Vie 22.01.2010
las12

ESCENAS

De Lorca, con pasión flamenca

Habitué de la cartelera porteña, Federico García Lorca ha inspirada incontables espectáculos dramáticos, bailados, recitados, cantados... El primero de 2010 es Flamenco!, una ecléctica propuesta que revisita a grandes personajes femeninos del granadino, tan querido en la Argentina, desde que en 1933 Lola Membrives estrenara Bodas de sangre.

› Por Moira Soto

“¡Silencio digo! Yo veía la tormenta de odio venir pero no creía que estallaría tan pronto. ¡Ay, qué pedrisco de odio habéis echado sobre mi corazón! Pero todavía no soy anciana y tengo cinco cadenas para vosotras y esta casa levantada por mi padre para que ni las hierbas se enteren de nuestra desolación. ¡Fuera de aquí! ¡A sus cuartos! En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa ni el viento de la calle. Haced de cuenta que hemos tapiado con ladrillos las puertas y las ventanas. Será mejor que sigáis bordando vuestro ajuar. Aguja e hilo para las hembras, látigo y mula para el varón, como decía mi padre. ¡Fuera de aquí! ¡Fuera digo!” Dora Prince pronuncia con vibrantes acentos, con toda la reciedumbre que requieren estos parlamentos (actos I y II) de La casa de Bernarda Alba, añadiéndole así un plus inesperado –que se agradece– a la entrevista periodística.

Prince integra el elenco de Flamenco!, un musical sobre la obra de Federico García Lorca, creado y dirigido por Jorge Mazzini, que se está estrenando esta semana en el Teatro Astral. Con las bailaoras Jorgelina Amendolara y Cristina Masdueña, el bailaor Claudio Arias, la actriz antes citada y Juan Carlos Puppo, la cantaora Montse Ruano y el cantaor Basilio Cádiz (ambos de España). La música pertenece a Rodrigo González, director musical y primera guitarra. Acompañan los músicos Lucas Balbo, Lisandro Pejkovich y Manuel Sosa.

Lorca es un viejo y querido conocido de Dora Prince, actriz estimada por su participación en legendarias telenovelas, de Nené Cascallar a Alberto Migré, también por sus actuaciones en teatro: “Soy hija de españoles y de jovencita, apenas salida de la Escuela de Arte Dramático, me metí en Las Dos Carátulas, el ciclo teatral de –en ese entonces– Radio del Estado. El numeroso elenco se dividió y yo quedé en el de las obras españolas, de modo que frecuenté mucho y con gran placer a Federico. En realidad, siento que él ha estado siempre conmigo, diría forma parte de mi vida. Llegué a estar un año con doña Lola Membrives en un festival que hicimos con fragmentos de Lorca...”.

Aunque ha continuado con su actividad en el oficio de actriz –talleres de teatro en la Casa de Madrid, recitales cada tanto– hace siete años que Dora no subía a un escenario, de modo que ahora está hecha unas Pascuas: “Poco días antes de Navidad recibo este espléndido regalo: me toca hacer algunos de los personajes femeninos con más relieve del poeta, dentro de este espectáculo que transita el Romancero Gitano e intercala escenas de Bernarda Alba y de Bodas de sangre. Hago esas dos madres tan diferentes. Como Bernarda, entro a romper con dureza la pelea entre mis hijas, interpretadas por bailarinas que representan esa disputa, muestran su deseo, su calentura reprimida a través de la danza”. A Dora no le alcanzan las palabras para elogiar a su partenaire Juan Carlos Puppo, a todo el equipo. Dice sin melancolía que probablemente se esté despidiendo del escenario con Flamenco!, y solo pide, sueña con que el espectáculo de Mazzini, cuando salga de gira, haga escala en Mendoza, su adorado terruño, donde hay familia y amigos.

