DIEZ PREGUNTAS
› Por Flor Monfort
–Me fui a vivir a Italia por amor, por error, por fervor. Vivía en París, me casé muy chica con un italiano. Cuando nos separamos después de casi 3 años de matrimonio me fui a Roma, me mudé en tren, tenía, tengo pocas cosas. Allí, mi primera película como protagonista se había estrenado con mucho éxito y yo, sin saberlo, era un referente de vida, de rebeldía. De algo con lo que los italianos se sintieron fascinados o necesitados, no sé, nunca lo pregunté en Italia. También tenía amigos y contactos de trabajo, pero sobre todo tenía ganas: por eso Roma, porque al revés es amor, porque donde comen dos comen tres, porque las mujeres vamos con tacos y pollera en Vespa, por el gusto de las verduras y por muchas otras frivolidades que hicieron de Roma mi hogar por más de 15 años.
–Siempre actué, desde niña. No sabía que eso era “actuar”, tanto menos una profesión. Recién a los 14 años entendí que esos eran actores, y al terminar el secundario me inscribí en un curso con David Amitin, y en la Escuela Nacional de Arte Dramático, el actual IUNA. Tenía que comprender si estaba completamente loca o era una actriz. Desde que volví a la Argentina, hace dos años, mi entrenamiento es con Augusto Fernandes. Empecé a estudiar astrología para poder comprender la dramaturgia de Shakespeare, así como los mejores guiones de Hollywood.
–Irene es una joven mujer ambigua, misteriosa, de una rara belleza. Es tal vez la principal conspiradora del engaño familiar que es la santificación de la madre del protagonista, interpretado por el gran actor Sergio Castellito. El personaje que interpreta Sergio es el de un ilustrador de cuentos infantiles, su nombre es Ernesto, y no sabe que el proceso de beatificación de su madre está en curso hace ya tiempo. Mi personaje actúa desde la sombra. Bellocchio podía haber elegido a una actriz ya oscura por naturaleza, pero me eligió a mí y me talló para esta película: suprimió toda mi luz, me pidió que anule mi vitalidad. Volviendo a la trama del film, es la historia de una beatificación en nuestros días en una Roma burguesa, intelectual, potente y contradictoria.
–Para el personaje que interpreta Sergio Castellito, la santificación de su madre es un sin sentido, una total falta de coherencia. Coherencia entre quien se es, quien se dice ser y cómo finalmente se vive la propia vida. Esta es una de las temáticas del film: la coherencia con uno mismo más allá de los beneficios materiales. Este no es un film contra la Iglesia Católica Romana, no sólo. Quiero decir, Bellocchio es un artista maduro y sutil, sin duda protesta a través de su protagonista, sobre por qué el crucifijo en las aulas de las escuelas del Estado, laico, sobre el pizarrón, pero La hora de la religión hila más fino que esto.
–La hora de la religión tuvo éxito en la cadena de cine-arte comercial en Buenos Aires porque es una buena película. Porque es un buen policial, como la definió el mismo Bellocchio, pero está ambientado en una ciudad y con personajes inesperados al policial. Actualmente está en una sala de Capital y por suerte las otras copias de gira en las provincias.
–Eva es el personaje de la ópera prima de Marco Bechis, de próximo estreno en nuestro país. Obtuve el papel después de hacer seis castings durante casi un año. Eva es una joven crecida más rápido que sus vestidos, sin pudores, entre la violencia paterna y la violencia de una soledad sin salida alguna, o con todas las salidas frustradas. Una que corre contra el viento de la Patagonia sin poder llegar a ninguna parte. Es un ser en fuga, provocante, voraz, víctima de un destino trágico. Heroína trágica como trágico es el film, que no concede nada.
–Cuando Gustav Hofer y Luca Ragazzi, mis amigos y directores de Improvvisamente l’inverno scorso me invitaron a la sala de montaje a ver lo que habían filmado durante 8 meses y en ese momento editaban, lo que vi fue una maravilla, comprendí que era una película necesaria en una Italia donde una minoría –que es una gran mayoría– no tenía voz que la representara. Ellos necesitaban dinero para enviarla a los grandes festivales, era octubre y el próximo era el Festival de Berlín. Les ofrecí un préstamo. Me dijeron sí a condición de ser la productora asociada a todos los efectos. En febrero Improvvisamente l’inverno scorso se llevaba la mención especial de la sección Panorama del Festival de Berlín y hasta hoy obtuvo más de 15 premios en festivales.
–Cuenta la historia de una pareja de dos hombres, Luca y Gustav, que llevan 8 años de convivencia en Roma. No son reconocidos como pareja bajo ningún aspecto. Para la mayoría de la sociedad no existen, es más: están “naturalmente desviados por la naturaleza”. Yo no sé cómo esta película es una comedia a la italiana cuando debería ser una tragedia. Será por la cantidad de tonterías que dice la gente por ignorancia. Los directores muestran lo que los “otros” piensan y sienten, y ellos no se lamentan, no se compadecen de sí mismos, no son víctimas.
–A pesar de mi ego, soy una actriz en vías de evolución. La problemática gay, que para mí no era un problema, me interesó porque pertenezco al mundo en el que vivo. No soy gay, pero podría serlo, ¿y qué? Sé del dolor, del orgullo herido, de la necesidad de ser. Soy mujer, soy actriz, fui una inmigrante 18 años y lo sigo siendo en mi propia tierra. A veces cuando se habla de familia y amor y a esto se le opone el amor entre personas del mismo sexo me indigno. En Italia existe un Estado que se llama Estado Vaticano que decide sobre la vida de los italianos. No quiero ofender a los creyentes, yo creo en Dios. Pero no acepto la crueldad del Estado Vaticano.
–Sí, podría hacer un film sobre la vida de las actrices. Casi todas mis amigas lo son o lo fueron. Elenco estelar no va a faltar. Estoy interesada en producir buenos films, y en contar sólo lo que entiendo necesita ser contado. Sé que si hay un lugar vacío éste se llena si uno lo ocupa. Además soy de las que va diciendo sus verdades, tantas veces incómodas y en consecuencia de más, pero si este defecto lo uso en beneficio de todos no es más mi problema sino es la voz de todos.
* Jacqueline Lustig nació y se formó como actriz en Buenos Aires pero vivió la mayor parte de su vida adulta en Italia, y también en París, donde estudió en la Universidad de la Sorbona, Lengua y Civilización francesa. Actuó en cine, teatro y televisión y produjo el film Improvvisamente l’inverno scorso de Gustav Hofer y Luca Ragazzi, que obtuvo una mención especial del jurado en el Festival de Berlín 2008. Actualmente está en cartel La hora de la religión, película que protagoniza (Arteplex Belgrano. Av. Cabildo 2829. Horarios: 13.20, 17.00 y 20.35).
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