MúSICA
Entre el folk y la chanson francesa, se pasea Corazón de Pirata, una quebequense de 20 años con una docena de canciones donde la sutileza es inminente y la inocencia, un plato que se sirve frío.
› Por Guadalupe Treibel
Ningún garfio, cicatriz o parche; a Béatrice Martin le sienta la canción. Armada de un piano (que toca desde los tres años), dos coloridos brazos (sede de múltiples tatuajes) y un particular alias (Corazón de Pirata), la francocanadiense se subió a la ola compositiva de adolescente, sellando su suerte en 2008, cuando el sello Grosse Boîte editó disco homónimo (Coeur de Pirate). Sencilla y devastadora, su melancolía delicada, inocente, ganó la partida musiquera en Canadá, después Francia y, desde allí, todo tipo de fronteras. Entonces tenía 18 y el renombre ya se lo había dado... ¡YouTube! Y, ejem, un blog USA de chimentos.
La historia es más bien sencilla: un fotógrafo –Francis Vachon– usó el tema “Ensemble” para musicalizar un video de su hijo que fue un éxito viral, con boom de visitas. La gente de oídos atentos comenzó a preguntarse “¿Quién es esa chica?” –una chica con poesía y sentimiento, dueña de frases como “Nos silenció lo imposible en su tormento”)–, y ¡zas! las visitas en el MySpace de la pirata comenzaron a multiplicarse. Así, los curiosos se toparon con tracks cortos donde la doble influencia que Martin reconoce es innegable: folk y canción francesa.
Para la rubísima debilidad fue un negoción. “Nos ayudó a tener visibilidad en iTunes de Estados Unidos y Canadá”, explicó entonces, cuando un post en el (leidísimo) blog hollywoodense Perez Hilton terminó de rematar popularidad: “No tenemos idea qué está diciendo, pero es adorable”, enfatizaba el medio angloonline.
Así y todo, la letra juega un rol central en los tracks de la –ahora– veinteañera: “Cuando se trata de mi música, los lyrics son muy importantes; es un derivado de la chanson”, explicaba ella, al tiempo que recitaba –entre notas–: “Suavemente me hacés ver la más dulce de tus historias / Y cuanto más avanza el idilio, más chicas aparecen” (“Pour un infidèle”).
¿Otra? “Y en el sur de mis esfuerzos, volé lejos de vos / para cubrirme el corazón con una cera / más oscura que las miradas lanzadas en mi contra” (“C’était salement romantique”). O esa suave oda a la muerte, “Fondu au Noir”, que asegura sin vehemencia: “Te irás como el aire, en un mundo sin música”.
Sobre la “vestimenta” sonora, la escueta instrumentación –bajo, guitarra acústica, aplausos y otros detallitos– redobla el eco del gran protagonista: Coeur de Pirate y su piano. ¿Influencias? De las más variadas, según enumera en su MySpace: “Kundera, Sartre, el invierno, el negro, el blanco, la cumparsita, Argentina (¡!), Alaska, Basquiat, Brigitte Bardot, Aznovour, el tango, Debussy, París, Montreal”. ¿El resultado? Encantador. Intimo y “luminoso”. Naïf...
¿Naïf? Difícil asegurarlo. De hecho, la biopic de la quebequense –que vive en Montreal–, otrora pianista de la banda posthardcore December Strikes First y de la indie Bonjour Brumaire, lleva la marca de un escandalete... Siendo menor, Corazón de Pirata posó desnuda para el sitio de porno alternativo GodsGirls bajo el seudónimo Bea. A pedido de la discográfica, las (cientos de) imágenes se retiraron, aunque la intentona de aquí-no-ha-pasado-nada no siempre es efectiva y algunas fotos aún se encuentran en la web.
Con todo, poco tiene que ver el “desliz de juventud” –como ella excusó– con su carrera musical. Martin detenta discos de Oro, premios y canciones en el top de los charts, fue revelación musical y sus temas participaron de comerciales. Ni hablar de “Comme des Enfants”, el “hitazo” que le valió un Bucky Award o el Victoires de la Musique (equivalente francés al Grammy). Mientras cosecha frutos, Béatrice sigue escribiendo “para no perder el impulso”. Lo hace recordando experiencias que salieron mal en el pasado y en francés, aunque crea que “es un lenguaje que lentamente se está matando a sí mismo”. Ou la lá.
Más allá del talento, de los arreglos y las canciones, vale preguntarse... ¿por qué el alias de tinte guerrero? En palabras de Béatrice: “¡No es para nada original! Simplemente representa el lado romántico y, a la vez, el vengativo que uno tiene al crecer, en la infancia, la adolescencia o, incluso, siendo un joven adulto. Es un corazón que fue saqueado pero, aún así, se levanta”. Pues, así es: no se necesita ni parche ni garfio; alcanza el piano y la voz.
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