Vie 27.05.2011
las12

MONDO FISHION

Las deslumbrantes plataformas de Dalila Puzzovia en arteBA

› Por Victoria Lescano

“La puesta fue pensada para una Bienal más que para una feria, y si bien no estoy muy atenta a los aniversarios, ahora coincidió con la celebración de mis cincuenta años con el arte porque jamás nos abandonamos ni nos fuimos infieles y siempre nos brindamos el paraíso, entonces uní dos iconos de mi carrera, el Dalila autorretrato con el que gané el Premio nacional Di Tella y Dalila Doble Plataforma work in progress 1967 con el que conquisté el Premio Internacional Di Tella, y el concepto respondió a los modismos de una instalación performática”, sentencia Dalila Puzzovia, tomando un té en alguna de las piezas de su colección de porcelana inglesa y luego de desarmar su cautivante simulacro de zapatería en el contexto de arteBa y desde un espacio del mall Patio Bullrich dedicado cada año a retrospectivas y homenajes a artistas consagrados

Haciendo honor a su apodo, El Deslumbre, deslumbró con su interiorismo negro iluminado con lámparas de papel de colores y flanqueada por una gigantografía de la artista en body-catsuit reclinada y calzada sobre un par de plataformas. El techo ¿o pagoda? tenía formas sinuosas cual si se tratase de un tejado construido con las diversas capas de un zapato-pedestal. Quienes el miércoles 18 a la hora del té asistimos a un cóctel nos encontramos con un happening y desfiles espontáneos (que en los días contiguos se volvieron populares) de las nuevas plataformas de la artista emblemática de la generación Instituto Di Tella y del swinging Buenos Aires. Una vitrina del lateral derecho exhibió modelos con pompones multicolores, siluetas prestadas del zapato mandarín, avíos de flores acrílicas, múltiples superficies de glitter. Dos hombres, jóvenes y amables –ojalá que así fueran todos los empleados de las zapaterías– sorprendían a quienes observaban las obras e invitaban a probarlas y desfilar sobre una pasarela. Vale destacar que los cajones y contenedores que cobijaban las piezas iban vestidos de animal print, ídem a la superficie de la pasarela y que la artista posaba para la prensa desde un sillón original Marshmallow, de George Nelson para Herman Miller.

“Recurrí a la realización de una serie de diez modelos de zapatos con conceptos de obra única, sin los conocimientos e informaciones que tengo sobre fashion y cada modelo fue una pieza única en talles del 35 al 40. Recuerdo que cuando soñé la acción era pleno verano 2010 y luego caí en la cuenta de que arteBa transcurre casi en invierno y temí que nadie se animara a quitarse las medias de lana, o en el peor de los casos, las botas; pero sucedió que el ambiente inyectado de adrenalina producida por los zapatos, sus materiales, el techo con confetis de colores, los ‘boys’ adorables, las ‘Dalilas’ que rememoraban el vestido que usé para la tapa de la revista Primera Plana (en rosa y naranja y jersey ceñido llevan impreso su nombre y lo modelaban dos chicas que daban la bienvenida) habitó el espacio de una alegría infinita. Le pregunto cuál es su reflexión acerca del actual furor de las plataformas en todas las vidrieras de la ciudad y que pareciera que se llevan cual si fueran democráticas zapatillas. Responde Puzzovia: “En cuanto al anclaje de las Doble Plataforma considero que me superan, pues son un icono del arte argentino del siglo XX, considero que reflejaron la unión de las artes plásticas con la música, luego se sumaron la ciencia y la arquitectura y hace muy poco la vanguardia revolucionó la gastronomía, pero en estos momento pareciera que la vanguardia pasa por los zapatos de plataforma; no he visto en las grandes colecciones más que zapatos revolucionarios. Pareciera que desaparecieron los tacos con otras formas. y que se inventan nuevos equilibrios y que volvemos a lo increíbles objetos de deseo casi inmateriales que no solo nos permiten avisaron futuros inciertos sino superficies inestables y que nos preparan espiritualmente para reinventar caminos coloridos. Destaco cómo me impactó el deseo de la gente de no perderse la oportunidad de probar las alturas de mis zapatos y que me hicieron prometer que les avisara cuando salgan a la venta, también quiero agradecer a lo artistas –y artesanos– que interpretaron mis diseño con una generosidad apabullante”.

Vuelvo a mirar el manifiesto que acompañó a la invitación de El Deslumbre y contigua al autorretrato con sus gafas elegantes plus leggins y body y plataformas, donde D. P. reflexionaba: “Bajando el ADN de la doble plataforma desaté el silencio alborotado de los ‘arty-shoes’. Resultaron ser un objeto del mañana, en un contexto de redefinición, nunca fueron formas errantes en el paisaje moderno; fueron los de las tonalidades flúo, indecisas en ese mundo antes de los ’60. Asimilé que debían desaparecer los zapatos blancos de verano y los marrones de invierno. A través de estos años pareció que cambié, pero en todas las obras que realicé en arte, arquitectura o moda, sobrevino siempre sin excepción una tozudez que me permitió reflejar una realidad como es hoy y como va a ser mañana, una combinación de presente, pasado histórico e individualismo en un alerta continúo. Mi deseo es deslumbrar para sobrevivir en el planeta con mitos manufacturados que debemos descubrir y usar”.

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