CINE
A veinte años de la creación del primer festival latinoamericano de cine dirigido por mujeres, un ciclo repasa la historia, la necesidad y el futuro de este espacio que privilegia la calidad narrativa antes que las temáticas de género y que sirvió para que muchas realizadoras consiguieran el primer espacio de difusión y financiación.
› Por Laura Rosso
Veinte años atrás el campo de representación de las mujeres en la industria cinematográfica carecía de la visibilidad actual. Los roles en áreas de producción, dirección, montaje, fotografía y sonido eran espacios conducidos por varones. En 1988, Susana López Merino convocó a un grupo de mujeres de la cultura para organizar, junto con la Cinemateca de Mar del Plata, un Festival de Cine realizado por mujeres. Esa fue la semilla de la que nació La Mujer y el Cine, primer festival argentino y latinoamericano de cine dirigido por mujeres, con María Luisa Bemberg, Lita Stantic, Sara Facio, Gabriela Massuh, Marta Bianchi y Beatriz Villalba Welsh como fundadoras. Luego, fueron incorporándose más mujeres y año a año eran más y más. Esa experiencia les permitió percibir que podían conformar un grupo de trabajo con un proyecto firme, con rigor artístico e ideológico. “Debo decir que la idea de hacer un festival de cine realizado por mujeres no era tan obvia para todo el mundo como lo era para nosotras. Tuvimos diferentes planos de impugnación, no solamente en el primer tiempo sino a lo largo de estos veinte años, incluso hoy”, remata apenas comienza la charla, Graciela Maglie, guionista. “Una de las preguntas de rigor en aquel entonces –relata Maglie–, era ‘¿por qué un Festival de Cine realizado por mujeres?’. Desde un plano de debate se insistía en si existía tal cosa, con ese grado de especificidad. Cada vez eran más sofisticados los planteos; recuerdo que un ensayista me dijo: ‘lo que pasa es que las mujeres pueden desarrollar una estética propia’. Yo le respondí que eso era algo que jamás se le hubiera ocurrido pensar respecto de los hombres. Ese sólo comentario ya marca un sesgo. Todo fue motivo de reflexión para nosotras también. Efectivamente, hay una especificidad en el sentido de que las mujeres tenemos una experiencia en esta vida que es la de ser mujeres, y esto marca, no una estética, ni un código narrativo, pero sí focalizaciones, puntos de vista y perspectivas dentro de la inmensa diversidad que se da en el campo de la creación, que está muy definida por lo personal e individual y sobre todo por las diferencias culturales.”
Lanzarse a hacer un Festival de Cine de Mujeres implicaba comenzar a trabajar en cómo construir y producir ese espacio cuyo objetivo era promover una creación que cuente con los circuitos de distribución y exhibición: “Esto ha sido un trabajo de hormiga y de grandes voluntades porque cada una de nosotras tenía su trabajo aparte –cuenta Marta Bianchi–. Nuestro objetivo fue estimular a otras mujeres a ejercer roles de liderazgo en el cine. Hemos introducido una cinematografía que no era conocida, hemos dado a conocer directoras argentinas y extranjeras y hemos hecho circular sus obras hacia ámbitos más abarcativos y competitivos. Durante estos veinte años se han visto obras de Mongolia, Pakistán, Inglaterra, Colombia y Argentina y en toda esa gran diversidad cultural, en la que las mujeres ocupan posiciones sociales muy distintas, y no sólo en el cine, lo que podemos ver hoy en perspectiva es sin duda que la experiencia de ser mujeres marca, aflora y aparece en cada uno de los trabajos”.
Sabrina Farji: –Yo me presenté en la segunda edición de La Mujer y el Cine y gané una mención. Lo importante es que antes no existía un lugar de exhibición, las mujeres no hacíamos cine. Las realizadoras, por una cuestión de presupuesto, estábamos más abocadas al soporte video y esto fue un estímulo muy grande. Yo considero que todas las realizadoras somos hijas de La Mujer y el Cine. Le debemos el espacio que nos ofrecieron para distribuir y mostrar nuestros trabajos.
María Victoria Menis: –Lo que viene sosteniendo La Mujer y el Cine es una gran pasión. Primero básicamente por el cine, nos gusta el cine y sostener un festival es algo que requiere de mucho esfuerzo. Si pudo resistir, si pudo sostenerse a lo largo de estos veinte años es porque lo que hay es una gran pasión por defender un espacio que hoy hay que defender más que nunca. A nosotras nos une una política de difusión del trabajo de las mujeres.
