Vie 15.01.2010
las12

VISTO Y LEíDO

Libros bronceadores

› Por Liliana Viola

¿Qué clase de libros son los libros de verano? Formulando esta pregunta inocente en una encuesta carpa por carpa desde Reta a Cariló se pueden recibir las respuestas más desopilantes y contradictorias. Aunque en general una verborrágica mayoría coincide en el uso de la palabra “livianos”, permiso para la tontería, para lo repetido y por qué no, para lo olvidable: un libro del verano sería lo más parecido a un bronceador –no es lo mismo que protector– que se usa en los días playeros y luego hasta el recuerdo de su olor resulta empalagoso. Pero no hay que quedarse tranquila con esa respuesta sobre todo si se tiene en cuenta que la mayoría de los consultados reconoce que es en la estación verano en la única que se sienta un rato a leer. Mirando lo que las librerías interpretan como libros veraniegos y hurgando en la pla carpa propia, la cronista está en condiciones de hacer un breve informe sobre lo que se puede leer o se debería leer, según el verano que cada uno tenga en mente. Claro que primero están los que no necesitan ni admitirán consejos, como por ejemplo los seguidores empedernidos de Sandor Marai o Irene Nemirosvky, dos escritores salvados de la muerte por herederos y editores, y a la vez prolíficos, que no dejan de dar gemas escondidas y parecidas. Los que sólo leen a ganadores del Premio Nobel ya sabrán que la editorial Siruela ha reeditado dos novelas de Herta Muller que bastan aunque no sobran para reconocer su lenguaje casi gutural y poético de hablar de los horrores pueblerinos, la opresión de la institución familiar y la indefensión que caracteriza a toda infancia. (El hombre es un gran faisán en el mundo y En tierras bajas). Una excelente idea y un excelente resultado es la novela de otro Nobel. Museo de la inocencia, la última novela de Orhan Pamuk, es la historia de amor entre Kemal, un millonario de Estambul, y Füsun, una pariente lejana pobre. Pamuk visitó museos, recorrió bazares buscando esos objetos que se van guardando como ejercicio loco de la memoria y el amor. Lo mismo hizo su personaje, tratando de reconstruir la figura de su amada. Los objetos dan cuenta de historias, personas, costumbres cotidianas. Luego de publicado este libro de fuerte impronta turca y de época, el autor, dicen, se dispone a armar un museo verdadero con estos despojos o señuelos.

Tampoco funcionan los consejos para los que no puedan dejar ni por unos meses la lógica mediática: a ellos los está esperando en librerías el libro autobiográfico de Jacobo Winograd que en vano intenta con anécdotas, chascarrillos y palabrotas superar los exabruptos que ganan con sus alaridos, transpiración y puesta en escena. Los más sensibles o morbosos buscarán las últimas palabras de Fernando Peña en el libro que Mondadori ya sacó a la venta. Los que prefieran el humor irán directo al libro amarillo o de oro de Peter Capussoto (Editorial Sudamericana) que como los clásicos del rock ha convertido su personajes de leyenda en formato documental con fotos, frases más célebres y anécdotas que acompañan a quienes no se aguanten hasta la próxima temporada. Los que pretendan una actitud crítica irán directo al libro de Pablo Sirven y Carlos Ullanovski que se anuncia con el título Qué desastre la TV, un libro que lejos de poner el grito en el cielo ni el dedo crítico en la llaga, derrocha pasión por el medio, información detallada del día a día, datos, pormenores técnicos y también cholulos. Ideal para los que quieran seguir adentro de la caja mientras sienten que toman distancia.

Para aquellos que respondieron que en un libro de verano siempre tiene que haber un crimen, valga el dato de que la dama del idem, P. D. James, a casi veinte años de que escribiera su autobiografía La edad de la inocencia, una especie de despedida despiadada y sincera cuando rondaba los 70 años, pisando los 90 presentó en sociedad Muerte en la clínica privada (Ediciones B) . La historia está protagoniza por el detective Adam Dalgliesh, que viene investigando crímenes desde su primer libro –escrito en 1962– y que se ha convertido en el personaje clave en la carrera de James al ser la pieza central sobre la que giran catorce de sus novelas. En esta novela bien anclada en la actualidad y por lo tanto en sus tics, Dalgliesh se enfrenta a un crimen perpetrado en una clínica de cirugía estética. Con la advertencia de que tal vez no escriba otro por miedo a no poder superar la excelencia de este, P. D. James demuestra que la edad puede favorecer a ciertas damas. En términos de crímenes y de policiales llegó la hora de comprar algún libro de Sherlock Holmes. Es así. Resulta inevitable. Si el éxito de la película revive las ganas por demostrar si el libro siempre es mejor, las librerías esperan a los inocentes lectores con numerosas reediciones. La editorial Claridad ofrece Las memorias de Sherlock Holmes. La editorial Lea se suma al furor con una colección de cuentos policiales bajo el título de Elemental Watson, aunque nada tienen que ver los textos con la famosa dupla. La biblioteca Avrea publica con el titulo Todo Sherlock Holmes todas las historias en que Connan Doyle hizo participar a su personaje. Quienes quieran quedarse en el policial pero ya se conozcan de memoria las aventuras de este señor tan deductivo y tan inglés, pueden intentar si es que aún no lo han hecho con Millenium, la trilogía de Stieg Larson, una excelente combinación de literatura pensada para ser best seller, pensada con una mirada fuertemente comprometida y feminista, como investigación periodístico sobre la trata de blancas, sentido exquisito y pasiaje sueco. Habrá que soportar algunos largos parlamentos y desvíos, sobre todo en el segundo tomo, pero tanto los personajes como la trama valen el trabajo de recorrerse tres libros tan pero tan gordos. Y para todos los que contestaron que el libro de verano es un libro obeso y futurista, están ahí todas las obras completas y recopilaciones que salen cuando despunta el sol. Emeccé ofrece desde haroldo Conti hasta Cheever. Se editan también las obras de Asimov en preciosos enormes tomos. En El joven Asimov 1, 2 y 3, el autor recopila sus primeros relatos, intercalados en una apasionante narración autobiográfica que da cuenta con increíble viveza de la aventura de ser un joven escritor en la Nueva York de los años treinta. A su vez, en El robot completo se recopilan los relatos de robots positrónicos, posiblemente la creación más celebrada del autor. Si en cambio el verano despierta las ganas de leer lo menos pensado, -por uno- allí está Tifus, un libro inédito de Jean-Paul Sartre: un guión original escrito en 1943 por encargo de la casa Pathé. Un intento de sartre de remar contra la corriente de un cine que al volverse sonoro estaba dejando atrás los grandes relatos, sus aspitraciones de cambiar el mundo. El libro quedó inédito y la película jamás se realizó. Es un perfecto libro para el verano.

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