Vie 06.05.2011
las12

MUSICA

CUANDO LOLA CANTA SOLA

Imponente y sutil en el escenario, dueña de una voz que se derrama como una cascada cristalina, Dolores Solá interpreta una serie de temas de la Belle Epoque, que incluye tangos, fados, valses, foxtrot y tonadas camperas que supieron componer y cantar Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Agustín Magaldi en los años ’20 y ’30. Por primera vez sin La Chicana, en su disco Salto mortal evoca a mujeres de antaño y crea un clima de belleza, humor, nostalgia y libertad.

› Por Noemi Ciollaro

Subió al escenario de Los 36 billares sin preámbulos, casi simultáneamente tomó el micrófono y dijo “hola” y “salud” alzando una copa sin rubio champagne, con mero tinto. Inmediatamente, el público brindó con ella y con sus tres músicos, Martín Pavlovsky, piano; Hernán Reinaudo, guitarra, y Leandro Roucco, guitarrón y acordeón.

Alta y esbelta, con el pelo en una clásica cola de caballo sujetada entre flores y un vestido de terciopelo verde botella largo hasta los pies, absolutamente elegante, como único adorno llevaba en ambas muñecas unos brazaletes de filigranas oscuras.

Entre tema y tema, Lola, como la llaman sus más cercanos, dialogó con el público sobre diversas cuestiones, la procesión de ese Viernes Santo que mantenía cortada la Avenida de Mayo; la vida de aquellas mujeres que fueron tema de las canciones que ofrece; la interna familiar a partir de la política; los recuerdos de su padre; su identificación con el Gobierno. Todo breve, escueto, entre canción y canción, justo al límite, sin conceder y sin agraviar, al borde siempre del Salto Mortal como en su último disco.

“Aprendí mucho de todo y de mí haciendo este disco, el primero mío solo, sin Acho (Estol, su marido y líder del grupo La Chicana, con quien canta desde 1995), aunque él me ayudó y produjo cuatro de los temas. Yo estaba muy desorientada al principio, perdida, no sabía bien qué quería ni si iba a poder hacerlo, fue difícil, angustioso, pero también fantástico. Me pasé todo un verano escuchando a Gardel, Corsini y Magaldi como hacía junto a mi papá cuando era chica y fui encontrando esa música de época, tan criolla, de una enorme identidad y muy audaz, muy lúdica, de tanta curiosidad también por lo que pasaba en el mundo. Y me mandé sin red, sin buscar prolijidad ni seguridad, me gusta disfrutar lo que hago y bueno, salió, con ayuda de los músicos, de amigos como Omar Giammarco, de todos los que aportaron al proyecto”, relata a Las12.

“UNA VIRGEN QUE QUIERE ROCANROL”

Una a una va desgranando las piezas musicales, auténticas joyas rescatadas del olvido, que dan cuenta de una Buenos Aires que miraba hacia París al mismo tiempo que crecía y se diversificaba con la ola inmigratoria que llegaba huyendo de la guerra, la miseria, la persecución política y confiando en la promesa de prosperidad. Inmigrantes que traían sus idiomas, sus costumbres, su música, su arte, su saber y sus sueños. De allí nacieron los Gardel, los Corsini, los Magaldi y tantos otros músicos, cantores y poetas indiscutiblemente ligados a nuestra historia. Y esas mujeres, las que bajaron de los barcos y sus hijas, las que se ganaron la vida y amaron donde y como pudieron, son las que inspiraron las canciones elegidas por Dolores Solá.

Ella las canta con ternura, con cuidado, con “la fragilidad del armiño” en “Por un cariño”; con el dolor y la desesperación del payaso triste de “Salto mortal”, que cae del trapecio cuando la écuyère que ama lo olvida “por un estanciero con apellido y dinero”.

“Mama llevame p’al pueblo”, una de las más aplaudidas y un fuerte desafío, ya que además de Magaldi la otra gran intérprete de esa canción olvidada fue Nelly Omar, es de lo más descollante del repertorio. Dolores encarna a la Ramira del Carabajal que vive en un rancho en medio del campo y le pide a su madre que la lleve al pueblo porque estalló “la primavera borracha de sol”; y “ya tengo veinte años y naides me mira”; y casi le grita que quiere “que vean mi pelo, mi cara, mi cuello, que miren lo mesmo que Santo Tomás”. La letra, de una ternura y una ingenuidad certera y poética, es cantada por Dolores con enorme dulzura y gestualidad adolescente; luego, con humor, explica en la entrevista que la Ramira “es una virgen que quiere rocanrol”.

En el fado, “Caprichosa” despliega el encanto portugués y la picardía de muchas letras de la época; pero el tango “Pobre milonga” interrumpe el clima festivo para dar paso a la historia triste de una muchacha condenada a emborracharse para divertir a bacanes y niños bien, es aquí donde junto a la potente voz de Solá destaca el notable piano de Pavlovsky, quien con Reinaudo y Roucco parecen disfrutar a fondo lo que hacen.

