Viernes, 2 de julio de 2010 | Hoy
DIEZ PREGUNTAS > A ESTHER FELDMAN *
Por Clarisa Ercolano
Más que la peor parte, diría que es la contracara del amor, el otro lado de la moneda, la cara B. Un lado que está implícito en la relación. Toda relación que comienza puede terminarse o no. La ruptura es el momento que se teme, lo que nadie contempla cuando empieza a estar con alguien que empieza a considerar como pieza fundamental en su vida.
Sí, sin duda todos atraviesan un duelo por la pérdida. Lo que los distingue es de qué modo lo atraviesan. Hay dejados que no paran de llorar, los hay correctos, los hay del tipo livin la vida loca, insistentes, negadores, románticos y los que intelectualizan todo; por poner algunos ejemplos.
Unos de los que más me llamaron la atención es el caso de Irina y Marcos. El del dejado negador. Esa capacidad de no ver lo que está delante de tus narices. El poder de la negación me resultó atrapante porque Marcos, con su ex pareja embarazada de otro, decía: “Cuando se recupere, seguro volvemos” y yo contenía las ganas de insultar a la muchacha por no ver a semejante héroe. El de Verónica, la hincha de River que dejó a su novio porque él perdió el interés por los partidos, también me hizo entre reír y emocionarme. Creo que esto tienen casi todas las historias, por un lado te reís o te sonreís porque te sentís identificada y por otro te emocionás frente a la intensidad de los sentimientos.
Hay regresados varones y regresadas mujeres. Yo los llamé los nietzscheanos por la ley del eterno retorno. Cualquiera que vuelve tiene que pagar las facturas por haber dejado. El “monto a pagar” depende de la persona que fue dejada. Pero los varones, te desaparecen dos años y un día te aparecen como si nada hubiese pasado. Los nietzscheanos se retiran amenazando, diciendo cosas terribles y siendo terminantes, pero al cabo de un tiempo, reaparecen.
Yo creo que es una especie de violencia encubierta. Siempre digo que la frase que más me irrita de los varones es cuando dicen: “No me rompas las pelotas”. Asociar un reclamo de una mujer a su condición de “histérica” me parece que es, al menos, una triste simplificación de los hechos. Las usé en el libro para ejemplificar a un espécimen que me parece el más cobarde. El que hace todo lo posible para que el otro lo deje y cargue con la culpa de la finalización de la pareja para luego ser la víctima.
Ninguno. Los dos son tiernos en su punto y un plomo en otro, pero creo que ellos sufren más de lo que hacen sufrir. También de algún modo, quien insiste niega, no asume que hubo un “no va más”. Aunque a veces la insistencia da sus frutos, todo depende de a quién se tenga enfrente.
Es una mirada social que por suerte va cambiando de a poco. Escucho permanentemente hablar de que no hay hombres disponibles y a los hombres disponibles los escucho quejarse de que las mujeres no saben lo que quieren o no quieren comprometerse.
Creo que la bronca es un momento del duelo que pasan tanto los varones como las mujeres. Pasás de recordarlo mejor a recordar lo peor como una especie de antídoto para la añoranza. Pero igual estás recordando, esa es la verdad.
Porque me di cuenta de que todas las canciones que llamamos de “amor” en realidad son canciones de “desamor o pérdida”, lo cual es lógico. Nadie le canta al marido porque fue al supermercado e hizo la compra del mes. Siempre se canta a lo que se perdió y se quiere recordar o recuperar.
No sé si hay más o menos desamor que en otros momentos de la historia. Lo que me parece es que es un tema universal. La primera experiencia con el tema la hice en la radio y llegaron miles de mails y llamados porque todos tenemos algo que decir sobre el abandono.
* Esther Feldman es licenciada en Letras, escritora y guionista de cine y televisión. Fue autora de Okupas, LaLola y Los exitosos Pell$ y bajo el nombre de “Doctora Amor”, aborda las relaciones sentimentales en Radio La Metro. Acaba de publicar Rupturas, basado en testimonios reales de dejados y dejadores que, dice, “sobrevivieron para contarlo”.
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