IN CORPORE
Desinformar, aun cuando para ello sea preciso afirmar mentiras absurdas y embarrar la cancha a partir de falacias, es una estrategia que viene rindiendo lo suyo a sectores con tanta capacidad de lobby como miedo ante los efectos de una legislación en salud sexual capaz de liberar de temores y facilitar el ejercicio de derechos sobre el propio cuerpo y la busca del placer porque sí. Pasó hace sólo unas semanas en Córdoba, con el fallo que pretendió prohibir la distribución por parte del Estado de la píldora del día después, so pretexto de que más que una anticoncepción de emergencia era un método abortivo. La orden judicial fue desoída en la práctica, y recurrida judicialmente por el Ministerio de Salud nacional, lo cual puede volver las cosas a su sitio, pero difícilmente dé marcha atrás a un daño menos cuantificable: el que produce en quienes, por ignorancia más que por preconcepto, han creído ese argumento. Puede sospecharse que, aun cuando la medida judicial no haya perjudicado la aplicación de la ley, esa idea de la PAE como abortiva probablemente termine anidando en algunos lugares. El efecto, claro, no es tal: los últimos estudios realizados por el Dr. Croxatto, del Instituto Chileno de Medicina Reproductiva, señala la ginecóloga Karina Iza, del Centro Latinoamericano Salud y Mujer —Celsam—, indican que “el mecanismo de acción es impedir la unión del óvulo con el espermatozoide, es decir que es un anticonceptivo y no un abortivo”.
En la línea de consulta gratuita del Celsam (0800-888-235726) las preguntas sobre la PAE suenan más los lunes, y tanto pueden venir de varones como de mujeres. Afirmar que se trata de un público mayormente adolescente que ha tenido situaciones inesperadas durante el fin de semana no es aventurado. En cualquier caso, en lo que va del año las llamadas suman tres veces las que se registraron en el mismo período del año pasado, lo que puede significar tanto un mayor conocimiento de que existen ciertas herramientas (aun cuando se desconozca cómo emplearlas) como señalar falencias de lo que viene haciéndose en cuanto a educación sexual en las instituciones escolares.
De acuerdo con datos informados por el Programa de Salud Sexual y Reproductiva de la Ciudad de Buenos Aires, en el primer semestre de 2008 se ha distribuido (a pedido de los efectores de salud) un 50 por ciento más de Píldoras de Anticoncepción de Emergencia (PAE) que en los primeros seis meses de 2007.
Hace un par de semanas, el diputado (y ex ministro de Salud de Santa Fe) Héctor Sylvestre Begnis declaró a este suplemento que, por lo visto, la única forma de evitar este tipo de acción perniciosa sobre la aplicación de las leyes de salud reproductiva era recurriendo a leyes que mencionaran explícitamente el método en cuestión. Justamente en estos días, en la Cámara de Diputados fue presentado un proyecto de esas características (con la firma de Cecilia Merchán). Pero la tarea legislativa que por un lado busca garantizar el acceso a la salud coincide, en el tiempo, con otra movida. A principios de la semana, el Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital se refirió a la PAE para blanquear lo que sucede día a día: debe venderse bajo receta, pero en los hechos “sale prácticamente como de venta libre”; de allí que la entidad propuso que en las farmacias se realice un cuestionario, para descartar posibles contraindicaciones y asesorar sobre anticonceptivos. La distancia, nuevamente, todavía, es la que marca la hipocresía y la manera de salvarla es tener el dinero que sea preciso. La solución, en esos casos, quizá sea facilitar el acceso, sí, pero a la atención integral de su salud sexual y reproductiva.
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