La historia de Julia Solomonoff con La Mujer y el Cine comienza, como la de muchas otras directoras, con su primer corto que filmó cuando tenía veinte años y por el que recibió un primer premio: “Fue para mí muy importante. Me acuerdo perfectamente que yo en esa época trabajaba de asistente de casting, el corto que filmé se llama Octavo 51 y es sobre una chica que vive sola, y ésa era la primera vez que yo también vivía sola, en un departamento. Me acuerdo que un día, meses después del premio, abrí la heladera y no tenía nada, como mi protagonista, pero tenía diez latas de película, que habían sido el premio del corto”.
Graciela Maglie: –Aparece un discurso que antes estaba prácticamente ausente de los discursos cinematográficos. Con este fenómeno explosivo de directoras afloraron temas que estaban muy tapados. Si lo mirás, no sólo en Argentina sino desde un contexto más amplio, por ejemplo latinoamericano, es clarísimo cómo aparecen temas que estaban ahí y que no habían sido tomados por hombres. Para no hacer autorreferencia a la Argentina, puedo mencionar el caso Lourdes Portillo con las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez. Ese fenómeno estaba ahí, ya había 400 mujeres asesinadas cuando ella hace el documental. Pero nuestra política de selección no está dada por la temática sino por las condiciones de las directoras, por la jerarquía narrativa. Buscamos trabajos que signifiquen aportes desde el punto de vista de la narración cinematográfica. Pero es obvio que en el universo de las realizadoras aparece muchísimo la perspectiva de denuncia, porque te condiciona ser mujer, no se vive la vida del mismo modo que si sos varón.
En la charla surgen reflexiones acerca de este espacio y María Victoria Menis dice que “La Mujer y el Cine es en realidad las mujeres y el cine; las mujeres en todas las profesiones necesarias para hacer una película. Este es un movimiento que va creciendo y va permitiendo entrar a un montón de mujeres en áreas que antes eran exclusivamente masculinas, desde los laboratorios a los trabajos técnicos como la dirección de fotografía, el sonido, montaje, guión, efectos especiales, etc. Las mujeres van encontrando, van hallando y van apareciendo las posibilidades para que se inserten en un medio que es muy complejo a veces. El tema de la maternidad, por ejemplo, en cualquier trabajo aparece, en general, como un peligro. En cine, como lleva varios meses hacer una película y los horarios son extensos y atípicos, aparece muy seguido –para los intereses de la producción– la pregunta: ‘¿Qué hago? ¿Contrato a una mujer o no contrato a una mujer?’. Por eso se necesitan mujeres productoras, que tengan una cabeza abierta y que contemplen la posibilidad de que esa mujer esté embarazada o tenga chicos. No siempre los hombres tienen esa contemplación”.
Julia Solomonoff, embarazada de su segundo hijo, cuenta que ha tenido la suerte de poder trabajar con su hija chiquita al lado, “pero me parece que en realidad la norma es más bien la contraria. Yo trabajé quince años como asistente de dirección y no sé si hubiera tenido trabajo con una panza así”. “Ahí hay todo un tema”, dispara Maglie. A veces te convocan y te dicen “a mí me importa mucho la mirada femenina”, entonces yo les digo “andá y contratá a tu mamá, a mí, si me llamás es porque soy una gran guionista”.
Con esta muestra retrospectiva se conmemoran los veinte años de La Mujer y el Cine. Se proyectarán cinco películas que fueron premiadas por jurados internacionales, el Primer Premio del Concurso Nacional de Cortos 2007 elegido por las integrantes de La Mujer y el Cine, y un video homenaje a María Luisa Bemberg el día de la apertura.
30/10
a las 19
Homenaje a María Luisa Bemberg-Proyección video histórico
a las 22. Yo, la peor de todas, de María Luisa Bemberg (1990)
31/10
a las 20
Ana, de Gabriela Trettel (24’) Argentina (2007)
La trama de la vida (Brodeuses), de Eléonore Faucher (88) Francia (2004)
a las 22
Ingrid, de Cinthia Varela (6’) Argentina (2006)
Hermanos (Brothers), de Susanne Bier (110’) Dinamarca (2004)
1/11
a las 20
El campo (Zeitfel), de Catalina Molina (19’) Austria (2007)
Un modo de vida (A Way of life), de Amma Asante (91’) Reino Unido (2004)
A las 22
Amor autoadhesivo, de Leticia Cristopf y Pablo Barbieri (10’) Argentina (2007)
Festival, de Annie Griffin (107’) Reino Unido (2005)
2/11
a las 16
Lucía y las cosas, de Paula Abramovich Gullco y Andrés Riva (15’) Argentina
La cueva del perro amarillo (The Cave of the Yellow Dog), Byambasuren Davaa (90’) Mongolia/Alemania (2006)
a las 18
Testigos, de Eliana Scavella (6’) Argentina (2006)
Te doy mis ojos, de Iciair Bollaín (116’) España (2003)
Del 30 de octubre
al 2 de noviembre.
En el Malba con entrada gratuita.
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