responsable del departamento de la Mujer del CCAS y miembro titular del Comité de Mujeres de la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas. Berutti también reclamó que el cupo sindical sea proporcional al porcentaje de mujeres afiliadas por el sindicato. “Somos socias para disminuir el cupo, pero no para ampliarlo. La ley especifica que los cargos deben ser ocupados por un 30 por ciento de mujeres, de acuerdo con la cantidad de afiliadas mujeres. Si el porcentaje de afiliadas es menor al 30 por ciento, las mujeres que acceden a los puestos es menor. Y si, en cambio, el porcentaje es más alto, el cupo no aumenta”, explicó la líder sindicalista.
Una artimaña de los sindicatos para impedir la participación femenina es incorporar mujeres en los lugares más bajos de las listas de candidatos en épocas de elecciones. “No entramos en la mesa chica de discusiones: aunque seamos mayoría mujeres, las listas las arman los hombres”, se lamentó Sandra Dasso, secretaria de Mujer y la Familia del Sindicato Argentino de Televisión, Servicios Audiovisuales, Interactivos y de Datos. Ella, al igual que otras compañeras de la mesa de discusión, inició su pelea en la entidad en plena crisis política-económica de 2001. “En ese momento, había muchos despidos. Yo no sabía qué hacer, pero con el apoyo de mis compañeras me sumé al sindicato”, relató. Hoy es miembro del Consejo Directivo Nacional y está a cargo de la Secretaría de la Mujer desde hace tres años.
La participación sindical femenina a veces se ve limitada por las reglas impuestas por los hombres. Este es el caso de Victoria Monírigo, de la Unión de Obreros y Empleados, Tintoreros, Sombrereros, Lavaderos de la República Argentina. “En el lavadero en el que estoy trabajando ahora queríamos elegir una delegada. El problema es que no llegábamos con la cantidad mínima de empleadas para hacerlo. Entonces, lo que hicimos fue asociarnos con otros lavaderos de la zona y, finalmente, pudimos elegir a nuestro representante”, contó orgullosa de su astucia. Ella trabaja en lavaderos desde hace 17 años. También sufrió la crisis de 2001 y los atropellos empresariales. “En esa época, la empresa donde trabajaba estaba a punto de quebrar. No nos pagaban el sueldo ni teníamos plata para viajar al trabajo y cada vez que reclamaba mi vieja me preguntaba: che, ¿vos no tenés marido?” En este momento, trabaja en la Secretaría de Oportunidades de la CGT. “Concientizar a las mujeres, llamar a la participación es algo que me apasiona. En los lavaderos somos entre el 85 y 90 por ciento de mujeres. No puede ser que las decisiones las sigan tomando los hombres”, se quejó.
“Lucharemos además para que cada sindicato tenga en su conducción mujeres y que no sólo ocupen la Secretaría de Mujer o la Familia, y para que las mujeres podamos participar de las negociaciones colectivas de trabajo”, adelantó Berutti. “Hoy somos víctimas de muchas injusticias. Por ello, vamos a apelar a la solidaridad de las mujeres que sí llegaron a espacios de poder en los ministerios, en el Congreso, para que nos ayuden en esta lucha”, adelantó Gabriela Figueroa, secretaria adjunta de Apuba. Ella también empezó desde abajo: cuenta con más de veinte años de experiencia política, diez años de militancia en el sindicato. Fue delegada general por dos períodos consecutivos de la Facultad de Arquitectura, trabajó en la Secretaría de Cultura y Capacitación y además impulsó la creación del Centro de Cultura y Capacitación de Apuba.
Según datos de una investigación realizada por el Instituto de la Mujer de la CGT, de un total de 1448 cargos sindicales sólo 80 son ocupados por mujeres. De éstos, 61 se corresponden con cargos de vocalías o de revisiones de cuentas. En 25 sindicatos, las mujeres no tienen ninguna representación. En gremios vinculados a servicios sociales y educación, la afiliación femenina asciende al 53 por ciento del total de afiliaciones. “Si bien se ha sancionado la ley 25674 de cupo sindical femenino que establece desde el año 2002 cuotas en las listas de los cargos directivos de los gremios, de un total de 26.304 cargos en órganos directivos, sólo 4457 (16,9 por ciento) corresponden a mujeres y 21.847 (83,1 por ciento) a varones”, explicó Lucía Andrada, del Sindicato de Vendedores de Diarios, Revistas y Afines (Sivedia). Ella es canillita desde hace 31 años y desde hace dos años está a cargo del departamento de Mujer del sindicato. “El sindicato está devastado, mal económicamente, con muchos juicios laborales, el salario reducido, no somos formadores de precio. Pese a todo ello, dentro del área de Mujer, estamos trabajando, lento pero con paso firme”, enfatizó.
Construir nuevas formas de conducción, diferenciarse de la estructura vertical instaurado por los hombres, es otro de sus objetivos. “Hay que trabajar en forma horizontal, que las mujeres y hombres hablen libremente, que no haya superiores”, remarcó Figueroa. “Hay muchas mujeres que replican el modelo machista, ven el poder como una estructura vertical, falo-céntrica”, señaló Cuñado. “O están las que no tienen conciencia de género y terminan siendo funcionales a la conducción”, acotó Berutti. “Desde siempre, nos enseñan que tenemos que competir entre nosotras y por eso nos dan poco lugares por los cuales competir. Tenemos que superar estas estructuras de pensamiento impuestas por los hombres”, explicó Andrea Santillán Moreno, del Sindicato de TV. Ella es delegada de Multicanal (una base técnica con un 98 por ciento de hombres). Inició su trabajo en el sindicato en 2001, en un contexto de despido generalizado de trabajadores por parte de la empresa. Hoy colabora en la Secretaría de la Mujer y la Familia de la entidad. “Mi objetivo es concientizar a los compañeros de que en la secretaría no se trabaja únicamente para la mujer y que problemas tales como la violencia laboral o el estrés son cuestiones que afectan a compañeros y compañeras de igual manera”, señaló.
El desigual reparto de responsabilidades en cuestiones domésticas es una preocupación de las líderes sindicalistas. “No hay conciencia de que la casa y los chicos son responsabilidad tanto de hombres como de mujeres”, explicó Santillán Moreno, que además de sindicalista es psicóloga social especializada en violencia hacia la mujer. “Esto nos trae problemas, por ejemplo, para asistir a las asambleas que en general se hacen de noche”, ejemplificó. Desde el sindicato están luchando para que se beneficie a los trabajadores y trabajadores con un subsidio para costear los gastos de guardería. Por su parte, Berutti lucha para que se abran guarderías, tanto en lugares de trabajos de los hombres como de las mujeres.
Todos estas desigualdades fueron debatidas en el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Sindicalistas, realizado en el Congreso y organizado por el Programa de Fortalecimiento de Derechos y Participación de las Mujeres Juana Azurduy. “Nuestro rol es transformar la sociedad, tomar partido por cada una de las cuestiones que atañen a la sociedad y crear una nueva política que incluya a todos y todas”, cerró así Cuñado. Cada uno regresó a su sindicato, pero llevaron consigo la promesa de volverse a encontrar una semana después, en el mismo lugar, para seguir “informándose y formándose” para continuar con la lucha.
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