“Del final de Bodas de sangre, ¿qué podría decir que no esté dicho ya? Siento profundamente en el fondo de mi corazón y de mi garganta el monólogo del cuchillito... En esta pieza, como en otras que le pertenecen, es muy fina la percepción de Lorca para trazar personajes de mujeres, también para señalar con espíritu crítico la situación de la mujer sometida al varón, educada con tantas restricciones en esa época. Parte del reto al hacer estos dos roles de tal magnitud es saber diferenciarlas. Ambas son fuertes, están desesperadas, les pasan cosas gordas. Bernarda es un arpía sin compasión mientras que la otra madre es un personaje doliente, que ama hondamente a ese hijo. Lorca tiene un aliento, un empuje que te arrastra como un vendaval. Si lo apreciás, no lo podés resistir. Es que su lenguaje es muy bello, muy musical, pleno de sentidos, la melodía va por debajo. Fíjate si no lo que digo como la madre de Bodas de sangre: ‘Con un cuchillo, con un cuchillito/ en un día señalado entre las dos y las tres,/ se mataron los dos hombres del amor./ Con un cuchillo, con un cuchillito/ que apenas cabe en la mano/ pero que penetra fino/ en las carnes asombradas/ y se para en un sitio/ donde tiembla enmarañada/ la oscura raíz del grito’.”

BAILANDO A FEDERICO

Jorgelina Amendolara y Cristina Masdueña irradian esa energía especial, tienen esa luz en la mirada que distingue a la gente que baila flamenco. Amendolara es una platense que estudió gustosa desde los 4 clásico español, pero a los 15 vio la película Carmen, de Saura y Gades, volvió a verla una y otra vez, como una adicta, y tomó la decisión de entregarse al flamenco con alma y vida. En su ciudad, tuvo entre el ’90 y el ’96 un grupo de bailaoras, Las Payas, “cuatro chicas que creábamos shows, los dirigíamos, los bailábamos, éramos vestuaristas... En el ’95 hice Bodas de sangre bailada, como la Novia, en el Avenida, dirigida por Jorge Mazzini y Lugo, proseguí mi carrera como solista, me vine a vivir a la Capital y no paré de laburar, salvo cuando tuve a mis dos bebés. El tiempo que Mazzini estuvo en el exterior, con mi marido Rodrigo González hicimos nuestras cosas juntos. Actualmente estoy totalmente fascinada con esta nueva propuesta, por su amplitud de registros, donde todo confluye armoniosamente: los actores con la palabra, las bailaoras y los bailaores con el cuerpo, los músicos con sus instrumentos... Mazzini ama de verdad a Lorca, lo ha trabajado mucho, ha hecho cantidad de espectáculos de flamenco. Es increíble cómo maneja el montaje escenográfico, tan complejo en esta oportunidad”.

Cristina Masdueña, cubana formada en los Estados Unidos y en España, también cultivó desde muy niña las danzas españolas en general pero se decanta por el flamenco. “Lo académico es bueno para reforzar y expandir la técnica, por cierto. Aunque me gusta lo clásico español, la escuela bolera no va con mi temperamento. He estado en el Ballet Nacional de Rosita Segovia, en el Ballet de Murcia, Trabajé con Esmeralda Merche, con Pedro Azorín... De Lorca hice una Bernarda Alba bailada. Esta es la primera vez que vengo a Buenos Aires y me siento en mi casa, a mis anchas, me tomo el subte en la estación Castro Barros para venir al teatro. De verdad, no puedo pedir más: estar en esta ciudad poblada de teatros, participando en un espectáculo de flamenco sobre Lorca. Cuando Jorge Mazzini me llamó, le di el sí enseguida, sin pedir detalles ¡y no me equivoqué! Me llevo genial con todo el equipo, gente muy agradable y profesional.”

Ambas llegan a Flamenco! con la experiencia de haber actuado en obras de Lorca adaptadas al baile, un bagaje que seguramente les facilitó el camino en los ensayos...

Jorgelina Amendolara: –Hice La zapatera prodigiosa en el ’93, en el Alvear, una pieza más ligera, donde me divertí mucho haciendo a una vecina, con compañeros como Jorge Luz. A mí me gustan todas las piezas de Lorca, su mirada poética y humana, la hermosura de su lenguaje, que por ejemplo brilla en ese monólogo final de Bodas... en Flamenco! En cada ensayo me conmuevo con la misma intensidad, se me pone piel de gallina al escuchar a Dora Prince. Algo semejante puedo decir del cuadro donde esta gran actriz reta a sus hijas como la madre de Bernarda Alba, con esa violencia, ese resentimiento tan tremendo. A mí me dan ganas de enfrentarla, de retrucarle. Además de la versión de Bodas... que hice en el Avenida, con anterioridad, siempre con Mazzini, estuve en el Cervantes con varias actrices destacadas en un homenaje a Lorca. Me tocó Martirio, la amargada jorobada de La casa... En el nuevo espectáculo –que suma “Prendimiento y muerte de Antoñito el Camborio”, “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías” y otros textos– interpreto a Yerma desde el baile, y le he ido tomando cariño a este personaje, aunque la Novia de Bodas... me sigue atrapando mucho, la conozco bien. Para el futuro, sueño con hacer entera Bernarda Alba, como la madre, me gusta ese personaje por lo extremo.

