Algo ha cambiado para que todo no siga igual en materia de cocinar, degustar, comprar ingredientes, elegir un lugar para comer afuera (así se trate de la más modesta pizzería de barrio, esa a donde van a comer los taxistas, por ejemplo). Algo ha cambiado sustancialmente en los últimos 10, 12 años, a nivel mundial y local: incorporación de cocinas étnicas y fusiones, descubrimientos y redescubrimientos (tal el caso de las semillas que consumían los pueblos originarios: chía, amaranto, quinoa...), expansión de hierbas y especias, aceptación de combinaciones antes impensables. Aquellos elementos que no hace tanto conocían unos/as pocos/as amateurs hoy están al alcance. La TV ha contribuido en gran forma a desarrollar esta pasión por cocinar con imaginación y placer, conocer nuevos sabores y preparaciones, salir en busca de ingredientes considerados raros. Ciertamente, la señal de cable elgourmet.com aportó a esta divulgación, instaló un estilo y una estética a través de una década, mientras que en distintos programas de la televisión abierta el enfoque de cocineros/as empezó a cambiar. Hoy día, entre las posibilidades que se multiplican se puede mirar al mediodía (lunes a viernes a las 11.30, domingos a las 14) Cocineros Argentinos, por Canal 7 (que incluye cocineras encantadoras como Ximena Sáenz y Pilar García), donde esta semana –en plan rápido, sabroso, nutritivo– se mandaron una sanísima tarta automática de verduras variadas y una colesterólica (pero irresistible) Marquise au Chocolat (300 gramos de chocolate y 200 de manteca derretidos, 200 de azúcar y cinco huevos, batir y a horno suave una hora y 15). Entre colores flúo, Cocineros va por el tercer año de recetas regionales locales e internacionales (www.cocinerosargentinos.com).

En elgourmet.com vale la pena encontrarse (los lunes a las 14.30, 18.30 y 22.30) con Pedro Lambertini en UNO –Unico, Natural, Orgánico–, haciendo sus recetas saludables y a la vez refinadas, como los muffins de yogur y mandarinas, la torta de avena y manzanas... En la misma señal, el mexicano José Ramón Castillo recorre La ruta del cacao (lunes a las 12 y 16, viernes a las 10.30 y 22.30), es decir, la golosina favorita absoluta: el chocolate y sus procesos, desde las haciendas cacaoteras hasta su elaboración bajo las más tentadoras formas. Así, es posible ver a un chef que en Quito se relame preparando un postre con capas de pasta de avellanas tostadas con aceite de oliva, crema de chocolate con leche, crema de limón, un bizcocho delgado tipo brownie, todo coronado con sorbete de mandarina... En una cafetería, el chocolatero Castillo bebe un perfumado expreso acompañado de bombones rellenos de maracuyá, de queso de cabra... Y en un restó se deleita con una carne en salsa de cacao picante y almíbar de caña, acelerando los jugos gástricos de quien lo mira por TV. Otro programa recomendable de elgourmet.com es Método Gross (martes a las 13, 17 y 21, viernes a las 21). Es decir, repostería internacional en manos de un cocinero que sabe de qué está hablando, experimentado e innovador, sin hacerse el moderno.

Top Chef Masters (por Sony, sábados a las 21) es un reality norteamericano, spin off del popular Top Chef, en el que competían jóvenes aspirantes. En el actual rivalizan famosos y reconocidos cocineros, entre ellos/as, Ana Sortun y Susan Fenig, bajo la conducción de la periodista especializada Gail Simmons. Anthony Bourdain sigue haciendo de las suyas en Travel & Living (miércoles a las 16 y a las 21), paseándose por el mundo, probándolo todo, en puestos callejeros y en restós muy piripipí, sin guardarse elogios o críticas teñidas de humor.

Los martes a la medianoche por Fox Life, con su energía arrolladora y su olfato infalible para redimir restaurantes, bares o comederos en descenso, irrumpe el escocés (criado en Inglaterra, formado culinariamente en Francia) Gordon Ramsay (foto). En Ramsay’s Kitchen Nightmares, Gordon marcha al rescate de esos lugares a la deriva, va directo a la heladera, al sótano, despotrica contra las suciedad, las verduras congeladas, las cucarachas... Si se trata de una empresa familiar, realiza una especie de terapia de grupo, siempre que accedan a su modalidad, que va derecho a los bifes, con alta exigencia. “Repugnante, parece recién salido de un pañal”, dice rechazando la papilla beige que le sirven en The Old Stone Mill, en los suburbios de Manhattan. Obviamente, después de los cambios radicales, esa desangelada parrilla se convertirá en un sitio hospitalario y próspero, con jugosa carne de primera –que casi parece argentina– en los platos de los felices comensales.