PERFILES > MARíA GALINDO
› Por Paula Jimenez
Hace rato la espero. María Galindo está llegando tarde a nuestra cita en La Virgen de los Deseos. La Virgen está en pleno Sopocachi, uno de los barrios más bellos de La Paz, y es el multiespacio donde Mujeres Creando presenta batalla diaria a un mundo que no le gusta nada. En verdad, me equivoco: el término multiespacio no le cuadra y no sólo por su tinte snob. Se trata, más bien, de un espacio único —e irrepetible— donde se hace de todo. No es un bar, claro está, aunque allí puedas tomar un mate de coca, ni es un comedor, por más que su seno divino a muchos y a muchas alimente. No es una librería, ni una fotocopiadora ni un alojamiento, ni una escuela de radio, ni una radio ni un lugar al que muchas mujeres acuden a pedir a asesoramiento jurídico, contención y demás yerbas. No. Tampoco es una guardería para 60 niños ni es un punto de encuentro para lesbianas y gays. No es un semillero de ésos donde se origina mucho de lo que luego acontecerá. No es un espacio de confrontación y discusión. No es el lugar desde donde decir NO, con mayúsculas, a una Bolivia patriarcal y conservadora, muy poco revolucionada en lo que a materia de género se refiere. No es una gesta desde la cual un grupo de lesbianas y maricones, así autodenominados, se organizan y salen a la calle, acción mediante, a denunciar un discurso de purismo indigenista sostenido por un presidente que no come pollo para evitar desviaciones en su ser como hombre. No es ninguna de estas cosas: es todas. Mientras Julieta Paredes se acerca a mí y se ofrece a guiarme en el recorrido por el caserón rojo de dos pisos con incontables habitaciones, mientras se escucha a los niños jugar en el patio de la guardería, mientras dos cholas trabajan en las computadoras del aula de la escuela de radio, mientras el ambiente se pregna con el aroma de las sopas, el peke, las carnes, mientras Sonia cierra las puertas de la fotocopiadora Zona Pirata para irse a almorzar, la voz de María Galindo está en el aire. Sucede que hoy un mercado dejó de funcionar, muchas mujeres quedaron sin empleo y María atiende sus demandas en su programa de FM Deseo. Por eso es que no llega a nuestra cita y Julieta me conduce con paciencia y don didáctico por el interior de la Virgen. Saluda a todas las personas que nos vamos cruzando, que están en sus puestos de trabajo, esperando a alguien o haciendo cualquier otra cosa. Las saluda respetuosamente, no invadida por el hábito de la cotidianidad, y en el medio me va contando que el proyecto tuvo su concreción de manos de María y su antigua compañera, allá por el año ’95. Me cuenta que Mujeres Creando es un colectivo lo suficientemente conocido en Bolivia y sobre todo en La Paz, como para que nadie caiga allí de sopetón, sin saber a dónde está. Me cuenta que se hacen muchas actividades en la casa y también desde la radio. Me cuenta que el programa “Soy marica, ¿y qué?” surgió de un grupo de muchachos formados en La voz del Deseo, la escuela que ahí funciona. Me cuenta que el colectivo cree en luchas más integradoras que la de los sectores GLTB. Me dice que la opción sexual es parte importante, pero solo parte, de su lucha. De regreso al salón veo personas que entran y salen, se saludan, se sientan a almorzar. Las mesas están llenas y hay un bullicio y movimiento propios de una atmósfera familiar, de cosas que se dicen y pasan entre gente conocida. Las paredes tienen enormes fotos de mujeres en blanco y negro y pintadas que rezan Pensar es altamente femenino, Basta de racismo, Ninguna mujer nace para puta. Hace años las Mujeres Creando se distinguieron por una serie de graffiti ingeniosos y más claros que el agua, como aquel que, parafraseando a la Storni, decía: Tú me quieres virgen, tú me quieres blanca, tú me tienes harta. Hoy es un día agitado, el mercado cerró, las mujeres que en él trabajaban están desesperadas y hay que hacer algo. Es una cultura matriarcal la boliviana y su economía se sustenta por el incansable trabajo de las madres, las hijas, las esposas, las hermanas. Por eso hay mucho, mucho para defender. Está de espaldas a mí, habla con alguien y de pronto se da vuelta. Tiene dos ojos grandes y transparentes, una mirada que intimida y un modo encantador de decir: Perdona la demora, fue difícil la mañana. Es un gusto conocerte.
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