MúSICA
Bandereando el extrañamiento desde el pop exquisito y minimalista, el debut discográfico de Julieta Sabanes –eStar de camisón– apuesta a la voz pequeña y los temas etéreos que no paran de crecer.
› Por Guadalupe Treibel
Cuando entró al mundillo de la canción, Julieta Sabanes era Julietita. Con el diminutivo como escudo, llegaron los temas propios y la hora de cerrar la puerta a la capa tímida. “Hice el disco y quise dar la cara, dejar de alimentar una apariencia de ingenuidad porque, a veces, lo lúdico se confunde con inocencia”, cuenta la muchacha de contextura pequeña y risa grande, contagiosa, que –entre vestidos– regala su primer LP: eStar de camisón, un manojo de canciones –producidas por Roger Delahaye– donde el humor sutil, el lugar común corrido, las instrumentaciones juguetonas y el pop elegante hacen de cóctel efectivo y recuerdan (¿por qué no?) a Rosario Bléfari y Rosal. Ojo, también hay tiempo para la referencia fílmica (Antes del amanecer, El padrino), el link literario (a John Cheever), la colaboración de Pablo Dacal y un acercamiento al folclore tradicional boliviano. Mientras, con base de guitarra, acompañan sintes, ukes, pelotas de ping pong, glockenpiel, piano toys y pianos de la abuela...
Jua jua jua / canciones de amor / ¿Quién el hombre? / ¿Quién la mujer?, canturrea en su track 5 (“Jua jua jua”) sobre roles itinerantes y anuncia cafeteras enamoradas, llorosas todas. “Una vez me pregunté: ‘¿Cuál es un signo de fortaleza en la mujer?’ Porque muchas cantan fuerte, pero siempre a un tipo y se definen en relación al hombre. En mi caso, me planto frente a la mirada del otro, en términos de exhibición. Canto con una voz pequeña y lo hago en disco muy etéreo, pero ¿eso significa debilidad?”, cuestiona la muchacha capaz de cantarle al amor, riéndose de las (típicas) canciones de amor.
“Siempre parto de algo re chiquito; tomo lo pequeño y lo miro con lupa. Un objeto de cocina, por ejemplo, puede hablar de la falta de esperanza. Los grandes temas siempre están; es mentira que los podés evitar. Pero hay que ofrecer una mirada propia para no caer en la frase hecha”, define –sobre tópicos– Sabanes. Su disco, dice, es un reflejo de los veinte-largos, época de carrera y trabajo, cuando uno no sabe muy bien dónde está parado, agobiado por rutina y obligaciones. “Trabajaba en una librería; estudiaba Letras. Dejé la carrera y cambié por Música. Las canciones eran escapadas, un lugar. Por eso hay muchas referencias domésticas. En medio del torbellino, quería anclar en lo casero”, aclara quien, de pequeña, soñaba con ser editora de libros, como su papá melómano. “Una cosa más de Edipo, me parece”, medita frente al recuento autobiográfico.
En plan historiográfico, luego vendrían los standards de jazz (“Era época de experimentación más que de expresión; por ahí cantaba 80 mil notas en una línea melódica”) y, finalmente, las composiciones propias. Antes de todo eso, estaban las canciones de misa: “Mis abuelos eran pastores protestantes de la Iglesia Metodista y se canta mucho en esos cultos. De chica, intentaba aprenderme el tema y cantar fuerte, para que todos fuéramos por el camino de la afinación”, recuerda entre risas.
Soy de esas hadas en los bosques que buscan suerte en la ciudad, entona la otrora Julietita en “¡Qué despistada, uh!”. Y el dato ancla profundo: “En 2008 me iba a ir a las Sierras de Córdoba a vivir. Quería huir de Capital. Y, de golpe, empezaron a surgir más fechas y decidí quedarme un poco más. El vértigo devino en disco. Y ahora ya estoy reconciliada con Buenos Aires”, asegura la chica que, para autogestionar su LP usó los ahorros que iba a disponer para la travesía viajera.
Sobre ser “independiente” (en cuanto a sello), Sabanes lamenta el límite borroso entre la autogestión y el autobombo; las personas se vuelven en spam y eso la pone triste. “Las herramientas que brinda Internet son buenísimas para el todo a pulmón, pero hay que manejarlas con creatividad. Muchos músicos las usan con el lenguaje publicitario de la tele y te bombardean con seis mails al día. Si sos músico, dale silencio al otro para que decida si te quiere escuchar. Si no tu ruido termina siendo más grande que tu música”, dice –relajada– la muchacha con disco licenciado en... ¡Japón! Y una participación cancionística en el sello francés Blog Up Musique para el compilado Have a Good Night 4 que, en ediciones anteriores, contó con artistas de la talla de Grizzly Bear, Au revoir Simone, Kimya Dawson... Nada mal para la mujer que, de nena, escuchaba fuerte y con auriculares los discos de pasta de Supertramp y “la flasheaba”.
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