La cantante Margie Bermejo –argentina de nacimiento, mexicana por adopción– habla de su show GardeLara, sobre dos mitos que unen culturas, repasa su trayectoria y adelanta un próximo proyecto antropológico-musical que reúna, una vez más, sus raíces.
› Por Guadalupe Treibel
Con la sangre mezclada y la voz partida, va Margie Bermejo, una artista de aquí y allá que recorre geografía con la canción, haciendo de la distancia una oportunidad: la de aunar culturas... todas suyas. Nacida en el barrio de Flores (poco más de) seis décadas atrás, Margie mudó la vocecita al DF en 1961 y allí se quedó. “Pero mi formación primaria estuvo aquí –aclara–. En Argentina, están mis raíces musicales. Mis costumbres fueron y siguen siendo argentinas.”
De sus 14 discos (que la pasearon por géneros de lo más variados –rock, jazz, bossa, bolero, ranchera, contemporánea, etc.–), la mujer con 45 años de carrera rescata dos: El veneno que me fascina y Al compás del tango. En el primero, Bermejo canta a Agustín Lara, “El flaco de oro” azteca, compositor e intérprete devenido en mito popular. En el segundo, (re)toma la canción del pianista y director de orquesta Alberto Suárez Villanueva (dicho sea de paso, tío de Margie) que hiciera famosa Alberto Castillo, para cantar ese y otros tangos porteñitos.
Y los rescata porque, pasado el tiempo, llegó el momento de conjugar las tradiciones y –como doble embajadora musical, usar dos leyendas para hablar de dos pueblos–. “Me dieron ganas de cantarles a mis dos patrias y, como resultado, salió GardeLara, un espectáculo sobre dos ídolos, Gardel y Lara, sobre cómo la gente crea sus mitos, sobre cómo esos mitos se parecen en mucho”, explica la artista. El repertorio, a la orden del día, con temas como “Mi rival”, “Aventurera”, “Arráncame la vida”, entre otros hits de todos los tiempos.
Con este show Bermejo pisa por quinta vez escenario local. ¿Su primera presentación en suelo capitalino? Pues, Vox Urbis, un multidisciplinario show teatral/musical de 1993, presentando en el Teatro Cervantes, con una compañía de trece personas. Luego, el Opera a fines de los ’90; Jazzología en 2004 y la Casa del Tango dos años atrás.
Sobre GardeLara, Margie cuenta que ya presentó el espectáculo en México y la recepción fue buena. “El tango allí es furor; está muy de moda en públicos de todas las edades. Hay baile y gusta tantísimo. Y Lara no se olvida. Además, hay un gusto de los jóvenes por el bolero, que es música tradicional, de antes. Claro que intento darle un sentido contemporáneo a las composiciones y no traer la música tal cual era”, remarca la artista, no sin antes halagar el trabajo de Dimitri Dudin, el pianista y arreglista que la acompaña hace –aproximadamente– 15 años.
“Es uno de los mejores pianista de tango. Y es gracioso, porque es ruso”, define Margie sobre su dupla en tablas, a quien conociera por Liliana Felipe tantísimo tiempo atrás. Radicado en México, el hombre suma interesantes líneas en su hoja de vida, habiendo trabajando en composiciones de Virgilio Expósito, Mariano Mores o Alfredo Le Pera.
Hija del azteca Guillermo Bermejo –fundador del popular trío Las Calaveras, hacedor de rancheras y música romántica– y de la local Luz Bermejo –cantora de tangos y figura de la canción infantil de la década del ‘50 que, junto a Alberto Closas, hacía los coloridos discos Calesita–, no es raro que el linaje lanzara a Margarita Guadalupe (alias Margie) al oficio de las voces a temprana edad.
“Comencé a los 13 años, haciendo coros. Así gané mi primer cheque y me declaré una artista profesional”, recuerda –entre risas– la autodenominada “chica lalalalá” de RCA Víctor y Orfeón. Para los 15, ya era solista, con disquitos propios: “Eran refritos de rock inglés traducido al castellano y cantado con la misma pista americana. El primero se llamó Los Fantásticos y yo cantaba “Tú serás mi baby, sólo tú my baby, uo uo uo”, cuenta Margie sobre su versión de los ’60, que la encontró con el hit de Phil Spector popularizado por The Ronettes. Bermejo sacó su primer disco a los 15 añitos, sí. Pero su “verdadero” primer disco salió recién en 1979 y fue Las cosas sencillas, una selección muy personal, con interpretaciones bien diferentes. “Recién entonces me definí como cantante solista con voz propia y estilo propio”, aclara la intérprete. Con canciones de Marcial Alejandro, Roberto Darvin, Paco Ibáñez o Piero y José, Bermejo habla de un “antes y un después” de ese disco, al que seguiría La eterna desventura de vivir, un homenaje a cantantes suicidas como Billie Holiday, Violeta Parra, Elis Regina, Janis Joplin, Edith Piaf. “Las junté porque me marcaron con su toque personal. Las voces femeninas han sido fundamentales en mi carrera”, recuerda Margie.
Pero no sólo ella fue influenciada por sus padres (dupla embajadora de la canción mexicana en Buenos Aires, que –como tal– desfiló por las radios El Mundo, Splendid, etc.) y su tío. No, no. Sus tres hermanas llevan el mismo estigma musical: “Una se dedica exclusivamente al jazz y es una importante profesora del Berklee College of Music, en Boston, Estados Unidos. Otra es cantante de ópera. Y otra es productora musical”, recuenta Margie sobre la pasión compartida.
¿Y su hija? “Así como yo decidí a temprana edad que quería hacer música, ella decidió que NO quería porque ya había demasiados músicos en la familia. Es bailarina de danza contemporánea, vive en Boston y pertenece a una compañía, hace solos y es una gran profesora”, explica Bermejo sobre su primogénita que acaba de ser mamá. “Se le ocurrió llamar a mi nieto Emiliano Guadalupe. ¡Para un niño! Si a ella le gusta, ¿qué puedo hacer?”.
Varios temas preocupan hoy a Margie Bermejo. “La educación musical tiene que ser profesional. Ahora cualquiera toca tres acordes en piano o guitarra o dice cosas lindas y listo. Pero no se puede cantar sin ser buen músico. Hay una carencia universal”, explica la otrora egresada de la Escuela de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes, de Canto en la escuela de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México, con estudios por lo largo y ancho del globo.
Inquieta y experimental, ahora planea un nuevo show que vuelva a unir sus dos patrias. “Estoy haciendo un trabajo antropológicomusical sobre la música folclórica argentina y la mexicana. De los ‘60 a la fecha, se han olvidado los héroes populares y quisiera unir las épocas. Ya no Agustín, ya no Gardel... Quiero destacar qué fue para mí ese momento musical con el que crecí, qué significó para ambos países, cómo se pueden fundir esos cantos y cómo se relacionan con el canto actual”, adelanta Bermejo, no sin antes revelar buenos augurios. ¿Por qué? En sus palabras: “Los públicos culturales, interesados por descubrir, siempre aceptan las raíces con gusto”. Amen a la tradición, entonces.
Margie Bermejo presenta GardeLara mañana sábado 17 de abril, a las 20.30, en La Manufactura Papelera, Bolívar 1582, San Telmo.
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