DEPORTE
Dueña de 2,03 metros de altura y una habilidad envidiable, la texana Brittney Griner podría ser la primera chica en jugar para la NBA. ¿Soplan vientos de cambio?
› Por Guadalupe Treibel
Sin necesidad de colitas colegialas, temas poperos y polleras radicalmente cortas, una Brittney hace estragos en Estados Unidos. No es Spears y lleva doble te; se llama Griner y, con 2,03 metros de altura y apenas 20 añitos, ya es la chica sensación del básquet universitario femenino. Ojo, la revolución alcanza las grandes ligas: en su afán de lucro integrador, la –tradicionalmente masculina– National Basketball Association (NBA) ya considera sumar sus talentos de pivote y volverla la primera mujer en jugar mano a mano contra figurines de la estirpe de LeBron “The King” James o Kobe Bryant.
En honor a la verdad, un antecedente (único y no tan inmediato) pudo haber servido para pavimentar la idea y, por qué no, el acceso. En 1980, la atlética Ann Meyers firmó un contrato por 50 mil dólares con los Indiana Pacers, pero –irónicamente– apenas si tocó un balón: su aventura en la NBA duró, sin pena ni gloria, tres entrenamientos de pretemporada. El caso de Griner, dicen, sería distinto...
Sin más, el comisionado de la liga, David Stern, se pronunció a favor de la inclusión femenina y, en una entrevista a Sports Illustrated, dijo que la incorporación de una mujer no sólo es “una posibilidad real”, sino que podría ocurrir en los próximos diez años. ¿A quién tiene en mente para dar el primer paso? Brittney, quién más. Claro que no todos piensan de la misma manera: el –ahora– integrante de Miami Heat LeBron J. dice que una década es poco tiempo para tamaño giro. “Sería algo forzado”, expresó el jugador y otros compas asintieron.
Mientras, Brittney transpira (la camisera de Baylor Bears, valga la aclaración). Hacedora de números que la favorecen (ni hablar del calzado talle 52), la estrella del equipo de la Universidad de Baylor, que integra la multiliga National Collegiate Athletic Association (NCAA), lleva un promedio de 21,7 puntos, 7,3 rebotes y 5,1 bloqueos en apenas 14 juegos de la temporada 2010/2011. Y vuelca la pelota que da calambre. Como si fuera poco, su equipo se quedó con la corona de mejor team de la liga, puesto que detentaba la Universidad de Connecticut.
Claro que Pie Grande (tal es el apodo de Griner entre amigas) ya había levantado el avispero años atrás, cuando videos de sus encestes en una secundaria de Houston llegaron a Internet, volviéndose sensación YouTube casi de inmediato. No todos los días se ve cómo una quinceañera vuelca la pelota seis veces en una práctica... Desde entonces, lidera el ojo de tormenta en materia de baloncesto de género. Tal es así que su cuerpito en materia, ay, sociológica ya se ha vuelto campo de batalla para debates de todo tipo, en especial en lo que a belleza refiere.
No por nada, grupos de debates –poco felices– en redes sociales como Facebook juegan al rol cruzado y se preguntan: “¿Es Griner un hombre?”. En una nota para The New York Times, Holly Sweet, del centro de relaciones humanas de Cambridge, acercó una hipótesis: “Brittney pone en perspectiva y confronta a la sociedad respecto de lo que significa ser una mujer agresiva, competitiva y muscular”.
¿Y de actitud cómo andamos? Fatal, rotundísima. Sin más, el pasado marzo, en pleno partido versus Texas Tech, la morocha debilidad del Baylor sufrió una falta por parte de una rival que tironeó, tironeó e –ilícitamente– la sacó del campo de juego. La respuesta de la lunguísima Griner no se hizo esperar: aplicó tremenda trompada y a otra cosa mariposa. ¿Consecuencias? La contrincante, Jordan Barncastle, a casa con la nariz rota y los ojos vidriosos de tanto llorar. Brittney y su puño de acero, con dos fechas de suspensión y un video viral del episodio que recorrió pantallas chicas del mundo. ¿Se animará a propinar correctivos a los muchachos de NBA, llegado el caso? El tiempo dirá...
Texana de nacimiento, la hábil y rápida muchacha –que despertara el interés en más de una universidad (Texas, Texas Tech, Kansas, Tennessee, Wake Forest, entre otras)– no sólo es buena deportista; al parecer, es buena estudiante. Con un promedio que rodea los 9 puntos, adora las matemáticas y la química y, al mejor estilo CSI, sueña con ser investigadora de escenas de crimen. Mientras, sigue los pasos de su jugadora preferida, Candace Parker, y –entre trenzas cocidas– hace preciosos tiros en la cancha. Y sí que lo hace bien.
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