CINE
El atrevido accionar de las feministas anarquistas de fines del XIX en la Argentina, con Virginia Bolten a la cabeza, fue llevado al cine por la española Laura Mañá en Ni Dios ni patrón ni marido, con protagónicos de Eugenia Tobal, Laura Novoa y Jorge Marrale.
› Por Moira Soto
Hoy por hoy, finalizando ya la primera década del siglo XXI, sin duda resultarían chocantes, pasadas de rosca. Sonarían extremadamente provocativas y desacatadas, demasiado acometedoras... Imagínenlas, entonces, a fines del XIX en la Argentina, cuando la Iglesia Católica y sus agentes oficiales eran casi intocables, el mundo empresarial y terrateniente ejercía sin disimulos y sin atenuantes la explotación de la clase trabajadora, y por cierto, las mujeres carecían de ciertos derechos elementales. En esa sociedad gazmoña y desigual arremetieron las corajudas mujeres anarquistas.
Entre estas aguerridas luchadoras, se recorta con fulgor propio el perfil de Virginia Bolten, nacida en San Luis, obrera de una fábrica de zapatos en Rosario, luego trabajadora en la Refinería Argentina de Azúcar. Ella, a los 20, marchó a la primera manifestación del 1º de Mayo, arengando a la gente y portando una bandera negra con la leyenda “Fraternidad Universal” en letras blancas. Ella, Virginia Bolten, fue la fundadora del periódico La Voz de la Mujer, de neta inspiración anarcofeminista, pionero en su estilo en Latinoamérica: hecho por mujeres para mujeres, bajo la terminante consigna “Ni dios ni patrón ni marido”.
La Voz... se publicó entre 1896 y 1897, seis números difundidos de manera semiclandestina. Incluso resistido por algunos varones anarquistas, este grupo de mujeres apasionadas, idealistas e insumisas, llenó las páginas del periódico con fundamentadas reivindicaciones de género, en lo laboral, lo religioso, lo familiar, lo social, rechazando sin ambages toda forma de sometimiento. Los artículos se dirigían a las “queridas hermanas”, y se lanzaban de esta guisa al abordaje: “Hastiadas de pedir y de suplicar, de ser el juguete, el objeto de placer de nuestros infames explotadores o viles esposos, hemos decidido levantar nuestra voz...”. Y a los hombres les zampaban: “Si vosotros queréis ser libres, con mucha mayor razón nosotras, doblemente esclavas de la sociedad y del varón, ya se acabó aquello de: Anarquía y libertad, las mujeres a fregar. ¡Salud!”
Para el próximo 1º de julio se anuncia el estreno del film Ni Dios ni patrón ni marido, una realización de la española Laura Mañá (Sexo por compasión, 2000; La vida empieza hoy, 2008) que narra algunos episodios de la agitada vida de Virginia Bolten en torno de la fundación de La Voz de la Mujer. Ya desde los títulos, se oye la voz de Eugenia Tobal –que encarna a Bolten con fervor y sin el menor glamour televisivo– incitando a las trabajadoras: “¿Quién de nosotras puede afirmar que no sufre la opresión y la dominación del hombre en el seno de esa misma familia a la que tiene que ayudar a subsistir, la doble esclavitud del capital y de los hombres?”.
Más cerca del telefilm, Ni Dios... es una producción modesta y lineal, que guarda fidelidad al pensamiento y la actuación de la indómita Virginia Bolten, si bien se toma algunas licencias meramente anecdóticas y le da demasiado espacio al personaje menos interesante de una cantante lírica. Con guión de Graciela Maglie y Esther Goris, desde la presentación se avisa que la idea es de la segunda, sin citar fuentes. Sin embargo, en el sitio de Crónicas de Rosario, Historias Urbanas, en una entrevista hecha por Rodrigo Mold, las profesoras de historia e investigadoras rosarinas Mariana Fontana y Nora Vusensky declaran que, solicitadas por Goris, le prepararon un informe que no es reconocido en los títulos de la película. Como quiera que sea, Ni Dios..., discretamente ambientada y con prolijo vestuario de Graciela Galán, rescata a personajes femeninos históricos habitualmente ausentes del cine, el teatro o la TV. Y lo hace con un elenco de conocidas figuras que en algunos casos logran otorgarles relieve a roles apenas bocetados: la citada Tobal, Joaquín Furriel, Daniel Fanego, Jorge Marrale, Laura Novoa, María Alche, Alejandra Darín, Jorge D’Elía, la española Ana Fernández y, desde luego, Esther Goris, que se reservó el papel de Lucía, una diva de la ópera que se pasa a las filas de las anarquistas.
Aun dentro de su modestia, el film consigue transmitir con cierto dramatismo datos de la realidad del momento: los diversos abusos de la patronal con el personal femenino, la durísima situación de las trabajadoras en el hogar, la continua persecución policial. Es verdad que cada vez que abre la boca, Virginia Bolten baja línea (con frases casi siempre levantadas de sus editoriales), pero da gusto, a la vez que genera admiración su incisivo sentido crítico, escucharla alertar a los “padres de familia” con prédicas como la siguiente: “No manden a sus hijos a ese antro de depravación que es el confesionario, porque los infames frailes buscarán corromperlos y someterlos a sus perversas pasiones”. Más de un siglo después, sus palabras –que le habrán hecho caer los calzones a más de un clérigo de la época– retumban con desdichada vigencia. ¤
Ni Dios ni patrón ni marido se estrena el próximo 1º de julio.
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