IRAN - COLOMBIA - AUSTRALIA
Sakineh Ashtiani se convirtió en un símbolo en la lucha contra la lapidación (la muerte a través de piedras) de las mujeres. Después de una campaña internacional de derechos humanos y de la intervención de la Unión Europea e, incluso, de países con buena relación con Irán como Brasil (el ex presidente Lula da Silva ofreció asilo para Ashtiani cuando estaba a punto de ser ejecutada), finalmente se anunció que Sakineh no será apedreada, pero, igualmente, permanecerá presa. En una carta a la actual mandataria brasileña Dilma Rousseff, el líder de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento iraní, Zohre Elahian, aseguró que “la condena a lapidación está suspendida, pero que continúa la pena a diez años de cárcel (por la supuesta infidelidad a su marido y la complicidad en su muerte)”.
Desde el 2001 hasta el 2009 se comprobó que cada 44 minutos –en promedio– una mujer fue violada por actores del conflicto armado colombiano como las fuerzas armadas, los paramilitares y la guerrilla. Además de los efectos de la violencia sexual, los vejámenes también tienen consecuencias en la salud sexual y reproductiva de las mujeres, ya que se produjeron 26.453 embarazos forzados, según reveló una encuesta que realizó la ONG Oxfam. La directora de la campaña “Saquen mi cuerpo de la guerra”, Diana Montealegre, le dijo a la agencia SEMlac: “La violencia sexual constituye una práctica habitual y frecuente en el marco del conflicto armado y las mujeres son blanco militar como estrategia para imponer el terror en las comunidades y facilitar el control militar”.
La joven María Sharapova, de 23 años, es tenista y ocupa el puesto 16 del ranking mundial. Sin embargo, por su belleza –como si su belleza fuera condición sine qua nom para ser tomada como un objeto sexual y no como una deportista– ella se ve forzada a contestar preguntas sobre su intimidad. “¿Hay algún club hot ruso al que vayan juntas con Anna Kournikova (otra tenista exitosa en los noventa)?”, le preguntó un periodista de la televisión neocelandesa, durante el fin de semana pasado, en el Abierto de Tenis de Australia. “Oh Dios, ¡me estás acosando!”, le replicó Sharapova. “No es acoso cuando se ama a alguien”, sostuvo el periodista (en un argumento que legitima la violencia de género). “Podría serlo levemente, creeme”, le retrucó la tenista.
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