Antes había temas tabú: el cáncer, el aborto o la violencia contra las mujeres con los que una empresa nunca quería ver mezclado su nombre. Ahora, en una actitud que tal vez sea un paso –o un llamado de atención a la inacción civil, mediática y estatal– la responsabilidad social empresaria –que a veces es un maquillaje para redecorar a las compañías y, otras veces, cumple funciones que realmente son solidarias– también se ocupa de la violencia contra las mujeres.

La decisión de la Fundación Avon de invertir 1200 millones de dólares (en todo el mundo) en donaciones para los programas que buscan soluciones para terminar con la violencia sexual, la violencia doméstica y el tráfico humano no sólo hablan de un posible compromiso empresario, de un marketing a favor de las mujeres o incluso de un pedido que posiblemente haya llegado desde las voces de las vendedoras (a domicilio) o compradoras que sufren esta problemática masivamente.

También demuestra como la lucha contra la violencia de género –que tanto cuando es emocional como cuando se concreta con heridas físicas afecta a la salud pública– está instalada en el mundo como una deuda pendiente de los derechos humanos. En la Argentina, en cambio, sigue siendo un agujero con algunos pocos parches. Pero falta mayor agilidad y capacitación judicial –a pesar de los esfuerzos de la Corte Suprema por instalar una Oficina de Violencia Doméstica que funciona bien pero después se topa con juzgados que no conocen ni la nueva ley contra la violencia hacia las mujeres–, la falta de refugios para que las más empobrecidas puedan irse de sus casas o casillas, la ausencia de subsidios para que las víctimas tengan la posibilidad de recuperarse laboralmente y no depender de los maltratadores para su sustento y el de sus hijos y de programas de comunicación que logren hacer entender a la población que ni un golpe ni un insulto son asuntos privados, sino de todos. Y todos son también las empresas.

Se estima que, en todo el mundo, alrededor de mil millones de mujeres se verán afectadas por la violencia. Por eso, Avon decidió respaldar a la organización no gubernamental Vital Voices para implementar planes de acción que detengan el maltrato cotidiano, con una reunión mundial, como un primer paso para buscar soluciones. Alyse Nelson, presidente de Vital Voices, dijo que el problema de la violencia contra la mujer ha sido ignorado durante demasiado tiempo. “Mientras que una de cada tres mujeres será víctima de abuso o violencia en algún momento de su vida, no se le ha prestado la debida atención a esta crisis mundial”, expresó. Andrea Jung, presidente y CEO de Avon Products Inc, resaltó: “Hemos apreciado en forma directa que cuando una mujer tiene recursos económicos puede escapar de una situación abusiva. Sentimos que es nuestra obligación buscar soluciones innovadoras que generen una real diferencia para terminar con la epidemia de la violencia contra la mujer”.

Más información: www.vitalvoices.org / www.avonfoundation.org / www.facebook.com/AvonProductsInc /
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