Con espíritu lúdico, gestualidad exacta y complicidad con sus músicos, a medida que transcurre la noche se suceden tangos, pasodobles y foxtrot, cada tanto matizados por un nuevo brindis compartido y a la salud de todos. Con el tango “Cobardía” (1932, Charlo y Amadori), “hablame como siempre, decí que me querés...”, la cantante logra una interpretación muy personal intensamente festejada por el público.

No le resulta sencillo sobre el fin articular la despedida, pero tras un par de bises el último aplauso cierra la jornada.

“Gardel, Magaldi y Corsini eran muy jóvenes en esa época y prestaban mucha atención a lo que pasaba en el mundo, sumado a que eran espíritus libres y creativos”, reflexiona la intérprete.

SAQUEN LAS SOTANAS

Dolores afirma que esas letras, esa poesía del tango y de los otros géneros la atraen desde la ternura hacia el lugar de mujer, “es como esa referencia que hago sobre Silvia Süller en el show, esa mención al equívoco, a ocupar el lugar de payaso, que es una perversión de esta sociedad, ese sitio donde la mujer hace todo lo que los hombres esperan de ella, eso sigue existiendo y es muy perverso. A pesar de todo vamos avanzando y encontrando opciones, pero falta tanto, y cuanto menor es el nivel económico, cuanto más humilde es el sector, mayor es la distancia con el respeto y la dignidad”.

A juicio de la cantante y actriz, temas como el aborto ilegal, la trata de personas y la violencia familiar “no tienen espacio en los diarios, los ignoran cuando es sabido que existen innumerables organizaciones dedicadas a estos delitos. Y eso que ahora hay un campo propicio para abordar estas cuestiones, cuando se logró la ley de matrimonio igualitario, además del avance en los derechos que significa, me hizo feliz ese límite que se le impuso a la Iglesia sobre los asuntos del Estado. Es algo todavía tan enquistado en la sociedad ese poder de la Iglesia, hay una cosa de fondo muy fuerte, no sé, muchos no son practicantes, no van a la iglesia, pero terminan aceptando la línea que les bajan, se casan por iglesia porque los padres, la tía, la suegra lo exigen, no lo entiendo, y lo mismo pasa con el bautismo. No se termina de entender que la historia de la iglesia como institución siempre estuvo ligada al genocidio”.

INTERNA POLITICA EN LA FAMILIA

Dolores es la menor de seis hermanos. Cuando nació, su padre –a quien dedicó el disco– tenía más de 50 años y falleció cuando ella ya había cumplido los 30. Entre sus cinco hermanos está Felipe Solá, peronista disidente; la cuestión política es un tema candente en la familia, aunque por sobre todas las cosas, afirma, está el cariño.

“Somos una familia muy numerosa, sobre todo del lado de mamá, cuando llegaron los ’60 por Felipe y varios primos que habían empezado a militar, media familia quedó peronista y la otra mitad antiperonista, más bien gorilas. Ahora todos los que somos peronistas en la familia, somos kichneristas. Todos menos Felipe. Igual lo adoro, somos muy amigos, es muy afectuoso y solidario; claro que en este momento no hablamos de política. Acabo de ser tía abuela de la nieta de Felipe, o sea la hijita de mi sobrina.”

Dolores se confiesa “totalmente K, de Néstor y de Cristina, desde el principio. Siempre apoyé al peronismo y lo voté como un acto de fe, pero ni Menem, ni Duhalde, ni Isabel siguieron la obra de Perón y Evita. Cuando llegó Néstor lo voté como a todos, pero rápidamente comprendí que era distinto, él demostró que se podía y que el peronismo es algo absolutamente presente, igual que Cristina. Yo estoy muy apasionada, muy contenta, muy esperanzada; se hacen y se discuten cosas que ni soñábamos, entonces tanto dolor y tantas pérdidas no fueron en vano. Por eso me da tristeza que Felipe se pierda esto”.

EL AMOR Y LA CHICANA

Hace 20 años que Acho y Dolores están casados, “él tiene una impronta muy fuerte en todo, en su carácter, en lo cultural y lo artístico, de alguna manera ‘me hice con él’ por eso necesité salirme de su tutela y ver quién soy, cómo me las ingeniaba y así fue que los dos en el último año hicimos discos separados y fue muy bueno, el producto y la experiencia”. Ahora, en una nueva etapa con La Chicana, ambos presentarán en julio, en el Tasso, un doble titulado Revolución o picnic, “trae muchas sorpresas este nuevo trabajo nuestro, y yo ya estoy pensando en cómo voy a seguir con lo mío; me siento agradecida por todo lo que estoy viviendo, con él, en el país, en la vida”.

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