MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
“Nuestro repertorio está dedicado a una revisión dramática de la obra de Piazzolla, pero preparamos una exquisita selección de melodías francesas que conviven con el espíritu porteño, de Piaf y Ada Falcón pasando por Libertango”, desgranaron las integrantes de la Orquesta de Señoritas Mistango 7 –Rowina Casey, Carolina Pouillastrou, Sibila Colina y Yazmina Rayeso– desde la vereda adoquinada de Balcarce 1000. Allí fueron convocadas para desplegar su repertorio canyengue y chic en la apertura de la tienda de zapatos Mishka, mientras además de las cadencias de su violín, acordeón y piano sonaban los clic clacs de las plataformas maximalistas “Fundidas en Oro” o algunas de las de botas con tacos de madera cuasibrutalistas, que lucieron las usuarias de la marca para la ocasión.
El nuevo local de Balcarce 1000 –el sexto de la firma– tiene una fachada circular que contiene a la zapatería, coronada por pedestales de hierro que emulan patas de silloncitos de patio que dialogan con pedestales y el lenguaje de tesoros de un anticuario de los aledaños, pero también admite a la flamante línea de ropa apodada Mishka couture.
Los vecinos que frecuentaron el local aportaron anecdotario referido a Villa Viciosa (así se llamó el bar y almacén que circa 1930 funcionara en la nueva zapatería y tienda).
Allí, los convidados al cóctel con deliciosos pinchos, audiencia variopinta compuesta de elegantes sin ostentación, artistas, amigos de la maison zapatera que dirige el arquitecto Chelo Cantón, junto a un equipo de colaboradoras.
Junto al probador ascensor del fondo –donde antaño los parroquianos asistieran a jugar cartas y a beber grappa–, se exhibía ropa que pregona materiales nobles, lanas que cobran forma de sweaters college con tramas de ochos, cardigans holgados, remeras que se fusionan con vestidos en tonos de gris, negro y símil óxido. Pero también hay palazzos monocromáticos que ostentan confort y como un juego de opuestos, leggins coloridos –el manual de estilo indica llevarlo con superposición de micro faldas–, simulacros de jogging emparchados a contratono y una vasta línea de jeans.
Unos días antes, en Palermo, en casa de altos donde funciona la galería de arte Catena Zapata, la firma Koxis presentó su nueva campaña, cuyo disparador fue el film Los amantes del Círculo Polar y también la colección para el invierno 2011.
Koxis tiene más de treinta años en la industria y comenzó en el barrio de Once. Fue por su tienda inicial de avenida Corrientes donde recalaron vestuaristas de músicos en busca de atuendos glam rock a principios de 1990. Ahora suman doce locales en Capital y en el interior.
Mientras en la terraza y una de las salas se proyectaba en loop la campaña con modelo jovencísima, en una locación gélida y los asistentes brindaban con vinos de la casa bodeguera y comida tex mex en las diversas salas imperaban cruce de moda y arte. Así, en una puesta de árboles secos plus, un cúmulo de jeans de tamaño xs y multiplicidad de lavados y tonos. Un dj desgranaba hits de electrónica y su bandejalaptop estaba coronada por pintauñas con colores del arco iris –uno de los nuevos kits de la firma. Dos percheros dispuestos con línea de día y noche exhibían el chaleco Storm en corderito, los vestidos negros en punto encaje que dictan las tendencias, sweaters con lentejuelas, profusión de gorros y de mitones en lana para ir al Círculo Polar y variedad de prendas en animal print.
Entre uno y otro se paseaban adolescentes seguidoras de la moda cual si en un “asalto” o una fiesta de quince estuvieran.
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