DIEZ PREGUNTAS
› Por Laura Rosso
–Mnemosina nació de un proyecto de investigación titulado “La memoria del cuerpo como fuente de creación dramatúrgica”, por el que recibí el premio de investigación del Institut del Teatre 2007. La idea era la de armar una dramaturgia a partir de la memoria de mi propio cuerpo. Pero en ese tiempo sucede un acontecimiento importante en mi vida –la muerte de mi padre y mi ausencia en el momento de su muerte–. Este hecho habría de truncar mi acto creativo, o al menos modificarlo sustancialmente. En ese momento, la creación de Mnemosina fue el lugar que dejé a mi padre, y también a todos esos seres que, cual fantasmas, siempre habitaron en mí.
–El nombre de Mnemosina apareció después de haber barajado otros que contenían la palabra memoria. Para mí Mnemosina ha sido de alguna manera la diosa o el duende que ha guiado todo este trabajo, esa que no te deja huir de lo que eres y de donde vienes, esa que te devuelve una y otra vez a ti misma.
–Fundamentalmente yo soy actriz. Pero mi forma de entender el trabajo actoral va más allá de la interpretación de un rol o personaje, para mí un actor/actriz es también creadora y un elemento importantísimo en la construcción dramatúrgica. Este trabajo nace de una necesidad real –vital, diría–, yo tenía que hacer algo con todo lo que tenía dentro, e hice lo que sé hacer. Fue un proceso muy solitario, a pesar de la gran ayuda de Silvia Ferrando, a la que le tocó un papel nada fácil, pues yo iba descubriendo poco a poco la dirección que el trabajo debía tomar y ella aportaba su visión, su sensibilidad, pero al fin era “mi historia”. Por eso la codirección.
–Desde que tenemos uso de conciencia empezamos a jugar roles, a ponernos máscaras de algún modo necesarias, que nos protegen en muchos momentos. Es paradójico, pasarnos media vida construyendo escenarios que nos protejan, y la otra media intentando desprendernos de esos andamios para volver a simplemente ser.
–Mi padre muere muy al inicio de este proyecto, justo antes de empezar el trabajo en sala. Durante aquellos primeros meses, mi cuerpo quedó completamente paralizado, me sentía totalmente incapaz de encerrarme en una sala de ensayo, pero al mismo tiempo necesitaba dar salida a ese borbotón de emociones que me embargaban. Entonces, vino la escritura.
–Como maestra, intento guiar a las personas que trabajan conmigo hacia sí mismos, hacia eso que son, descubriendo o acercándose a su propio universo creativo, ayudando a construir también un lenguaje expresivo propio, más allá del lenguaje cotidiano.
–Buenos Aires me dio la oportunidad de debutar con mi compañía Hopballehus –creada en el Odin Teatret de Dinamarca, con artistas jóvenes de distintos países– en el Centro Cultural de la Cooperación, cumpliendo así un sueño. Durante el 2006 vivo unos meses en Buenos Aires y armo la producción y estreno nuestra primera obra: El Monkey. Mi padre muere, estando yo en Tilcara con toda la compañía en las últimas semanas de ensayos. La decisión de no volver a Barcelona en ese momento y quedarme a terminar el trabajo hasta su estreno, creo, es una de las decisiones que más han pesado y pesarán en mi vida.
–Volver a Buenos Aires me ha costado cuatro años. La ocasión de presentar Mnemosina en la Cooperación y el apoyo de mi hermana Ruth Pallejá y AEBA –Actores Españoles en Buenos Aires– para que todo esto sea posible, es el mejor de los marcos, el contenedor que vuelve a dar sentido a aquel sueño truncado.
–Mujeres, luchadoras, que se construyen día a día, a pesar de las adversidades. En este sentido, mi madre es seguramente una de mis musas más importantes, y también la madre de mi madre, y la madre de la madre de mi madre... Mujeres que tuvieron que soportar exilios –físicos y también interiores– y que de alguna manera encontraron el camino de regreso a la casa propia. Creativamente, el período de gestación del espectáculo coincidió con el encuentro con Cristina Castrillo –actriz, directora y pedagoga argentina afincada en Suiza–, quien fue y sigue siendo un referente importantísimo. Hablando de escritura, Hélène Cixous fue una buena fuente de inspiración.
–La escena es un lugar de transformación, pero también un lugar de encuentro conmigo misma, con una parte de mí que no siempre puede corretear libremente. Es el lugar donde poner en imágenes, en sonidos o en palabras lo que soy, lo que siento y pienso. Es el lugar donde siempre espero que Esther sea más Esther que nunca.
* Esther Pallejá Lozano es actriz y pedagoga, licenciada en Arte Dramático por el Institut del Teatre de Barcelona y miembro fundadora de la compañía internacional Hopballehus, nacida en el Odin Teatret, Dinamarca.
Desde España trae a Buenos Aires su solo in progress, Mnemosina.
Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543.
Funciones jueves 17 y 24 de febrero, 21.30 hs.
Localidades $ 50.
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