Vie 16.07.2010
las12

DIEZ PREGUNTAS > A VIRGINIA KAUFMANN *

NADA MODOSITA

› Por Guadalupe Treibel

1) “Dos acordes”, espectáculo de humor musical de autor que ideaste, coescribiste y actuás junto a Juan Ignacio Guerra, juega a desarmar la solemnidad del ámbito de concierto formal. ¿Cómo surge el proyecto?

—En 2007, participé del concurso Jóvenes Intérpretes de la Expo Les Luthiers y quedamos seleccionados nueve artistas —incluido Juan— para participar de una obra en el Maipo Club con piezas y auspicio de Les Luthiers. El grupo no prosperó pero nosotros quedamos conectados y empezamos a pensar un material propio, musical y de humor. El viene de una formación académica en música; yo no. Pero me llevo bien con la formalidad de los conciertos, que quisimos informalizar en escena.

2) Al comienzo de la obra —que aborda el lenguaje juglaresco, el aria y el tango, entre otros—, hay un pequeño enfrentamiento musical, donde tu personaje compite con instrumentos “menores” frente al personaje de Juan. ¿Fue una manera de mostrar que la mujer juega con desventaja?

—No es porque sea mujer ¡Es porque soy yo! (risas). La realidad es que él toca más instrumentos y mejor; tiene más changüí. Yo me defiendo con la flauta, la calimba, la armónica, el pianito. La escena se pensó a raíz de las capacidades (e incapacidades) de cada uno.

3) Hay una escena muy bonita en la que un trovador medieval declara su amor a una hippie setentista, libertaria y marxista. ¿Son opuestos que se atraen?

—Me pareció simpático oponer a este juglar sobrecargado con una mujer que no necesita ni ropas, muy libre, y que él pudiera enamorarse de ella. Al principio, teníamos la idea que de ella contestara con canciones de protesta pero, finalmente, funcionaron mejor nuestras versiones.

4) Además de trabajar en Dos Acordes, actuás en Tempo, la nueva pieza de Marcelo Katz que explora el tiempo real y percibido y su rítmica a partir de diferentes situaciones clownescas. ¿Cuál es la línea que desarrolla tu personaje?

—Marcelo vio un aspecto en mí que quiso desplegar en su visión: un clown sensible con algunos raptos de locura y varios momentos poéticos. Si bien me hubiera gustado que fuera todo locura, me encanta lo que hizo. Como director de varios intérpretes, tiene que desarrollar un aspecto en cada uno, para no empastarlos.

5) On stage, el tuyo es un clown sensible... ¿con rayes sexópatas?

—Exacto (risas). De todas formas, me gustan más otras escenas, donde prevalece la canción, el juego con las letras, el cocoliche del idioma. Claro que, a veces, el humor con las palabras se agota y está bueno que el cuerpo haga payasadas.

6) Tanto en Tempo como en Amargo Dulzor —pieza en la que también actuaste—, Katz se vale de una dramaturgia colectiva de la que participan los actores, colaboradores y él mismo. ¿Cómo es ese proceso creativo?

—Parte de la improvisación y los ensayos. Planteado el tópico o la pauta, todos llevamos ideas que pueden estar en diferentes grados de desarrollo y vamos generando variantes. En el caso de Tempo, fue el tiempo; en Amargo Dulzor, fueron las penas y alegrías del amor. Marcelo pule y liga, da forma y todo funciona en pos del objetivo general. Por eso, muchas veces tu idea no se desarrolla como querías; es un buen trabajo para el ego.

7) Viendo tu hoja de vida, solés involucrarte creativamente y ayudar a gestionar muchas de las piezas que protagonizás. Uno de los casos más festejados fue Tan Modositas, que pensaste, escribiste, dirigiste y produjiste junto a Griselda Siciliani en 2004, donde retorcían y ponían en jaque los estereotipos femeninos sin complacencia pero, a la vez, sin caer nunca en misoginia. ¿Cómo recordás esa obra?

—Fue muy bueno hacerla. Fue la primera experiencia en interpretar, hacer y producir. Siempre que miro programas biográficos, veo que las actrices de Hollywood escriben y producen, ¡así que éste debe ser el camino! (risas). En Tan Modositas, nuestros personajes eran mujeres porque éramos nosotras y nos era natural romper una estructura yendo hacia el absurdo. Primero hay que hacer raíz y, después, irse al extremo. El respeto marca el límite.

8) Otro show muy festejado que interpretaste, coprodujiste y codirigiste fue el espectáculo de café concert Quiero llenarme de ti, homenaje a Sandro, ganador del premio ACE 2007. ¿Pensaste en volver a reponerlo?

—Estuvimos cuatro temporadas y, cada tanto, alguien nos propone volver a hacerlo. Pasó a raíz de la muerte de Sandro, pero no quisimos lucrar con eso. Quizá más adelante... Es un espectáculo que, por la estética kitsch y las canciones que forman parte del repertorio, siempre va a ser actual.

9) ¿Pensaste, alguna vez, componer temas propios para un disco?

—Que no sean para obras de humor, no. Pero sí tengo una banda, Tu Párvula Boca, con la que nos presentamos cada tanto y hacemos boleros y canciones sobre sufrir, temas cubanos, centroamericanos, almodovarianos. Yo canto y me acompaña Juan Ignacio Guerra en teclados, Hernán Bruno en percusión y batería, Pablo Kessel en guitarra y Tico Algranati en bajo.

10) Con esta motivación todo terreno, ¿ya estás trabajando en algún proyecto nuevo?

—Escribí una obra para el festival anual de Teatro por la Identidad y estamos ensayando para montar en septiembre. La pieza, que no trata específicamente sobre los desaparecidos pero sí sobre la identidad, se llama “Biblioteca” y es sobre una chica que recibe una herencia de libros en alemán, que son de su bisabuelo. Al pensar en venderlos o ubicarlos, empieza a tener miedos: que sean medio nazis, que tengan información sobre su familia que ella desconoce. Averiguar sobre esos libros le permite conocer su historia mejor. Es la primera vez que escribo sin música, dramatúrgicamente, y con una particularidad: no voy a actuar. Aunque sí la voy a codirigir, junto a Lala Mendia. ¤

* Virginia Kaufmann es actriz y cantante. Entre sus trabajos más destacados se encuentran el espectáculo de café concert Quiero llenarme de ti, ganador del premio ACE 2007; Amores Retro, El Mago de Oz y Tan Modositas. Durante los domingos de julio a las 20, se presenta en el show de humor musical Dos Acordes en la Scala de San Telmo (Pasaje Giuffra 371). Hasta fines de agosto, también se la podrá ver en Tempo, de Marcelo Katz; los viernes a las 22.30 y sábados a las 20 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543).

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