MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Entre 1970 y 1990 Halston, Calvin Klein y Donna Karan definieron el estilo de Nueva York valiéndose del culto al vestidito de jersey, los jeans y los perfumes unisex. Y los trajes con hombreras que celebraron el ingreso femenino al mundo de los negocios. En la última semana de la moda de New York –léase Mercedes Fashion Week por temas de esponsoreo–, la cita obligada para editores y seguidores de tendencias volvió a festejarse ese estilo. En su vasto cronograma, que tuvo un apartado para “Argentinian Designers Collections” –que remitió a Benito Fernández, a Fabián Zitta y sus vestidos de noche y a estilo campero según la firma Cardón–, en la grilla de Nueva York hubo escenas clásicas, de vanguardia, además de fiestas en los últimos clubes y restaurantes.
Del lado de los clásicos norteamericanos, la firma Calvin Klein, que diseña el brasileño Francisco Costa, sorprendió con variaciones de vestidos shift con textura innovadoras y degradés industrializados que simularon teñidos a mano. Mientras que el clásico Oscar de la Renta, actualizó su marca para ladies que almuerzan en la Quinta Avenida, con propuestas para sus hijas y también para sus nietas. Sumó vestidos étnicos de colores que llevan un viso blanco por debajo y vestidos de encaje para mujeres fatales.
Las carpas de Bryant Park, tal es la locación donde transcurren los desfiles neoyorquinos, en su cronograma más arty cobijaron tanto a la chilena María Cornejo, pionera del movimiento de moda en Nolita y cuyos atuendos suelen ser usados por Mrs. Obama, como a la diseñadora DooRi, con su colección de 30 vestidos grises y plata para la hora del cóctel. Y a Phillip Lim, quien cautivó con un traje rojo carmín, al cual bautizó “nueva generación de trajes aptos para el lavarropas”.
Del lado del espectáculo, Isaac Mizrahi, el diseñador con vasta trayectoria en 1990, durante el apogeo de las supermodelos, regresó a las pasarelas luego de una pausa, donde se dedicó al cine y el teatro. Su fashion show emuló a los musicales de Fred Astaire –las modelos caminaron acompañadas de un caballero portando un paraguas–, mientras desfilaba una colección rica en sastrería: los tuxedos blancos se llevaban con un bustier al tono, un sombrero de copa y un pequeño sobre en color suela.
Betsey Johnson es otro icono de la moda americana, por sus comienzos en la boutique Paraphernalia, cuando sus vestidos en color plata cautivaron a los acólitos de Andy Warhol en su Factory (de ahí que Edie Sedgwick devino modelo para las pruebas en el estudio e Betsey). En la era post Warhol, BJ coqueteó con los desfiles ricos en extravagancias, con su pelo pintado de fucsia, el uso y abuso del animal print en todas sus variaciones cromáticas, el marabú y todo lo que hace al estilo “sex kitten” que veneran las americanas. Si bien ya no hace sus célebres piruetas arriba de la pasarela a modo de saludo final, su vestidos para el verano 2010 del hemisferio norte se pasearon por una pasarela del Plaza Hotel. Mientras que la memoria de Roy Halston, el icono de los años 70, pues sus trajes de jersey eran la prenda de rigor para bailar en la disco Studio 54, fue homenajeada con un nuevo intento de relanzamiento de la firma, ahora bajo la dirección creativa de Mario Schwab.
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