Cristina Masdueña: –Siempre me ha atraído mucho Lorca, tanto la poesía como el teatro. Su sensibilidad, su manera de jugar con las palabras, las metáforas que le brotan de continuo. Es un placer leerlo, releerlo, verlo representado... Creo que la Novia es un personaje con el que se pueden identificar las mujeres modernas, porque todavía hay muchos mandatos que siguen pesando sobre nosotras, responsabilidades de las que nos hacemos cargo porque nos presiona la tradición. La Novia sabe decir basta, quitarse a tiempo de encima aquello que no eligió. Y optar por el valor más alto: la libertad. Pero si tengo que elegir, me quedo con Yerma, me conquista este personaje persiguiendo con tanta determinación su deseo de tener hijos. Lorca veía mucho el prejuicio, el mandato sobre las mujeres, y claramente en sus obras toma partido por los personajes femeninos oprimidos. Era un visionario que se adelantó a su época, muy crítico de la hipocresía, de la represión. Por algo tuvo problemas, terminó brutalmente asesinado. Su poesía es universal, pero su sentimiento muy andaluz.

¿Cómo es la experiencia de bailar a Lorca?

J. A.: –No te lo puedo decir con precisión porque cuando entro a bailar ya estoy en el personaje, es como un trance, se me hace difícil tomar distancia. La primera vez que pasé el personaje de Yerma en un ensayo, muy comprometida yo emocionalmente, aún no había hecho la catarsis y no podía parar de llorar. Hasta me asusté de mí misma, en el momento de la muerte, miré al intérprete y pensé: yo me lo cargo a este pibe, lo mato... Necesitaba llegar a ese punto para después transitarlo desde otro lugar, porque si no, no llego a la quinta función. Por suerte contamos con el respaldo de Mazzini, que nos da herramientas para construir los personajes, conversamos mucho sobre sus estados, los rasgos personales de cada uno. Yo asumo que tengo una vena dramática muy fuerte, que es la que mejor me expresa, aunque puedo jugar la comicidad.

Entonces actualmente estás contenta de tener que estar tan triste...

J. A.: –La verdad que sí, es un gran disfrute. Alguien me preguntaba el otro día si no estaba cansada del trajín de los ensayos, con dos nenes chiquitos. Y le respondí: “Sí, pero es un cansancio tan lindo...”. Ensayar siete horas, volver a casa con los chicos, es una gran exigencia, Pero no me importa porque lo hago feliz.

C. M.: –A mí también me seduce el dramatismo más intenso. Pero por supuesto, no basta con que comprendas el papel y lo sientas, hay que saber comunicárselo al público, para lo cual contamos, como decía Jorgelina, con la guía segura de Mazzini. Lo mío no es tan dramático: Soledad Montoya es un personaje que ha sufrido pérdida de amores, pero está más cerca de la nostalgia, tiene momentos en que se desquicia. También interpreto a Carmen, por guajiras, una viejita que recuerda los tiempos en que era guapísima y tenía muchos pretendientes. Ahí entran cuatro chicos y yo me quito toda la actitud de vieja, regreso al pasado y rejuvenezco hasta que al final del cuadro me vuelvo a enroscar sobre mí misma. Siempre es difícil actuar la complejidad de un personaje y a la vez bailar, sobre todo flamenco, donde tienes que estar muy pendiente del ritmo, de otras cosas. Olvidarte de la técnica porque ya la tienes suficientemente aprendida y hacer un rol bailándolo. Lo mío es como un respiro entre estas tragedias de Yerma, Bodas..., Bernarda Alba, Ignacio Sánchez Mejías, el pobre Antoñito el Camborio... Pero el final es por tangos, fiesta arriba, empieza por la letra de jaleo hecha por los cantaores, que se lucen mucho en todo el espectáculo: “Anda, jaleo, jaleo,/ ya se acabó el alboroto/ y ahora empieza el tiroteo...”

Flamenco!,
miércoles, jueves y viernes a las 21,
sábados a las 21,30 y domingos a las 20,
en el Teatro Astral,
Corrientes 1283, a $ 95

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